La Penumbra del Sol

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Los Astros que nos condenaron a los Hijos del Sol. Los amantes que cometieron el error de caer rendidos ante sus corazones.

Un Sol y su luna. Dos lumbreras que se amaban a morir. Un brillante astro joven y una Lumbrera hija de La noche. Sol demostró su amor regalándole el mundo que apareció en su nacimiento, le regaló parte de sí.

El amor de Luna no pudo permanecer en ella por mucho tiempo, aunque el Sol nunca la haya dejado de amar. Pasó el tiempo y la Luna se fijó en la Oscuridad, una entidad suprema con la que tuvo un hijo.

Luna pensaba que al ser hijo de un Juez de la Corte del Cielo sería tan poderoso como su padre, así que pensó en llamarlo "Rey". ¡Vaya desilusión que se llevó! Porque el varón que nació producto de su infidelidad era muy pequeño e insignificante. Ni siquiera se podía comparar a los Astros de más bajo rango.

Desesperada porque nadie lo viera, escondió a Rey en el mundo que le había regalado Sol, tapando el continente con una capa densa de nubes. ¡Que descaro!

Pero aconteció que Sol miró a su amada Luna haciendo algo en el mundo que le había dado.

— ¿En qué andas mi amada? —Le dijo Sol.

La luna se asustó. Trató de que Sol no notara lo que estaba ocurriendo, pero no pudo. Entonces lo vio, un pequeño ser viviente vestido de oscuridad.

— ¿Qué es esto Luna? ¿Por qué hay una persona en el mundo que te di? ¿Por qué me querías ocultar esto?

La Luna se angustió tanto que se quedó pálida. Ya no podía mentir y lo confesó.

—Ese... es mi hijo —Dijo la Luna.

—No, no, no. Dime que me mientes. Muchos te conocen porque eres mentirosa. Dime entonces que esta es otra de tus mentiras.

—No miento esta vez. Ten misericordia conmigo y perdóname —Pidió Luna.

—Yo no puedo hacer justicia por mi cuenta, porque aún te amo —Dijo Sol, para después invocar a los Jueces de la Corte del Cielo. Allí se presentaron: El tiempo, La entidad, La noche, La oscuridad, La justicia y El día.

—Reverencias ante la Corte del Cielo. Luces y Astros del Universo presentes —Dijo La entidad.

— ¡Hija mía! ¡Tremendo problema en el que te has metido ahora! —Dijo La noche.

—Madre, ten piedad en mi juicio por favor —Dijo Luna.

— ¡Silencio! Estamos por iniciar el juicio. Dinos lo que ocurrió aquí Sol, hijo del Día —Dijo La entidad.

—Mi amada me ha sido infiel. Ha escondido su infidelidad en el mundo que es parte de mi ser —Dijo Sol.

— ¡Qué horror! —Clamaron los Jueces.

—¿Qué nos tienes que decir Luna? —Le dijo su madre.

—El padre del varón que salió de mí es uno de los Jueces a los que estoy sometida como luz de más bajo rango, yo no puedo oponerme a su autoridad.

Al decir eso todos se sorprendieron un poco, pero no le creen en un inicio por su fama de mentirosa.

—Pequeña lumbrera, debes saber que el precio de la infidelidad es la muerte para los culpables, dinos la verdad, ¿Quién era tu amante? —Dijo La justicia.

—Justicia, considera que ella dice que uno de los jueces es el padre de su hijo —Apeló La noche.

—Entonces dinos Luna, ¿quién es el padre? —Preguntó La entidad.

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