Eterno

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"Dícese de aquello que no puede ser medido por el tiempo, que no tiene ni principio ni fin y que nunca se olvida"

Lleva más de ocho días sin salir de entre aquellas cuatro paredes, a las que ahora llama habitación. El primer cuarto que tiene desde que sus padres fallecieron y tuvo que abandonar a la fuerza la vivienda familiar que tenían en Ourense. Por primera vez en una década no tiene la obligación o la necesidad por culpa del reducido espacio del centro de protección de menores, de compartir espacio cada noche, aunque ahora una pequeña intrusa de diez años y pelo rubio se cuela cada noche en su cama alegando que no quiere que él pase las noches solo.

Han pasado 192 horas desde que pisó por primera vez esa casa, durante esos días ha podido memorizar el color blanco de las paredes y el tono mate de la madera del suelo.

De todas esas horas Luis admite que ha pasado mucho mas de la mitad de ese tiempo llorando y recreándose en su propio dolor y sufrimiento.

Cree con seguridad que su organismo está totalmente agotado y no es capaz de seguir produciendo más cantidad de lágrimas, por lo que sus ojos por fin llevan un par de horas totalmente secos.

Hoy empieza en su nuevo trabajo, su primer trabajo de verdad ya que la pizzería para él era un mero trámite para conseguir el dinero necesario para poder escapar de Terrasa. Recuerda la ilusión al ver el anuncio en el periódico y como con ayuda de Roi preparó un currículo para enviarles.

La respuesta no tardó en llegar.

Seguramente esa sea la única razón por la que se ha levantado de un considerable mejor humor, recorre los pocos metros y accede al salón donde los demás desayunan con calma y en completo silencio.

Cada uno está llevando el duelo como buenamente puede.

Ana intenta salir a correr casi a diario para liberarse de la angustia que se agolpa en sus hombros.

Roi la persigue a paso mas lento por miedo a que alguien la secuestre, según el gallego las calles de Madrid son de todo menos seguras.

Miriam se refugia en si misma, le cuesta expresar sus sentimientos en voz alta aunque cada día se esfuerza en hacerlo con Luis y coloca una piedra más en el puente que está construyendo en su relación con el gallego.

Cepeda nota como la mirada preocupada de sus tres amigos se posa en él, pero no dice nada.

Ellos tampoco dicen nada al ver el aspecto demacrado de su amigo, su rostro blanquecino, sus ojeras marcadas y su flaqueza hacen que se preocupen aun más por su salud física pero sobre todo por su salud mental.

Roi hace presión con las palmas de las manos contra sus rodillas por debajo de la mesa antes de pasarle un plato de tostadas y un café con leche, con dos cucharadas de azúcar moreno, como a Luis más le gusta.

-Gracias Roi – agradece con la voz seca antes de dejar un beso en la mejilla de Ana y Miriam que comen con la vista fija en la mesa - ¿Cómo habéis dormido?

-Algo mejor – responde la canaria pasándole el periódico de la mañana – He bajado a comprarlo a primera hora, se que te gusta leerlo.

Luis hace un esfuerzo titánico para mantener en su estómago el desayuno, necesita comer para sobrevivir y también para no volver a marearse como ayer.

Y como anteayer, aunque nadie se haya enterado.

Decide que es mejor ingerir las tostadas en trozos muy pequeños y no prestar atención a esa tarea que tanto sacrificio le está costando, así que pone atención en cada titular en negrita que forma el periódico de ese día.

Incandescente Where stories live. Discover now