Capítulo 1

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"El latir del pulso humano es ensordecedor para ellos, su cuerpo un frágil saco de huesos y su sangre embriagadora. Allí donde estén, siempre serán capaces de rastrear la mínima gota con la que saciar su sed"

espués de ayudar a su padre a cargar los pedidos en la furgoneta, se quedó tras el mostrador, sentado en aquel pequeño e incómodo taburete, cubierto de cuero sintético, mientras leía una de las revistas que siempre rondaban por allí. Estaban abonados a una famosa revista que aconsejaba sobre el cuidado de una gran diversidad de plantas. El especial de aquel mes eran las orquídeas.

«El cuidado de las orquídeas pueden depender del tipo de planta seleccionado. La más común suele ser la Phalaenopsis y tienden a oscilar entre el color blanco y el morado. De la familia de las orquídeas, el género Phalaenopsis agrupa unas cincuenta especies tropicales, originaras de Taiwán, las Filipinas, Australia y las islas del océano índico. Se dice que es una planta monopodal...».

En general, el artículo era un tanto aburrido, apasionante tal vez para un amante de las plantas. Pero, sin duda, no para él. Decidió ignorar los textos largos y tediosos y pasar el rato viendo las fotografías de las diferentes orquídeas de las que hablaba el artículo. Apoyado vagamente sobre el mostrador, pasaba lentamente las hojas de la revista.

Hacía frío, la calefacción del establecimiento no funcionaba, pero su padre estaba buscando uno barato para cambiarlo cuanto antes, algunas de las plantas que tenía no soportarían el frío invernal, a diferencia de las de su jardín. Era aburrido sustituirle mientras entregaba los pedidos a domicilio, pero gracias a aquel negocio podían pagarse el pan de cada día. No era mucho, pero la gente del pueblo era generosa con ellos. El negocio familiar había pasado de manos de su difunto abuelo a manos de su padre y éste soñaba con dejarlo en manos de Louis algún día. Y éste no sabía cómo decirle que aquello no le emocionaba en absoluto.

No sabía qué haría con su vida al terminar el instituto. No tenía motivación alguna por encontrar un trabajo o seguir estudiando y su graduación sería en pocos meses. Tal vez, quedarse con el negocio familiar era lo mejor, aunque dudaba ser capaz de mantener las preciadas flores de su padre vivas por mucho tiempo.

Intentaba no agobiarse mientras sus compañeros de clase alardeaban con haber sido aceptados en la universidad de la ciudad, mientras tanto, él sonreía y fingía tenerlo todo controlado. ¿Qué trabajo podría motivarlo? Era un chico algo perezoso con notas normales al que sólo le apasionaban los programas de sucesos paranormales y criaturas míticas.

Las bisagras de la puerta del establecimiento chirriaron, anunciando que alguien había entrado. Frunció el ceño, echándole una mirada furtiva a la hora en su móvil, el cual descansaba sobre el mostrador, junto a la revista. A penas había pasado un cuarto de hora, unos largos e incesantes minutos llenos de aburrimiento. Era extraño que su padre volviese tan pronto de entregar los pedidos, pues desde hacía un tiempo los vecinos de aquel pueblo habían tomado la costumbre de pedir sus encargos a domicilio, a pesar de tener que cobrar diez dólares más por el desplazamiento. El local estaba alejado, casi tanto como el domicilio de Louis, y los habitantes del pueblo se veían obligados a subir una espantosa colina para llegar hasta él. Finalmente, al ver que el número de encargos reducía rápidamente, su padre no tuvo más remedio que ofrecer el servicio a domicilio y, a decir verdad, les iba mejor que nunca. Seguían siendo una familia humilde, pero estaban menos asfixiados que años atrás.

—Qué rápido has terminado hoy, ¿no? —dijo en tono aburrido mientras pasaba otra página de la revista, dándose cuenta de que era la última. Suspiró—. ¿Puedo irme ya a casa?

Al subir la mirada, su corazón dio un vuelco. Se llevó una mano al pecho mientras procuraba que su respiración no sonase agitada. Harry, su nuevo vecino, se encontraba admirando las flores que se encontraba en uno de los escaparates. Vestía con un largo abrigo de color negro y el cuello de éste cubría el suyo por completo. Casi le daba la espalda y vio cómo llevaba una de sus manos hasta sus oídos, como si algo le molestase.

𝓇ℴ𝓈ℯ𝓈 𝒻ℴ𝓇 𝓎ℴ𝓊 🥀 𝒍𝒂𝒓𝒓𝒚 𝒔𝒕𝒚𝒍𝒊𝒏𝒔𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora