El arte

488 36 27
                                    

Sí soy yo otra vez. Mi beta reader me ha chantajeado con secso para subir otro capi jeje. Okno, no me ha chantajeado es que soy muy fácil de convencer. Espero que os guste mucho y aprovecho para darle las gracias a mi correctora personal.

CAPÍTULO 4: EL ARTE

Despertó temprano, como casa mañana, al sentir los leves rayos de sol acariciando su rostro. Mantuvo los ojos cerrados hasta que fue consciente de un peso sobre su pecho al que no estaba acostumbrada y llevo ahí su mano para encontrarse con la cabellera color miel de Noah. Abrió los ojos y la vio, completamente dormida sobre ella, no sabía en qué momento se había desplazado para quedar sobre su pecho, aferrada a ella como una lapa y sin soltar su camisa, hecha un auténtico desastre de tanto que la había arrugado.

Intentó levantarse pero la pequeña se removió intranquila, seguramente teniendo una pesadilla, por lo que acarició sus cabellos con suavidad, calmándola. Noah abrió los ojos lentamente, analizando dónde se encontraba y vibrando de alegría al ver que estaba en los brazos de su mamá. Al ver que la niña despertaba, la apartó con cuidado y tomó su temperatura, haciendo un gesto de evidente disgusto. La pequeña seguía con fiebre y eso quería decir que no podía irse a trabajar. Mientras cogía su móvil para avisar a su becario para que se hiciese cargo de sus clases, Noah no dejaba de saltar en la cama, por mucha fiebre que tuviera, la excitación de tener a su madre para ella era mucho mayor y no podía estarse quieta.

Tras avisar de que no acudiría a su puesto de trabajo, intentó sin éxito calmar a la pequeña, que solo la miraba y gritaba palabras incomprensibles, donde solo podía entender mamá y nena, mientras la niña corría de un lado a otro de la casa sin dejarse atrapar, acabando con su paciencia.

Llamó a Jen pero esta no respondió, seguramente estaba trabajando, por lo que, desquiciada y sin saber qué hacer, se dedicó a perseguir a Noah que parecía estar jugando con ella, con una sonrisa infantil y radiante en el rostro.

Cuando finalmente la atrapó, la pequeña se aferró a su cuello riendo, mientras Inés la conducía a su habitación para vestirla pues no quería que se pasease por ahí en pijama. Vestirla fue otro reto, ya que la pequeña no se estaba quieta, en cuanto su madre se giraba para coger cualquier cosa la niña se le escapaba empezando a correr otra vez, con una energía infinita, y agotándola.

Una vez consiguió vestirla y acostarla en el sofá para que se estuviese tranquila, la niña empezó a inquietarse y se levantó, corriendo a la habitación de donde volvió a los pocos minutos arrastrando la camisa de la que no se separaba. Abrazada a dicha prenda dejó que Inés la acomodara sobre el sillón y le diese los medicamentos que le había recetado el pediatra, cayendo dormida en el acto. Inés la arropó para que no cogiera frío y suspiró aliviada, Noah era un pequeño terremoto hiperactivo, solo unas horas con ella y había terminado exhausta.

Iba a levantarse cuando notó que la pequeña volvía a agitarse, estaba en esa época de la infancia donde las pesadillas acudían con fuerza y no supo cómo reaccionar, nunca había acudido a ella cuando tenía esos sueños. Acarició suavemente la palma de su mano y esta la agarró con fuerza. Entre murmullos pudo escuchar que la llamaba en sueños y se estremeció, por mucho que le doliese, por mucho que no fuese su hija, ella era lo único que le quedaba a esa niña en el mundo.

      ***

Caía la tarde, Irene y Ruby estaban en la habitación de la castaña peleándose con el trabajo que la profesora Arrimadas les había mandado. La pelirroja estaba a punto de entrar en colapso pues no se le ocurría nada mientras Irene no dejaba de mirar por la ventana y pensar en las palabras que uso su profesora para definir la poesía, el sentimiento ¿Qué le hacía sentir lo suficiente para crear poesía?

Aula 155Where stories live. Discover now