CAPÍTULO 14

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I

Algunas semanas más tarde se organiza por fin la exposición en honor al difunto Basil Hallward, un talentoso pintor que cayó en deudas y vicios hasta perder la vida en un desafortunado ataque durante su huida hacia la cordillera

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Algunas semanas más tarde se organiza por fin la exposición en honor al difunto Basil Hallward, un talentoso pintor que cayó en deudas y vicios hasta perder la vida en un desafortunado ataque durante su huida hacia la cordillera. ¿O no?

Da igual si la inexactitud histórica sirve al propósito de los corruptos. Después de todo, el pasado no lo escriben sus protagonistas, sino los líderes en las sombras. Estudiar lo que ocurrió en tiempos previos es tan válido como leer ficción. El humano suele llamar héroes a los déspotas solo porque fueron sus escribas quienes redactaron las biografías; le dicen villanos a los perdedores de las guerras cuando es el general de los victoriosos quien hace el informe final. No existe objetividad alguna en lo que los mortales llaman "conocimientos históricos".

Esto es algo que puedo aseverar por experiencia propia, en mi existencia he presenciado muchos de los crímenes de este mundo que ahora se adulan y se admiran por puro desconocimiento, porque alguien escribió la historia que le convenía contar.

El gran ingeniero de los alcantarillados modernos, por ejemplo, tiene tres monumentos en distintas partes del reino... pero él de ingeniería no sabía nada. Tomó la idea de otro hombre al que le robó los planos por casualidad —un viajero—, le pidió a otro especialista que los mejorara, mató a ambos y presentó la idea al reino como propia. La única persona que sabía de esto era el padre del supuesto inventor que, por proteger a su hijo, se llevó el secreto a la tumba. Y así hay miles de casos similares.

En la historia humana hay asesinos a los que se veneran como libertadores, genocidas alabados como conquistadores, falsificadores con más dinero que los artistas originales, traficantes de alucinógenos respetados como médicos y mentirosos de toda clase.

Nadie ha escrito que el primer rey de Alangtrier asesinó a todos los hombres de la población que vivía en estas tierras, que violó a sus mujeres y que luego construyó los cimientos del palacio sobre sus cadáveres. En ningún libro se admitirá que los generales que vencieron en la guerra de los tres escudos no son héroes, sino asesinos y ladrones.

No podría ser de otra forma: la historia la cuentan los que ganan, los que tienen poder y los que son lo suficientemente adinerados como para comprar las palabras que se dirán a futuro. Como Dorian, que ha logrado con su mera posición convencer a todo el reino del decaimiento moral y de la perversidad criminal que llevó a su empleado al a muerte tras quién sabe cuánto tiempo de realizar actividades ilegales.

La situación es tan retorcida que no puedo evitar sonreír sin tregua.

Pocos son los hombres que se alejan de los vicios tanto como lo hacía Basil Hallward. Pero nadie lo conocía, nadie puede contradecir las palabras de mi protegido que es quien, en este caso, dicta las palabras que se escribirán en la historia. Al pintor se lo recordará como a un hombre talentoso que logró una obra maestra antes de caer en desgracia. Nada más. Nada menos.

Condenar a Dorian Gray (RESUBIENDO)Where stories live. Discover now