Realidad

3.9K 221 31
                                    

Natalia

Si alguien me hubiese dicho que estaría yendo a una cita con Alba Reche hacía dos semanas me habría desmayado en el suelo tan solo de pensarlo.

Para resumir rápidamente. Después de pasar la noche en mi casa, Alba desayunó conmigo, conoció a mi familia (aunque no le conté a mis padres quienes eran los suyos), y se hizo muy amiga de mis hermanos. Después la devolví a casa... y estuve sin saber de ella una semana entera.

Sí, estuve toda la semana llamando, llorando, hablando con amigos, llorando, intentando tranquilizarme, llorando de nuevo... En fin, una semana bastante ajetreada y llena de actividad quizá no deseada. No recibí noticias de ella y no supe qué le ocurría, y por unos momentos pensé en su enfermedad. Famous tampoco sabía nada de ella, y eso que estaba muy unido a la familia. No fue hasta el séptimo día que me llegó un mensaje suyo por arte de magia diciendo Hola Nat.

Fue verlo y tuve unas ganas tremendas de correr hacia su casa o donde fuera que hubiese estado para abrazarla, darle una patada, y luego llorar. También he de añadir lo pesado que estuvo Mikel todos los días que vino a casa para darme la brasa sobre Alba. Algunas veces quería estrangularlo, pero era un gran amigo en el que siempre me había estado apoyando, así que mejor no. En ese momento estaba durmiendo en mi sofá.

Al instante tuve una llamada entrante de la desaparecida y descolgué apretando tan fuerte el móvil que casi se me cayó por la terraza en la que estaba apoyada fumando. Conseguí agarrar el aparato antes de caer lo suficiente como para no alcanzarlo.

—¿Diga? —Pregunté tan nerviosa que si no se dio cuenta era porque estaba sorda.

—Hola Nat, ¿cómo estás? —Tenía ganas de pegarla. Una puta semana sin saber de ella y lo mejor que se le ocurrió fue decir, ¿hola Nat?

—Hola, supongo. ¿Dónde narices has estado toda esta semana? No he sabido nada de ti, y he estado muy preocupada y he estado llamando a todo el mundo y...

—Natalia, Natalia, calma. Ya me he enterado, y me ha parecido muy bonito por tu parte, así que... gracias, en serio.

—De nada, y ahora... ˛¿me explicas qué ha ocurrido?

—Yo... no creo que hablar de esto por teléfono sea la mejor idea.

En verdad tenía razón. Por su tono de preocupación supe que debía ser algo demasiado importante como para confiar en los aparatos tecnológicos, y eso hizo que mi curiosidad ardiese con más intensidad. Fue entonces cuando me invadió el espíritu de Mikel de repente.

—¿Y si quedamos hoy? —Propuse muy rápido, tan rápido que no entendió lo que dije.

—¿Qué?

—Que... si te apetecería quedar hoy—. Un silencio acompañó mi pregunta, ¿se lo estaría pensando o qué?

—Claro, ¿por qué no? Al fin y al cabo hay cosas de las que hablar.

—Ah genial. ¿A qué hora te recogería? —Me arrepentí un segundo después de decir aquello. ¿Y yo con qué coche la recogería si no teníamos ninguno?

—Ah pues... a las ocho y media estaría bien.

—Me viene perfecto —informé, cosa que era casi verdad. Salía de trabajar a las siete y media y tenía cuarenta y cinco minutos para prepararme e ir a su casa y recogerla. Y conseguir transporte, no le iba  a llevar en autobús. Estaba siendo bastante estúpida.

—Pues entonces... hasta las ocho y media churri.

—Igualmente... Albi —no sabía con qué contestar a ese churri. Alba me confundía demasiado.

Anillos de Carbón | AlbaliaWhere stories live. Discover now