Tormenta

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Hola! He vuelto con esta historia. Jeje. Me alegra ver que os está gustando mucho.
Gracias por todos los votos y comentarios, me hacéis feliz jajaja.
No me despido porque me conozco y nunca se sabe... A leer!

CAPÍTULO 6: TORMENTA

Era una mañana radiante, Irene se despertaba feliz por volver a las clases cuando su móvil vibro, avisándola de la llegada de un mensaje, lo miró y su sonrisa se engrandeció, mientras su corazón golpeaba su pecho con fuerza, al ver que era Pablo.

-Buenos días ojos bonitos ¿Vamos a vernos hoy?

No tardó en responder, mientras una sonrisa estúpida adornaba su rostro, con los cabellos aún alborotados y escondida entre las sábanas, sin haberse levantado todavía.

-Claro, salgo a las tres.

Dejó el teléfono sin poder dejar de sonreír, hacía una semana que había conocido a Pablo en esa fiesta y desde entonces no habían dejado de hablar un solo día, sentía una conexión muy profunda con él, se sentía bien a su lado y, por primera vez, empezó a sentir interés por alguien sentimentalmente hablando.

Empezó a reír con ganas, mientras se preparaba para meterse en la ducha, al recordar la cara de Ruby al verlos besándose, el posterior interrogatorio exhaustivo, su decepción al no haber acertado con la teoría de su supuesta homosexualidad y la emoción al ver a su amiga interesada en algo más que libros.

Saliendo de la ducha, su teléfono volvió a avisarla de la llegada de un mensaje y corrió ansiosa a abrirlo, emocionada sin saber muy bien por qué.

-Ahí estaré, se me hará eterno el día hasta poder verte ojos negros.

-Te espero frente a la facultad, no llegues tarde.

-No podría aunque quisiera.

Volvió a dejar el teléfono, se vistió a la velocidad de la luz y salió corriendo pues con la tontería de los mensajitos se le había hecho tarde. Ese día en especial iba a ser un día perfecto, a última hora tenía clase en la 155 y esperaba ansiosa una nueva cátedra de la profesora Arrimadas, para justo después encontrarse con Pablo y pasar la tarde con él, sin duda nada podía hacerla más feliz y esperaba ansiosa la llegada de su última clase.

Sabía que ese día la profesora Arrimadas repasaría los escritos que hicieron para la clase anterior y quería saber su opinión, ya que era la primera vez que escribía poesía, estaba algo nerviosa por saber su nota, la primera nota de la asignatura, esperaba haber cumplido con las expectativas de Arrimadas.

Para Inés la semana había pasado sin inconvenientes, su trabajo la absorbía y cada vez intentaba pasar más ratos libres en casa, conocer a Noah era su nueva meta y cada día la pequeña la sorprendía con creces.

En esos días aprendió a acudir a su lado cuando la atacaban las pesadillas, a calmarla acariciando suavemente sus cabellos o, simplemente, cargándola en brazos y acostándola junto a ella, donde dormía tranquila toda la noche. Aprendió a ver sus cualidades, lo inteligente que era a pesar de que no hablaba aun con propiedad, a descubrir qué llamaba su atención y qué le resultaba indiferente.

Llegó a parecerle tierna la obsesión que tenía con abrazas su camisa, el efecto calmante que este acto tenía sobre la niña le provocaba sentimientos encontrados, su ausencia larga y sin sentido durante el desarrollo de Noah le había dejado carencias que la pequeña suplió con ese pequeño sustituto, una prenda de ropa que le recordaba a su madre y convirtió en su mayor tesoro.

Aprendió a entender sus balbuceos incomprensibles, a saber cuándo tenía sueño o hambre, cuando estaba asustada o feliz.

Se sentía bien, había aceptado que la vida seguía a su ritmo, que la súbita aparición de la mirada chocolate de Irene en su vida había sido como un huracán, arrasando con todo y poniéndolo patas arriba.

Aula 155Where stories live. Discover now