Lee JooHeon » MONSTA X

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Cuando la explicación del doctor Chae finalmente terminó, tus viajaron desde él al mayor Lee JooHeon, quien se encontraba de pie a menos de dos metros de ti con la cabeza gacha y manteniendo un profundo y apesadumbrado mutismo que te pareció inusual. Su flequillo, de un brillante color negro, se encargó de ocultar sus pequeños ojos de ti y, a pesar de la corta distancia que los separaba, no fuiste capaz de ver su expresión.

Aguardaste en silencio, esperando pacientemente, a que alguno de los dos agregara algo más a la conversación o diera por finalizado este encuentro, el cual se centró en ver tu estado tras la última batalla que se llevó acabo en la frontera con Corea del Norte; batalla que el ejército del sur al fin consiguió ganar tras nueve largos y agotadores meses.

Sufrieron muchas pérdidas, pero lograron ganar. La guerra terminó y, ahora, poseían la paz de la que JooHeon te habló con tanta añoranza durante las noches en vela en medio del campo de batalla. Aún podías recordar vívidamente la forma en que sus tiernos ojos brillaban o la sonrisa que se plasmaba en su rostro cada vez que te comentaba qué era lo que quería hacer luego de que todo acabara de una vez por todas.

Su sueño más grande por fin se había cumplido, sin embargo, el mayor Lee lucía muy triste a tu parecer.

«¿Por qué está tan triste?» Te preguntaste en silencio, sin quitarle la mirada de encima.

— ¿No hay alguna manera de... Repararla? — interrogó JooHeon, alzando la mirada para ver al doctor HyungWon con la desesperación destellando en sus ojos y bañando su tono.

El rubio, dueño de unos encantadores labios, dejó escapar un amargo suspiro seguido de una suave negación de cabeza que hizo trizas todas las esperanzas de JooHeon en menos de tres segundos.

— Los daños que sufrió en el último combate son muy graves y el gobierno no gastará dinero en reparaciones, JooHeon. — HyungWon te miró, pero no fuiste capaz de descifrar su mirada. — Les salé más económico invertir en algo nuevo que reparar algo que ya está muy dañado.

— Ella ayudó a ganar la guerra — gruñó JooHeon, dando un paso hacia adelante con los puños apretados a ambos costados de su cuerpo, conteniendo sus ganas de desahogar su ira con violencia.

— Lo sé, pero esta no es mi decisión, hombre. — Bufó encogiéndose de hombros, ofuscado. — Tenemos que apagarla. De cualquier forma, su batería está dañada y no durará mucho tiempo.

— ¿Qué harán con su memoria?

— Supongo que el gobierno la revisará en caso de que posea información valiosa para luego tirarla. — HyungWon apretó los labios, te miró y luego a JooHeon. — Te daré unos segundos para que te despidas antes de... Apagarla.

Palmeó el hombro de su amigo y abandonó la habitación, dejándote a solas con tu superior, quien se encargó de ti durante un año y dos meses.

— Yo... — Comenzó a hablar el azabache, intentando que las palabras salieran a pesar del nudo que se había instalado en medio de su garganta en el instante en que sus esperanzas de que permanecieras junto a él, se evaporaran con un solo chasquido.

— ¿Por qué está tan triste? — curioseaste con expresión confusa. — Ganamos, ¿no? Eso era lo que usted más deseaba, mayor Lee. Debería estar feliz.

JooHeon apoyó sus manos en la camilla, a ambos lados de tu cuerpo, y reposó su peso ahí. Alzó la mirada y te admiró de cerca, con una amarga sonrisa ladeada tirando de las comisuras de sus labios que no pudiste entender.

— No lo entiendes.

— ¿Qué no entiendo? — preguntaste con tu ceño fruncido, levemente molesta al ver subestimada tu capacidad de entendimiento mientras veías como diminutas gotas de agua, comenzaban a deslizarse por las mejillas del azabache.

Estaba llorando, eso era obvio. Pero, ¿por qué lo hacía?

— No quiero que mueras — susurró con angustia.

Tu mano izquierda, la única que fue capaz de salvarse de la explosión que recibiste protegiendo a tu mayor, se alzó hasta tocar con suavidad la mejilla del hombre. Lo viste cerrar los ojos y restregar levemente su pómulo contra el dorso de tu extremidad, de la misma forma en que recordabas que un perro lo hizo una vez hizo contigo.

— Soy una androide creada para la guerra, mayor Lee. No debería sentir tristeza por mi muerte. — Sonreíste, con la esperanza de que aquel gesto lo hiciera sentir mejor. — Cuando yo me vaya, le asignarán a otro compañero que ocupara mi lugar si llegara a ser necesario.

JooHeon te admiró en silencio por unos segundos para luego sonreír con su estómago hecho un nudo, rindiéndose ante el hecho de que jamás conseguiría hacer que comprendieras lo que él sentía por ti y que, para él, no eras algo reemplazable. Las memorias que había creado contigo durante todo ese tiempo, no eran reemplazables en lo absoluto.

— Te amo, peque — bisbiseó, posando sus labios en tu frente y dejándolos ahí hasta que su mano se hizo con el diminuto panel que se hallaba en tu nuca, en donde se encontraba un pequeño botón que te apagaría.

— Adiós, mayor Lee. — Fueron las últimas palabras que pronunciaste previo a que tu motor, el cual funcionaba de la misma manera en que lo haría un corazón real, se detuviera de forma definitiva. 

DRABBLES » KPOPWhere stories live. Discover now