Capítulo 3.

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"Washington, D.C."

-Me voy a Washington en una semana-avisó Fury al encontrarse con Anya en el pasillo, la mujer detuvo su caminata y alzó una ceja-Significa que tienes una semana para convencer a Rogers.

-¿Qué si Steve no quiere ir?-cuestionó.

-Lo convences-repitió moviendo sus manos, ella se cruzó de brazos.

-Realmente lo quieres en S.H.I.E.L.D. ¿cierto?

-Natasha fue la única que se quedó, me vendría bien otro Vengador-explicó encogiéndose de hombros.

-Bien, veré que puedo hacer-dijo sabiendo que Fury esperaba una simple respuesta afirmativa. 

En el fondo aquello no le agradaba demasiado, no quería ser ese tipo de persona, no quería tratar a Rogers como una marioneta a la que tenía que manipular al antojo de Fury, quería que Steve tomara sus propias decisiones y si decidía permanecer en S.H.I.E.L.D. y mudarse a Washington, D.C., que fuera porque él así lo deseaba, después de todo sabía que no era agradable que a uno le quitaran la opción de elegir. 

Se dijo que lo intentaría, pues a fin de cuentas Fury se lo había encargado y ella continuaba siendo un agente de S.H.I.E.L.D. que tenía que acatar órdenes. 

.

Afortunadamente, la cafetería a la que Steve y Anya habían asistido en múltiples ocasiones, se había encontrado en un área alejada de todo el caos ocurrido en la  invasión a Nueva York, por lo que no sufrió de daño alguno. Después de un par de semanas cuando las cosas comenzaron a normalizarse, Anya y Steve pudieron continuar con sus reuniones. Sus conversaciones cada vez eran más fluidas, Anya tendía a escuchar con atención las múltiples historias que Steve le contaba de la Segunda Guerra Mundial y ella aportaba a la plática datos curiosos de múltiples cosas, Steve se sorprendió pues la mujer parecía dominar una gran variedad de temas relacionados con la historia, ciencias y cultura general. Siempre le ayudaba escuchar aquellos datos, sobre todo los que se relacionaban con el mundo actual y como manejarse mejor en éste.

Por primera vez la castaña iba tarde a su encuentro con el rubio. Como solía ser costumbre, tuvo problemas para conciliar el sueño y fue cuando el sol estaba comenzando a salir, que llevaba un par de horas caminando alrededor de su habitación y el cansancio fue finalmente suficiente como para hacerla dormir, pero esto había ocasionado que todas sus alarmas fueran ignoradas. Cuando despertó y miró la hora, se levantó lo más rápido que pudo después de soltar una maldición y se arregló para lucir decente, después de tantos años se había vuelto una experta en disimular su cansancio, al menos en su actitud, porque no podía hacer nada por las ojeras prominentes debajo de sus ojos. Para su suerte, no despertó demasiado tarde, llegaría a su reunión con casi veinte minutos de retraso. Mientras iba de camino le mandó un mensaje al súpersoldado haciéndole saber que llegaría un poco tarde.

Una campana sonó al momento en el que abrió la puerta de la cafetería, el lugar era muy acogedor y cómodo. Fue recibida por un joven, el cual le saludó con tono amigable para posteriormente preguntarle donde deseaba sentarse, ella le informó que la estaban esperando y continuó su camino. El local se dividía en la parte interior y una pequeña terraza, en todas las ocasiones Anya y Steve habían optado por la terraza.

Como era de esperarse, divisó a Steve sentado en la mesa de siempre, justo en ese instante una  mesera se había acercado a tomar su orden, la chica era alta y rubia, parecía hablar animadamente con el rubio, mientras que a Rogers lo notó algo nervioso. Anya sonrió divertida, era increíble para analizar los gestos de las personas y también para interpretar situaciones, decidió esperar un par de segundos para no interrumpir.

Personal [Steve Rogers]Where stories live. Discover now