Albalia- mal día

2K 99 16
                                    

Parecía que el sol se hubiera marchado del cielo madrileño, pero solo se trataba de que Alba Reche no sonreía. Él seguía ahí, aunque brillando un poco menos. Ella caminaba con la cabeza gacha, al contrario de su postura habitual.

Todas las personas del mundo, incluso las más alegres, de vez en cuando tenían un mal día. Alba lo sabía y aceptaba que fuera su turno mientras volvía del estudio de grabación tras una de las tantas sesiones de composición que tenía últimamente; en esta, solo le habían salido canciones tristes, rompiendo con la costumbre de los últimos días de comenzar a ponerle letra a una base alegre.

 Había llegado, saludado con un abrazo a cada miembro de su equipo e instantáneamente les leyó las oraciones que le salieron mientras se cepillaba los dientes y alcanzó a escribir en un ticket que encontró en su bolsillo. Les dedicaron todo el día, y se marcharon con una canción a medio terminar y una sonrisa en sus rostros. Excepto ella, que se sentía infinitamente agradecida por la oportunidad que tenía de perseguir sus sueños y verlos tomar forma de a poco frente a sus ojos y bajo sus manos, pero que aquel día no dejaba ciego a nadie con su sonrisa. Algunas personas se giraban a verla, igualmente, porque seguía desprendiendo aquella luz tan característica de su esencia, aun si brillaba un poco menos.

Era uno de esos días en los que sientes que algo va mal pero no logras distinguir qué es. En los que no sientes ganas de hablar aunque no tengas ningún problema con nadie. Como si tan solo fueras un personaje y la escritora se hubiera olvidado de darle diálogos a tu historia. Pero no te hicieran falta.

Caminó las pocas calles que separaban el estudio de su casa detrás de unos lentes de sol que no tenían rayos de los que proteger a sus ojos, pero protegían al mundo de los ojos tristes de Alba Reche, que significaban uno de los peores dramas posibles para la humanidad. O al menos para la gente afortunada de conocerlos antes, que ahora debía enfrentarse a la desolación de la oscuridad tras acostumbrarse a ver la luz por tanto tiempo.

Apenas cruzó el umbral de la puerta de su piso y se quitó los lentes, dejándolos en la mesa del recibidor junto a las llaves, Marilia llegó a saludarla con un abrazo, robándole con facilidad una sonrisa y su abrigo, el cual colgó en el perchero junto a la puerta, gesto que la rubia agradeció casi tanto como el té que le trajo una vez se había sentado en el sofá junto a Marta, que miraba una serie en la televisión.

Un calorcito hogareño se instaló en su pecho con cada sorbo de su taza, mientras respondía las preguntas que le hacían sus amigas sobre cómo había ido el día en el estudio sin explayarse mucho. No agradeció tanto las preguntas que siguieron sobre si se encontraba bien y que Marta quitara la serie de la pantalla para ofrecerle toda su atención, pero rápidamente encontró una excusa para marcharse a su habitación cuando oyó los maullidos de Queen. Las chicas sentadas en el sofá se miraron sin comprender lo que ocurría pero decidiendo en un acuerdo tácito que no podía ser tan grave si Alba decidía no contarles, ya que desde que se habían conocido, ninguna le ocultaba sus problemas a las demás sino que al contrario, habían aprendido a servirse de refugio entre sí. En cada una existía un hogar lejos de casa para el resto.

Alba llegó a su habitación, cerró la puerta y se dejó caer como un peso muerto sobre su cama, cerrando los ojos al sentir la oleada de relajación recorriendo cada uno de sus músculos tensos. Al instante, sintió las caricias de su mascota en su rostro y cuello, y no pudo evitar reír por las cosquillas y ternura que ésta le causaba. Sin dudas era la gata más cariñosa del mundo, y sobre todo si se trataba de ella, con quien convivía hacía años y a quien conocía tanto como para interpretar su estado de ánimo y recostarse contra su cintura hecha una bolita.

 Con un brazo sobre sus ojos y el otro acariciando a Queen, Alba se dedicó a hacer nada por lo que pareció media hora pero que podrían haber sido cinco horas, o diez minutos. No pensaba en nada en especial y a la vez pensaba en todo, haciendo un esfuerzo casi inhumano por identificar los sentimientos que se arremolinaban en su interior y se anudaban en su garganta. Fuera, podía oír a Marta y Marilia haciendo lo que parecía ser destrozar el piso entre risas y gritos, hasta que el sonido de la puerta abriéndose las alertó y el lugar pareció tranquilizarse por un momento. Pensó en que quizás había llegado la cordura, pero su idea fue rápidamente refutada cuando las dos voces que gritaban y reían por la cocina y el salón se transformaron en tres. Negó con la cabeza cuando oyó a aquella tercera voz, sabiendo perfectamente a quién le pertenecía.

Minutos más tarde se descubrió capaz de distinguirla caminar por el pasillo de las habitaciones sin necesitar verla o escuchar su voz. Luego oyó su puerta abrirse y los pasos acercarse a su cama, también los zapatos chocar contra el suelo. Sintió el colchón hundirse a su lado, su perfume e incluso su mirada sobre su rostro aunque aún no se hubiera quitado el brazo de la cara. Pero oyó su sonrisa formarse en su rostro  y no le quedó fuerza de voluntad para perderse aquellas vistas.

 Natalia la miraba con una sonrisa inocente y la respiración agitada por lo que sea que hubieran estado haciendo allí afuera, el pecho subiendo y bajando como intentando recuperar su ritmo natural. Alba se perdió entre el brillo que, igual que por la mañana, seguía en sus ojos. Natalia, apoyada en su codo sobre la cama, acarició su mejilla con delicadeza, perdida también en el brillo que ella hallaría siempre en los ojos del color de la miel que la miraban desde abajo, incluso si su dueña no lo lograba. Se inclinó sobre ella y besó sus labios, tardando unos segundos en separarse y ver la expresión, ahora relajada, en su rostro. 

Nunca les habían hecho falta las palabras para comunicarse. A veces parecía que las usaban solo porque era lo socialmente correcto, pero cuando estaban a solas, y sobre todo cuando una de las dos necesitaba silencio, la otra lo sabía interpretar. Y volvían a utilizar su lenguaje de dos.

Se miraban a los ojos contándose todo, sin guardarse secretos mientras el pulgar de Natalia seguía acariciando la piel suave de la mejilla de su novia con tanta delicadeza y lentitud que parecía estar restaurando una obra de arte valuada en millones de euros. Sus respiraciones, ahora reguladas, parecían sincronizarse casi tan bien como los latidos de sus corazones. Seguían en silencio, habían olvidado la existencia de las letras, las palabras y las oraciones. Ya no entendían de sujetos ni de predicados.
Se habían transportado al mundo al que recurrían cuando necesitaban escapar un ratito, en donde no existía nada más que ellas dos.

Incluso Queen supo comprender que aquel momento solo les pertenecía a ellas y que cualquier mirada que se posara sobre sus cuerpos cargaría siempre con la culpa de haber interrumpido una conexión tan íntima. Saltó de la cama al suelo, y se marchó con elegancia por la puerta que Natalia había dejado entreabierta. Si pudiera, seguramente la habría cerrado. Pero era una gata, y no podía, y para hacerlo tendría que haberse dado la vuelta, y aún le quedaba tiempo en aquella vida, el cual no pensaba pasar arrepentida.

Alba fue quien rompió el contacto visual, para cambiar de posición. Se acercó a su novia, que la miraba mordiéndose el labio inferior, y aún sin decir nada, tomó su mejilla liberando el labio apresado con su pulgar. Luego dejó un beso en él, y con un suspiro se abrazó a Natalia, pegando su rostro a su cuello sin dejar de acariciar su mejilla. Natalia también cerró los ojos, rodeando su cintura para pegarla aún más a ella, acariciando su nuca rapada con la mano que tenía libre y besando despacio su mejilla, como si no quisiera alterar el orden de su planeta. Aquel en donde el sol se ponía cada vez que Alba sonreía y los días duraban muy poco. Ese en el que aquella noche deberían ver la Luna más de la cuenta, pero con la seguridad -porque se lo habían dicho, sin usar palabras- de que no tardaría demasiado en amanecer. Solo era un mal día.








-----------------------------------------------------------

chin pum.

¿sobre quiénes tratará el siguiente? 👀




















oneshots ot2018Where stories live. Discover now