Julsbela- mi persona favorita

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Julia



Sentada en la cama, rasgaba las cuerdas de la guitarra intentando conseguir un sonido nuevo. Necesitaba ser algo que retrate la forma en que el sol de la tarde se colaba por la ventana y dibujaba con su luz rayas de distintos tamaños en las mantas y el suelo, para no olvidármelo jamás. Quería un sonido que me recordara, sin importar en dónde esté cuando lo toque o lo escuche, el olor a la playa de mi pueblo, el sonido de la música de la vecina y la voz de Sabela quejándose en gallego desde la cocina.

Un par de acordes salieron cuando cerré los ojos, y desaparecieron cuando los abrí por la sorpresa de haberlos encontrado. Los volví a cerrar, y mis dedos se movieron sobre las cuerdas sin que yo les diera órdenes, y frente a mí se fue formando con cada nota todo lo que estaba viendo antes, sin que yo abriera los ojos.

Sonaba a sol, a playa y a amor. A luz cálida, a mi pueblo y a ella.

El colchón a mi lado se hundió y abrí los ojos, anotando cada acorde en mi cuaderno sin atreverme a confiar en mi memoria.
Todo lo que veía seguía allí, ahora quizás más resumido, porque solo la miré a ella. En sus ojos vi el color del atardecer del sol más brillante; en su piel, el morenito que dejaban las playas de Cádiz; y en su alma, todo el amor del mundo.

—¿Todo bien?— Pregunté al ver que no decía nada, atrapando una de sus manos con la mía. A pesar de no haberle entendido ni una palabra, no me hacía falta para reconocer su tono.

—Sí,— Suspiró. Luego, se despeinó un poco con su mano libre, poniéndose casi todo el cabello para un costado.— Era mi compañero del trabajo, el que te conté anoche.— Fruncí el ceño, a pesar de la ternura que me causaba que su acento gallego adquiera mucha más intensidad después de hablar en su idioma.— Iba a llamarme para hacerme una consulta por un paciente, y ha acabado pidiéndome salir.— Abrí los ojos con sorpresa, pero no demasiada, ya que me había imaginado que iba a intentarlo por las cosas que Sabela me iba contando a diario.

—¿Y tú qué le has dicho?— La miré a los ojos, intentando mantener una expresión seria y fingiendo preocupación, pero su mirada asesina y la gracia que me hacía la situación no me permitió aguantar la risa mucho más.

—Eres tonta, eh. Le dije que no, obviamente.— Soltó mi mano, empujándome despacio. Pero ella también rió, y me pareció que un pequeño empujón lo valía. Cualquier cosa realmente, con tal de devolverle la sonrisa.— Y que limitara las llamadas a lo estrictamente necesario en los fines de semana. Encima que estoy de escapada romántica.

Asentí, volviendo a agarrar mi guitarra. Toqué algunos acordes hasta que levanté la mirada, ahora sin ánimos de bromear.

—Si alguna vez te incomoda, dímelo, ¿Vale?— Me miró a los ojos y supo que iba en serio. Se mordió el labio inferior antes de asentir.— Vale. Que si tiene que haber pelea física, la hay. Llamo yo al gitano y lo cogemo...— Gesticulaba golpes con mis manos, haciendo caras exageradas para hacerla reír, lográndolo hasta que me calló con un beso.

—Nadie va a coger a nadie,— Me dijo, con su frente pegada a la mía. Abrí los ojos para encontrarme con los más lindos del continente mirándome con intensidad.— Ni habrá pelea física.— Formé un puchero con mis labios, el cual ella besó apenas descubrió.

—Bueeeeno.— Acepté, porque no podía negarme a nada si la tenía tan cerca. Bien podría pedirme que no coma más croquetas y lo haría sin rechistar.— Pero sabes que voy en serio con lo otro, ¿No? Me avisarás si algún día se escapa de tu control.— Me enfrenté al sol más abrasador, encontrando fuego hogareño en cambio.

—Lo haré.— Me aseguró en un susurro, y le creí.— Qué guapa eres.— Dijo mirándome, y me reí.— En serio, mira esa cara bonita.— Me besó rápido cada parte de mi rostro, y me enamoré un poco más.

—Calla.— Escondí mis mejillas encendidas detrás de mi pelo, recolocándome en mi posición inicial con mi guitarra como escudo protector.— Te quiero un montón, Sabela.— Murmuré sin embargo, cuando se pegó a mí mientras reía. Me colocó el cabello detrás de la oreja, y nos quedamos sentadas sobre la cama, yo contra el respaldo y ella apoyada en mi hombro.

—Mmm, yo no lo sé.— Dijo vacilándome, provocando mi risa.— No te creo si no me lo dices mirándome a los ojos.

—No puedo mirarte a los ojos, cariño.— Expliqué como si fuera lo más obvio del mundo, antes de girarme hacia ella y mirarla con los ojos entrecerrados, como si me faltaran mis lentes. Me miraba como si estuviera loca, sin entender de qué hablaba.— Me encandilas.

De repente el momento tuvo letra, y con un jadeo de sorpresa tuve que dejar de mirar su sonrisa con toda mi fuerza de voluntad para corroborar los acordes que había escrito minutos atrás. Los toqué como si llevaran escritos años, esperando que una voz los acompañe y unos oídos los escuchen, y este fuera el momento perfecto.

Yo sé que tú a mí me quieres un poco,— Canté, encontrando el ritmo en el momento, girándome un poco para que tuviera claro que aquella frase compuesta en un instante era sólo para ella. Su sonrisa aumentó, soltando una carcajada.— con tu carita posada en mi hombro. Mira quién canta, es la voz de mi alma.

Intentaba dejar de sonreír mordiéndose el labio, pero al parecer no tenía suficiente fuerza, porque sus dientes ganaban la batalla. Quise escribir una canción por cada facción de su rostro.

Cantaba desde lo más profundo de mi alma, más nerviosa que si tuviera delante a quince mil personas, perdida en los ojos del amor de mi vida.
Nunca pensé acabar así con alguien, deseando componerle canciones a sus pestañas, pero no me molestaba en absoluto si eran las suyas. De hecho, ya se acumulaban algunas oraciones en el fondo de mi mente.

Improvisé algunas frases que me gustaron y otras que no quedaban tan bien pero la hicieron reír, por lo que también fueron bienvenidas, hasta que dejé la guitarra a un lado y me dediqué a besar sus labios al ver que se le habían empañado los ojos con lágrimas.

—Te quiero muchísimo, no solo un poco.— Me dijo mirándome mientras sostenía mis mejillas con sus manos y acariciaba mi piel, acomodándome mechones de cabello. Sentí un ligero calor en mis mejillas, pero pensé que tal vez se debía a los soles que tenía a pocos centímetros dándome de frente.— No te merezco.

Me reí, porque era la mejor broma que me contaron en toda mi vida. Pero me detuve para sentarla a horcajadas sobre mis piernas y besarla otra vez. Tantas veces como me permitió la consciencia antes de gritarme que le diga que la quiero frente a frente.

—Te quiero.— Susurré mirándola a los ojos antes de besarla otra vez.— Te quiero.— Repetí las palabras, y la acción. Tantas veces como me pareció necesario para que lo recordara siempre, al igual que los acordes que me recordarían a sus besos, su luz y su calma, convirtiéndose en mi canción preferida incluso antes de que esté acabada.

—Eres mi persona favorita de todo el mundo.— Me abrazó después de decirme aquello, y agradecí que no viera mi sonrisa, porque mi tío se pasó con el blanqueamiento y podría quedar ciega si la veía. Y yo no era capaz de quitarla de mi rostro.— Estoy intentando recuperarme porque creo que me derretí un poquito por dentro. Así que no me moveré por unos minutos.— Volví a reír, cerrando los ojos y apretándola más contra mí, evitando pedirle que se quedara a vivir entre mis brazos cuando sentí a su corazón latir acelerado contra mi pecho.


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Mi persona favorita- Alejandro Sanz & Camila Cabello

Pfff, no me sale no ser tremendamente cursi con estas dos. Perdón si les di diabetes o si no aguantaron ni dos renglones leyendo.

pd: recuerden que siempre pueden comentar lo que les pareció este os, sugerir ideas o pedir la siguiente pareja. no me molesta que lo hagan, solo sepan que no siempre les voy a dar bola jejeje. pero muchas veces sí, como ahora que vi que querían julsbela, así que no se rindan (¿?) gracias x leer!!

oneshots ot2018Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin