Albalia- argentina

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Julia

Me acerqué a la puerta al grito de que ya llegaba a abrir. Alba se había olvidado la llave del departamento que compartíamos antes de irse a la facultad por la mañana, y ahora me pedía que le abriera rápido con una prisa demasiado notoria en su voz.

Tenía una mochila simple y una lapicera en la mano.

-Vení, ayudame a escribir algo.- Me dijo. Se acomodó en la mesa de la cocina y me esperó, tendiéndome una libreta llena de frases tachadas y el boceto a tinta de una chica.-Yo te dicto y vos anotá.- Me ordenó, acompañando su frase con varias manifestaciones del tic nervioso que atacaba a sus ojos. -Poné...- Se mordía la piel del dedo, pensando, y nada.

-¿Para quién es?-Intenté ayudar, aunque algo me decía que tenía su retrato en mis manos. Habían sido pocas, pero ya habíamos vivido ocasiones como esta, en la que necesitaba ayuda para verbalizar su cúmulo de pensamientos y acudía a mí. Yo intentaba ayudarla desde mi humilde lugar de compositora de mi propia música, que ni siquiera había visto la luz aún, mas Alba muchas veces la había llamado maravilla auditiva y otros tantos halagos que a mí me parecían exagerados.

-Una mesera de un bar que conocí anoche. Necesito algo distinto, que la movilice.- Dijo, moviendo ahora su nariz. Podría oír a su cerebro maquinar de no ser por el ruido constante del tráfico de la capital de Buenos Aires.

-¿Qué te gustó al verla?- Pregunté, para tener un hilo del que tirar.

-Me gustaron sus ojos, a pesar de que no me gustan los ojos oscuros.- Respondió con tanta claridad como si pudiera verlos en este momento. Sonreí y escribí.

-Bien. ¿Qué más?

-La espalda, la sonrisa, ¡ah!- Exclamó, como acordándose de algo muy importante.- Anotá: su voz. Por favor, cuando la escuché sin antes haberla visto. Anotá eso.- Yo iba tomando nota y tratando de unir todo a la velocidad de la luz, pisándole los talones a la memoria de mi amiga, que era más rápida.- Su cintura y sus caderas. Hasta sus aros. Usaba como dos argollas, creo, y uno en la nariz.

-¿Hablaron algo?- Pregunté, cuando noté que había terminado con su lista.

-Sí, aparte de pedirle la comida le pregunté si era nueva, y efectivamente lo era.- Hablaba tan rápido como cada vez que se ponía nerviosa, pero con un tono que pocas veces había percibido en su voz.- Le dije que eso me imaginé. Sonriendo, ¿viste?, como para que entienda que si la hubiera visto antes, me acordaría sin problemas.

-¿Eso es todo?- Mordí la lapicera esperando que a Alba no le molestara. Sentía cómo mi mente también comenzaba a mover sus engranajes.

Me miraba pero veía otra imagen adelante de mi cara, como si recordara todo lo que le sucedió anoche en forma de película. Habría llegado a su parte preferida, supuse, cuando sonrió ampliamente. La sonrisa la tenía cargada de diversión y ternura.

-Cuando me fui, le pregunté si conocía a Mario Benedetti. Me preguntó si era el 9 de Boca.- Soltó una risa nasal, negando con la cabeza, y mi carcajada fue un poco más alta. Pero me aseguré de escribirlo.- Entonces me di cuenta que su inocencia, su ternura o sus carencias también me gustaban.

Se quedó en silencio por unos minutos. Yo escribía, tachaba y volvía a escribir, intentando ponerme un poco en su piel para describir algo que yo solo había vivido a través de sus palabras.

Después de unos minutos más, dejé la lapicera sobre la mesa, releí lo que había escrito y la miré a ella, que me miraba ansiosa. Me encogí de hombros, satisfecha. A mí me gustaba.

-¿Terminaste?

-Sí.

-A ver, leeme.- Asentí y me aclaré la garganta antes de comenzar.

-"Hay determinadas cosas en las mujeres que no me gustan pero que en vos pasan por alto. Los ojos marrones me dan lo mismo, no así los tuyos que son invisibles y me invitan a desaparecer.
Dame la espalda siempre, que con tus hombros me entiendo bien. No me pierdo de nada si no nos enfrentamos, estoy en el mejor recorrido hacia la maravilla.
Dispara tu timbre de voz, que necesito alguna herida de bala.
Hasta tus adornos me seducen. Saben que están reposando sobre el cuerpo sagrado y se jactan de ello. Me seduce su soberbia.
Y a tu cintura le faltan seis cuerdas para ser el instrumento intocable más anhelado.
Solo podría confirmar tu inocencia, pero sería aburrido e injusto de mi parte.
Me tienta todo lo tuyo. Ay, no nos tentemos que si nos tentamos, no nos podremos olvidar, diría Mario."

Me miraba tan fijamente y con tanta seriedad que no sabía si esperar que se levante a aplaudir o me dijera que le pareció una mierda.

-¿Vos decís que eso funciona?- Fue su respuesta desdeñosa. Pero antes de que pudiera rebatir, se rió y vino a besar mi mejilla repetidas veces.- Es perfecto, Julita. Gracias.

-Y ahora, ¿Qué vas a hacer con esto?

-No tengo ni la menor idea.

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No merezco halagos por este oneshot, puesto que es una mera adaptación del texto hermoso de Pablo Pontoriero (pablo.pontoriero.escritos en Instagram), el cual quería compartirles.

Tiene referencias de temas de Argentina, como el jugador de Boca, que me parecían importantes para la historia, y además los textos de acá con nuestra forma de hablar me parecen preciosos, sobre todo los de amor, así que no pude cambiar eso. Aparte de que me resulta gracioso imaginarlas hablando con acento argentino.

Espero que les haya gustado tanto como a mí.

PD: Capaz escriba algún otro oneshot así, porque me gustó no sentirme una farsante escribiendo por acá jajajaja. Y me siento mucho más libre escribiendo con las palabras que yo usaría para transmitir algo.





oneshots ot2018Where stories live. Discover now