37. Descuidado

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Algunos días más tarde salí del hospital, en mi brazo quedaron algunas marcas de los cortes, pero por suerte no son de por vida. Sin embargo, sigo lastimando mis brazos, pero ahora no los sangro tanto. No puedo evitarlo.

Detuvieron a la persona que atropelló a Clara gracias al hombre que memorizó la patente, el auto resultó ser propiedad del amante de Laura, y en el momento del accidente tanto ella como él estaban en el auto. Aún estamos esperando a que reciban una condena por ello, ya que la atropellaron estando ambos en ebriedad.

Es 25 de febrero. Clara sigue internada y en coma, todos los días la visito con una rosa blanca, la cual dejo en un florero que está en la mesa al lado de su camilla. Aunque no puedo hablarle, en mi mente hablo como si ella pudiera escucharme y responderme.

-Te prometo que te vas a recuperar, vamos a visitar muchos lugares y vamos a estar juntos para siempre. Te lo prometo, mi amor.

El horario de visita terminó, así que besé su frente y me fui de la habitación. Durante todo este tiempo tuve problemas para dormir, mi alimentación empeoró y ya no estoy tan animado como antes, lo cual se refleja mucho en mi ambiente y mi apariencia. Mi habitación ya no está tan ordenada, estoy pálido, tengo enormes ojeras y bajé casi 10 kilos. Daniel se está preocupando demasiado, no le gusta verme tan mal, pero no encuentra la forma de hacerme sentir mejor.

Como todas las noches desde lo sucedido, estuve dando vueltas durante horas en mi cama, recordando todos los hermosos momentos que pasé con Clara y mirando fotos en las que estábamos juntos. No puedo evitar llorar cada noche, sentirme débil por no poder ayudarla.

Al día siguiente fui al hospital como siempre, con una rosa blanca en la mano y tristeza en el corazón. Sin embargo, mi tristeza se desvaneció rápido al ver a Clara con los ojos abiertos y mirando el techo. Corrí a abrazarla, la asusté un poco al principio, pero no tardó en devolverme el abrazo.

-Martín... me alegra que estés acá... ¿qué fecha es? -me preguntó, todavía estaba algo débil. Busqué una lapicera dentro de los cajones de la mesa y anoté en mi mano "26/02" -¡¿En serio?! ¡¿Qué pasó que estuve tanto tiempo ausente?! -se quedó en silencio unos instantes, repentinamente sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a tocar las marcas de mis brazos. -¿Por qué te hiciste esto? ¿Te cortaste?... -avergonzado, bajé la mirada y afirmé con la cabeza. -Pensé que jamás volverías a hacerlo, además estás pálido y más flaco... pensé que te cuidarías por mí...

Me prometí que me cuidaría por ella, pero me doy cuenta que es lo que menos hice.

Entre silencios y aromasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora