Herida que ya no sangra

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Hola! Con este capítulo incluido quedan exactamente 4 capítulos para el final de este fanfic. *Llora amargamente*. Seguramente suba hoy dos y mañana lo termine. Mil gracias por acompañarme en este camino.
Disfrutad.

CAPÍTULO 20: HERIDA QUE YA NO SANGRA.

El humo de su cigarro se alejaba, formando sombras sin nombre, el viento revolvía las hojas de los árboles, al igual que sus castaños cabellos mientras sus ojos chocolate estaban fijos en la nada, fumando tranquilamente, esperando noticias de su novia.

La semana se escapó demasiado deprisa, había tenido que enfrentar comentarios y miradas que le hervían la sangre pero no pensaba agachar la cabeza, quería a Inés y lucharía por su historia, aunque tuviese que enfrentase uno a uno a cada idiota de la facultad que hablase mal de ellas.

Realmente pensó que serían muchos más los ataques pero. al parecer, su soberbia actuación ante la explosión que originó la noticia, consiguió ganarse la lealtad de la mayoría de estudiantes. Entre burlas, siempre aparecía alguno que la felicitaba por su valor y su determinación, siempre había alguien que animaba sus pasos para no decaer, catalogando esa relación como un modelo a seguir, amor es amor y no entiende de circunstancias adversas.

Las clases en la 155, a pesar de sus miedos, se dieron con normalidad, sin comentarios fuera de lugar y con el apoyo mudo de todos los compañeros que asistieron, sin saberlo, al nacimiento de esa historia que estaba poniendo de cabeza la facultad.

En esos instantes, Inés se estaba enfrentando a los altos cargos de la universidad, defendiendo su relación e intentando mantener su puesto de trabajo. A ella no le habían dejado asistir por lo que la esperaba impaciente en su banco, fumando un cigarro tras otro para apagar los nervios de alguna manera. Ansiaba pasar junto a Inés esa prueba pero el decano fue tajante al respecto, no podía participar de la reunión y se sentía desquiciada.

Esperaba a su novia mientras, lentamente, pasaba imágenes en su teléfono, con una sonrisa. Fotos de meses de amor, encuentros a escondidas, imágenes de familia en las que Noah ocupaba el lugar central. Ya no concebía su vida sin las noches arropando a esa pequeña a la que consideraba tan suya como de Inés, sin los fuertes brazos de la morena rodeándola, justo antes de alcanzar el sueño, despertar enredada junto a ella, degustar sus labios nada más abrir los ojos a un nuevo día... Se amaban como dos niñas inconscientes y ahora, ese amor prohibido podía costarle a su profesora su carrera como docente. Se preguntaba quién habría sido el malnacido que distribuyó las fotos con el único fin de romperlas, sabía que Inés estaba tensa, la semana aplastó sus fuerzas como un yunque, buscaba sus brazos con necesidad para seguir en pie, estaba sufriendo por las posibles consecuencias en su expediente académico, en su futuro y eso la estaba desquiciando, se sentía culpable por haber precipitado los acontecimiento basándose en sus sentimientos sin pensar en que el momento de la verdad iba a llegar y que tendrían que enfrentarse a toda esa parafernalia.

Apagó el cigarro con un suspiro, Inés estaba tardando más de lo que esperaba y no sabía si eso era algo bueno. Iba a encender otro cuando la vio aparecer, a lo lejos, inconfundible y sintió como el alivio recorría cada centímetro de su ser. Inés la vio y le regaló una sonrisa, apurando el paso para llegar a ella cuanto antes. Se sentó y atrapó sus labios con ternura.

-Sabes a cigarro Ire ¿Cuántos has fumado?

-Muchos... ¿Qué te han dicho?

-Como siempre directa al grano pequeña.

-Quería estar contigo.

-Estabas conmigo, no dejaba de pensar en ti. Fue bien dentro de lo que cabe.

Aula 155Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt