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Un día transcurrió, después otro y otro. El sol salía, después era reemplazado por la luna y finalmente volvía a salir, pero Jimin no se daba cuenta de eso ya que se había mantenido encerrado en la oficina acariciando la fría porcelana de la máscara que perteneció a Jungkook.

Sus lágrimas constantemente mojaban la superficie del escritorio, dejando evidencia de todas las veces que lloró por él. De cuando sufrió por él.

Pero él no volvió. No llamó. No había señales de que estuviera con vida, y lamentablemente para Jimin, Naoto apareció unas horas antes en la mansión con los análisis de la sangre, y con una expresión de total tristeza murmuró un desalentador "Lo lamento mucho”.

Después de eso, Jimin se sentó en una esquina de la oficina con sus ojos puestos en algún punto muerto mientras clavaba su cuchilla en la pared una y otra vez, como si aquello pudiera contener la ira acumulada que se mezclaba con la tristeza y el dolor que albergaba en su interior.

Él no podía imaginar un mundo sin Jungkook.

Quería gritar un millón de palabras, pero sabía que eso no lo haría volver, tampoco el millón de lágrimas que había derramado en su ausencia. Sus ojos ardían, su mente estaba navegando entre recuerdos agridulces. Su corazón comenzó a llorar ensangrentado, lenta y dolorosamente. Su alma se había marchitado, sus profundos y azulados ojos estaban vacíos, carentes de brillo, como dos hoyos negros.

Perdió a su más grande amor y a dos de sus mejores amigos, pues ahora ya sabían que Taylor y Haru lo siguieron gracias a la camioneta que dejaron abandonada y que ellos encontraron. No había rastro de ninguno y esa era una de las cosas que más le costó aceptar. El dolor quemaba en su interior. Un dolor insoportable.

Se sintió perdido, como si en ese momento ya no existiera ningún propósito para seguir respirando.
Él creyó saber demasiado. Creyó saber lo suficiente como para no equivocarse, como para no perder jamás; pero era evidente que se equivocó. Ahora lo había perdido todo. Porque para Jimin, Jungkook lo era todo.

Y esa tarde, finalmente limpió sus lágrimas y se puso de pie arrastrando sus pasos, totalmente decaído, como muerto en vida. Abrió la puerta de la oficina y salió al extenso pasillo siendo seguido por algunas miradas que ignoró por completo. No le interesaba ver esos ojos lastimeros compadeciéndose de él.

—Jimin.— lo llamó Seth igualmente destrozado. Pero Jimin siguió caminando sin detenerse, como si no escuchara los constantes llamados.

Caminó y caminó hasta llegar a esa habitación a la cual solamente entraban Jungkook y él. Aquella habitación en donde se entregaron por primera vez en cuerpo y alma. Aquella habitación que guardaba demasiados recuerdos.

Cerró la puerta con seguro y caminó hasta el gran sillón rojo para enseguida dejarse caer sobre él mirando el techo, sintiendo como las lágrimas caían por la comisura de sus ojos. Sintiendo como su corazón latía cada vez más lento. Sintiendo como si el aire comenzara a faltar en sus pulmones. Y aún así creyó que dejar de respirar podría ser una buena opción.

«Te amo, mi bello Cisne»

 
La voz de Jungkook se repetía en su mente diciendo aquella frase una y otra vez, pero él aún no lograba entender porqué sabiendo que Yuan no era su hijo, decidió ir por él.

En ese momento Jimin no estaba pensando con claridad, todas sus ideas estaban revueltas en su cabeza y ante sus ojos, Yuan era el culpable de que su esposo estuviera muerto.

Con pesadez volvió a ponerse en pie luego de casi dos horas, y caminó hacia el mueble en donde Jungkook guardaba sus fotografías y su cámara, pero sólo se quedó parado allí, sin hacer absolutamente nada, envuelto en la tristeza, con los ojos inundados de lágrimas y los trozos de su corazón cayendo lentamente en un abismo del cual estaba seguro, sería imposible recuperarlos.

🂡♕Sᴇɴ̃ᴏʀ Black♛🂱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora