Capítulo 24 - Sopa

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30 de Agosto de 2018

Han pasado varias horas y, pese a que los médicos le aconsejaron que se fuese a dar una vuelta para distraerse pues la operación es bastante larga, Agoney sigue dando vueltas en círculos por la sala de espera.

"Raoul puede con esto, mi niño puede con todo" se repite como un mantra una y otra vez.

A los pocos minutos, ve a uno de los médicos correr hacia él. Le reconoce de haberle visto antes llevando la camilla.

- Usted es el marido de Raoul Vázquez, no? -le pregunta.

- Sí, ha pasado algo? -pregunta un asustado Agoney

- Ya está, se ha acabado la operación

- Y cómo ha ido? Puedo verle?

- Eso es lo mejor, Raoul está ya en planta -explica con una sonrisa el médico

- Cómo que está ya en planta? -se extraña el canario- pero si le acabáis de operar

- Ha sido como un milagro, son los primeros pulmones que trasplantamos e inmediatamente empiezan a funcionar -explica el otro chico

Y Agoney, que no estaba preparado para recibir tan buenas noticias, se echa a llorar.

- Dios -es lo único que atina a decir

"Lo ha conseguido, es el mejor, lo ha conseguido"

- Pero tendremos que ver cómo evolucionan -afirma prudente el doctor procurando no dar falsas esperanzas

- A qué te refieres?

- Se los acabamos de poner, son los pulmones de otra persona -razona el otro chico- aunque se hayan adaptado bien al principio, sigue siendo un cuerpo extraño en el organismo de Raoul y su propio cuerpo querrá eliminarlos

- Entiendo...

- Entonces, va a ser muy duro, tendrá que tomarse un montón de medicamentos para adaptarse y puede que tarde mucho en estar al cien por cien -argumenta el doctor- pero lo más difícil, está hecho

- Vale

- Y, señor Hernández, Raoul le necesita más que nunca -le advierte el médico- esté usted por y para él

- Ya... -ríe Agoney- aunque Raoul estuviera completamente sano, ya vivo por y para él

El médico le dedica una carcajada sincera y Agoney puede ir al fin a ver a Raoul, quien está discutiendo con su enfermero.

- Que te he dicho que no! -afirma el profesional

- Y yo he dicho que tengo hambre -contraataca el rubio

- Cualquiera diría que te acaban de operar, pollito -ríe el canario

- Ago!!! -se le ilumina la cara al catalán- dile que me de comida

- Te acabamos de operar, Raoul, se supone que debes estar varios días solo a base de suero -explica el enfermero

- Y yo te he dicho que esto no me llena -se queja Raoul- tengo hambre

- Cómo vas a tener hambre?

- Tiene hambre, siempre tiene hambre -afirma entre risas Agoney

- Exactamente -le da la razón Raoul

- Pero nadie nunca había...

- Ya, bueno, Raoul es único -le corta Agoney sonriendo

Los dos chicos comparten una sonrisa sincera mientras el enfermero no da crédito a lo que está ocurriendo.

- Yo... yo... veré qué puedo hacer -sentencia el profesional saliendo de la sala

El enfermero cierra la puerta y Agoney aprovecha para sentarse en la cama de Raoul a quien, después de demasiado tiempo como para contarlo, se le hace rato ver sin la bombona pegada a su boca y nariz.

- Cómo está la coshita más bonita del mundo? -pregunta Agoney acariciándole el pelo

- Agoney, tenemos cuarenta años, deja de llamarme así, por favor -suplica el rubio

- Me da igual, rubio -se indigna Agoney- eras mi coshita a los veinte, eres mi coshita a los cuarenta y lo seguirás siendo a los ochenta

- Haces que me sienta como un niño -se pone de morros Raoul

- Haces que me enfade como un niño... -canta Agoney poniendo media sonrisa

- Sabes que no voy a irme, solo soy feliz contigo -le sigue Raoul con una sonrisa

Ambos ríen a carcajadas cantando la que es su, autoproclamada, canción. El canario besa la cabeza del rubio y se acurruca más junto a él. Pasan unos minutos hasta que el enfermero de antes y el médico entran a la habitación.

- Estás seguro de que quieres comer? -pregunta perplejo el doctor

- Qué sí, Dios, tan difícil es de creer? -se indigna de broma el catalán

- Raoul, que no es normal -sentencia el médico

- Bueno, da igual, que coma -acaba cediendo el enfermero

- Vale vale, si notáis alguna anomalía durante las próximas horas, avisad -les pide el doctor antes de tenderle una bandeja con un cuenco de sopa- aquí tienes

- Dios, al fin! Unos minutos más y hubiese muerto de desnutrición -exagera Raoul

- No seas dramático -le da un manotazo en el brazo entre risas Agoney

Los dos trabajadores abandonan la habitación igual de sorprendidos provocando las risas de ambos chicos y dejándolos solos de nuevo.

- Ago, ahora que me doy cuenta me duele un poco el brazo -hace un puchero Raoul

- No cuela, cómete la dichosa sopa -ríe Agoney

- Venga, porfa... -le pide Raoul con cara de cachorrito a Agoney

- Te salva que no te pueda decir no a nada, que sino... -sentencia el canario cogiendo la cuchara y acomodándose junto a Raoul

El rubio acepta la cucharada de su marido con una sonrisa triunfante.

- Luego dices que te sientes como un bebé, pero me pides que te dé de comer -ríe Agoney

Y Raoul, contra todo pronóstico, en vez de responder al ataque de Agoney ríe a carcajadas.

-Ey, qué pasó? -ríe también el canario

- Que soy muy feliz, mi amor -confiesa Raoul- que puedo hablar contigo sin ahogarme, que ya no me duele el pecho, que he vuelto a nacer...

- Jo, yo también soy muy feliz, pollito -le abraza con fuerza- ay, perdón, cariño

- No, Ago, estrujame cuanto quieras, no me haces daño -afirma orgulloso el rubio

- A ver, vamos a calmarnos que te acaban de operar, tampoco es que te pueda apretujar mucho -le contradice el moreno

- Sí, pero ya me entiendes, jo -ríe Raoul

Y vuelven a abrazarse sin acabar de creerse que Raoul ya pueda respirar de nuevo. Sin creerse que después de tanto tiempo, el pollito puede volver a volar.

FLAMES (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora