SHE USED TO BE MINE

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Ya estamos en casa después de la locura de esta noche. África llamó a Damion y éste dijo que estaba bien. Había hecho amigos y por lo tanto pudo hacerse pasar por uno de los invitados con facilidad. El BMW lo dejamos estacionado en el parking de un supermercado cercano a una parada de metro para poder volver a casa, y la llave la tiré por una alcantarilla. María y Pablo entraron en casa dándose el lote y fueron directos a su habitación sin decir nada, como suele pasar cada vez que salimos. Alba y yo nos quedamos tomando unas copas con África mientras esperábamos a Damion. La rubia apenas es capaz de pronunciar, lleva un ciego bastante grande. Suena el timbre y África va a abrir. En cuando ve a Damion se abalanza sobre él y le come la boca, empujándolo después hasta la habitación. Él nos saluda con la mano por el camino.

- ¿Esto pasa siempre? – pregunta Alba riendo y arrastrando las palabras

- ¿Cuál?

- Que se van a follar y te dejan sola

- Bueno, no estoy sola ¿no? – me acerco a ella en el sofá y paso mi brazo por encima de sus hombros.

- No – responde después de una risa tonta.

- Madre mía el pedo que llevas rubia

- No, que va – hipa – estoy bien – coge el botellín de cerveza dispuesta a darle otro trago, pero se lo quito de la mano antes – eeeeh, que eso es mío – intenta alcanzarlo y la esquivo.

- No vas a beber más

Me sorprendo a mí misma haciéndolo, teniendo en cuenta que el nivel de alcohol en mis venas tampoco es precisamente bajo. A cualquier otra chica le habría dejado que bebiera lo que quisiera, sin embargo tengo la sensación de que la inspectora necesita el alcohol para evadirse de sus problemas, y no quiero permitirlo.

- ¿Y eso por qué?

- Porque no quiero que me vomites el sofá

- Que no voy a vomitar – hace otro intento fallido por coger el botellín y se sube encima de mí – venga, dámelo – me dice en el oído con tono provocador – río y apoyo mi cabeza en el respaldo del sofá.

- Estás muy borracha, no quiero que te pase nada malo

- No va a pasarme nada mamá - baja su mirada desde mis ojos hasta mis pechos y vuelve a subirla lentamente. Ya no llevo la americana y ahora sólo visto la camiseta de encaje y tirantes – eres una puta cría que está mal de la cabeza, pero nadie me había puesto tan cachonda en mi vida.

Claramente el alcohol habla por ella, pero eso no evita el escalofrío que me causan sus palabras. Me pone mucho que me insulte.

De repente una arcada sale de su boca y la tapa con rapidez con su mano. Después sale corriendo al baño, abre la puerta y la oigo vomitar. Me levanto del sofá para acercarme y una vez a su lado me agacho para ayudarla, cogiendo su pelo y retirándolo de su cara. Está así un rato, hasta que parece que ha echado lo que necesitaba. Se sienta en el suelo con la cabeza apoyada en la pared del baño y yo la imito después de darle a la cadena.

- ¿Cómo estás?

No responde, no me mira. Solo cierra los ojos y respira con dificultad, hasta que veo una lágrima aparecer en su rostro, que baja seguida de unas cuantas más. Trago saliva y la miro con preocupación, realmente no sé qué hacer en este tipo de situaciones. Entonces empieza a llorar con fuerza.

- Ey, rubia

Posa sus codos en sus rodillas y esconde la cara entre sus manos para seguir llorando. Yo me acerco con cuidado y pongo mi brazo alrededor de ella. Se deja caer hacia mí y se acurruca en mis brazos sin cesar su llanto. Aprieto como si pudiera contagiarle la fuerza que ejerzo en el abrazo. Poco a poco la intensidad de su llanto disminuye y su respiración se relaja. Yo acaricio su brazo intentando tranquilizarla.

ANTES DE MORIRME \\ AlbaliaWhere stories live. Discover now