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"Toda la felicidad que la humanidad puede alcanzar, está, no en el placer, sino en el descanso del dolor."


Han pasado ya varios días desde la última vez que lo ví.

Hoy me encuentro en mi oficina cuando me llega una llamada de mi mamá.

-¿alo? - digo algo confundida porque no suele llamarme. En la línea sólo se escuchaban sollozos que me preocuparon- ¿Mamá te encuentras bien?, ¿que pasó?

-Hija, debes venir rápido-

-¿Por qué mamá? ¿Que pasó?

-Es tu abuela, ven ya.- Dice muy angustiada y cuelga la llamada.

Tomo mis cosas y salgo en carrera del edificio, paro el primer taxi que veo y le soy la dirección al subir.

Mi abuela es una mujer fuerte, una señora guerrera, ella vivió y vive lo que le queda de vida muy feliz, es una persona sabia y da los mejores consejos.

El problema es que de unos meses para acá se le detectó arritmia cardíaca y si mamá llama seguro es algo grave.

Al llegar al hospital donde se encuentra me dirijo a recepción para averiguar la sala donde está.

-Buenos días, ¿En que puedo ayudarle?- me dice una amable mujer que no debe pasar de los 40.

-Buenos días, ¿Me puede decir en qué habitación está ubicada Adeline Winter?-

La señora teclea rápido en su computadora y me observa con una sonrisa.

-Habitacion 104, ala oeste, piso 3-

Me despido cordialmente, seguidamente me dirijo al lugar que la señora mencionó.

Al llegar al piso 3, observo a mi papá con mi hermana sentados en las incómodas sillas que allí se encuentran con rostros afligidos y angustiados. Se dan cuenta de mi presencia antes de posicionarme a su lado.

-Hola papá, hola Amy, ¿Donde se encuentra mamá?- mi padre hace una seña con la cabeza diciendo donde están ellas.

Mamá y papá son una pareja afroamericana, nunca pudieron tener hijos y me adoptaron meses después de la muerte de mi familia biológica en un terrible accidente.

Cada vez que me cuentan esa historia valoro cada segundo más mi vida. Una vez el papá del que fue mi mejor amigo de la infancia me dijo que todos venimos con una misión a este mundo. Algunas personas tienen misiones son cortas, otras tienen misiones largas, otras son ligera; y, otras, pesadas. Es nuestro deber descubrir cual es nuestra verdadera misión.

Mi mamá sale de la habitación con una mirada triste, me mira, y me abraza. Ella siempre fue una persona muy cariñosa y le agradezco a Dios porque me dió una segunda oportunidad de tener padres.

-Pasa a verla, tiene rato preguntando por ti- Dice con voz rota.

Le hago caso y entro a la habitación. Tiene paredes blancas, muchas máquinas que se conectan a un cuerpo arriba de una camilla con sábanas blancas, el típico cuarto de hospital. Me duele verla así, ya que nunca se dejó ganar por ninguna situación y se ve muy débil.

-Hola abuela- le digo haciendo que mire a mi dirección.

-Hola mi niña, dale un abrazo a esta vieja.- abre los brazos para que cumpla su orden y así lo hago. Nos fundimos en un abrazo lleno de sentimientos contradictorios.

-¿Te vas a mejorar?- digo en un susurro porque tengo un nudo en mi garganta que no me deja respirar tranquila.

-Mi niña, es imposible saberlo, nunca sabemos cuando es el momento de partir. Yo ya estoy vieja, ya viví como quise y necesito descansar.-

En ese momento suelto las lágrimas retenidas.

-¿Por qué tú?, ¿Por qué te tienes que ir tú? Yo no me he casado, no has malcriado a mis hijos, no quiero que te vayas.

-Princesa, un sabio dijo "si el tren es para ti ni aunque te quites; si dicho tren no es para ti, ni aunque te pongas" el problema es que a veces el tren no nos gusta, no lo queremos, no lo necesitamos; pero es para nosotros y debemos subir con la única esperanza de que tal vez nos guste el destino.- Sus palabras sólo me hacen abrazarla más.

-Si yo me voy, no quiero que te deprimas. Sí, va a doler, pero necesito que sigas adelante y te enfoques en vivir. Eres jóven y te queda mucho por experimentar. Vive tu vida de tal forma que cuando llegue el final del día puedas dormir sin arrepentimientos. Se feliz y no te des por vencida.

-Yo no quiero que te vayas, yo no quiero dejarte- Quizás suene como una niña caprichosa y egoísta pero de verdad me duele que ella se vaya.

-Nunca estamos preparados para asumir la muerte, no estamos preparados para sentir el dolor. En algún momento llega la hora y al final todos vamos a morir, pero muchas personas no tienen la oportunidad de despedirse de su familia. Y es un privilegio poder aconsejarte en estos últimos nombre que me quedan. Ya va llegando la hora, no sabemos si en segundos, minutos, días o semanas. Pero ya quiero poder descansar sin dolor y sufrimiento.- la abracé otro rato más hasta que se quedó dormida y decidí irme para no molestarla.

Quizás Ésto Sea Un ClichéWhere stories live. Discover now