Capítulo 6

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Narra Ana

No tardamos mucho en coger el coche y llegar a casa de los padres de Miriam.

Cuando la vi, millones de recuerdos me vinieron de golpe. Todavía me acordaba la primera vez que fui, que fue justo el día en el que Miriam y yo nos besamos por primera vez. Era un recuerdo que jamás se me iba a olvidar.

Fui a llamar al timbre, pero Miriam me cogió la muñeca, impidiéndomelo.

-Vamos a darle una sorpresa a mi madre.

De su bolsillo, Miriam sacó las llaves y abrió la puerta de su casa con cuidado, mientras ponía un dedo en su boca mirándome, diciéndome que no hiciera ruido.

Entramos de puntillas y cerramos la puerta sin hacer ruido. Escuchamos que alguien estaba en la cocina y fuimos cuidadosamente hasta allí.

Nos asomamos por la puerta y pudimos ver a Susana cocinando. Nos miramos cómplices y sonreímos. Miriam hizo un gesto con la cabeza para que fuéramos a darla un susto. Asentí y caminamos hacia ella.

Pero no nos dimos cuenta de que Yaco estaba tumbado en el suelo, muy cerca de donde estaba Susana.

Levantó su cabeza cuando nos vio y empezó a mover su cola. Se levantó muy deprisa y corrió hacia Miriam mientras ladraba.

De la fuerza, Miriam cayó al suelo de culo, tirándome a mí también. Yaco se acercó a su cara y empezó a lamérsela.

Miriam empezó a reír, pero a Yaco no parecía bastarle con Miriam, porque pareció reconocerme y fue también directo a mí.

Susana se dio la vuelta y cuando nos vio a las dos allí tiradas, abrió los ojos.

-¿Qué?

-Hola, mamá. - dijo Miriam incorporándose y sonriendo.

-Pero, ¿cómo has entrado?

-Con llaves. - dijo encogiéndose de hombros. - Y no solo yo.

Susana me miró y se tapó la boca con las manos.

-¿Ana? ¿Ana, eres tú?

-Sí. - reí.

-¿La que enamoró y sigue enamorando a mi hija?

-Sí. - volví a reír.

-¿Qué? ¡Mamá! ¡No estoy enamorada de Ana!

-Eso decías también cuando trajiste a Ana a casa por primera vez, y mira cómo acabásteis. Asi que, que la hayas traído otra vez, significa algo... - dijo con una sonrisa divertida.

Miriam se pasó la mano por la frente y negó con la cabeza. Se levantó y después me tendió su mano para ayudarme.

-Mira cómo ayuda a la novia... - dijo Susana.

-¡Mamá!

Pero Susana no la hizo ni caso. La apartó de un empujón y se puso enfrente de mí. Me miró con una gran sonrisa y enmarcó mi rostro entre sus manos.

Lo Haremos Bien | Wariam Where stories live. Discover now