Definiendo poesía

705 45 47
                                    

Hola! Buenos días, jeje. Hoy vengo prontito porque tengo intención de subir unos cuantos más de este fanfic. Luego por la noche, Without you que es el que toca.
No me enredo, disfrutad.

CAPÍTULO 14: DEFINIENDO POESÍA

Le temblaban las manos, releyendo una y otra vez esa pequeña nota, esas palabras que le estaban gritando no puedo más, necesito respuestas.

Su silencio traería como consecuencia que su profesora se rindiera, que una historia aun sin empezar terminara de forma estrepitosa, mas, si encontraba el valor para hablar, ¿Qué decir? Ni siquiera entendía lo que sentía, no podía poner nombre al vértigo que atacaba su vientre con cada una de sus notas, a las sonrisas y a los miedos que la abordaban, cómo poner nombre a sus miradas escondidas, cuando su profesora estaba distraída, al deseo ardiente de envolverse en el dulce sabor de sus labios una vez más, al pánico que se aferraba a su pecho y no la dejaba dormir, pensando que estaba enloqueciendo, o peor, que con sus actos terminaría hiriendo profundamente a esa mujer, que se había vuelto tan importante para ella.

Creyó estar enamorada de Pablo, con el muchacho todo era sencillo, dejarse llevar era fácil, pues no rompían ninguna norma moral estipulada. Con Inés todo era complicado, las separaba la edad, su estatus dentro de la universidad y, sobre todo, que ambas eran mujeres y ella jamás se había sentido atraída por su mismo sexo.

La única certeza que tenía era que sus sentimientos eran profundos, ya fuese miedo a pasión, arrasaban con su interior tambaleando todos sus esquemas y debía tomar una decisión. Permitir que ambas se adentraram de lleno en una historia que podía llevarlas al desastre o huir, negándoles la oportunidad de saber a dónde puede llevarlas ese sentimiento que ambas compartían, pues, tras meses de perderse en sus ojos café, tras las noches de insomnio, devorada por el recuerdo de un beso, por fin se admitía a si misma que miraba a Inés como algo más que una profesora.

Miró su reloj, martes a las tres y veinte, Inés Arrimadas estaba en su despacho, asistiendo a diferentes tutorías. Sabía que nadie se atrevía a visitarla en su despacho, sus ojos oscuros provocaban temblor en todos sus alumnos.

Se le cortó la respiración mirando nuevamente la nota y corrió, sin llamar demasiado la atención, corrió al despacho de su profesora, para por fin poner nombre al hervidero que ardía en su interior.

***

Inés estaba sentada en su despacho, aburrida hasta el extremo y sin dejar de pensar en Irene. Si no le daba señales en unos días tiraría la toalla. No aguantaba más ese sin saber, esa montaña rusa constante que jugaba dentro de su corazón, impidiendo que conciliara el sueño por las noches.

La hora de tutoría la encontraba lo más absurdo del mundo, nadie se presentaba nunca y ella tenía que estar obligatoriamente ahí sentada sesenta minutos por contrato, con la mirada perdida más allá de la ventana y su mente repitiendo una y mil veces una escena en concreto, un beso robado en un banco.

Perdida en sus más hermosos recuerdos, la puerta de su despacho se abrió y se cerró con suavidad, por lo que suspiró contrariada, alguien necesitaba hablar con ella.

***

Irene entró en el despacho, la silla de su profesora estaba de espaldas a ella, en dirección a la ventana, a pesar de que estaba segura de que Inés Arrimadas se encontraba en el despacho, su aroma, afrutado y salvajeb le llegó con una nitidez que le hizo tambalearse. La castaña no parecía querer dar la cara, seguía mirando hacia la ventana, aunque la había oído entrar. De pronto, su voz sonó desde la silla, imperativa y distante.

Aula 155Donde viven las historias. Descúbrelo ahora