Epílogo

1.6K 81 17
                                    


Narra Ana

Ya había pasado un mes desde que Miriam me pidió ese espacio. Un mes sin dirigirnos la palabra ni vernos.

Y además que al parecer Miriam se lo había tomado al pie de la letra porque en todo este mes no pisó Barcelona.

Justo después de ese día, Miriam se marchó a Galicia porque tenía concierto esa semana allí. Pasó lo mismo durante las siguientes semanas. Y ahora, pues no sabía nada de su vida.

Me daba rabia que por una cabezonería de las suyas, volviéramos a estar tan distantes.

Y más sabiendo lo bien que habíamos estado. Es que, ¿por qué me enamoré de alguien tan tonta como Miriam?

Estaba deseando que se diera cuenta de lo que me había pedido, y que volviera de su viaje para decirme lo muy arrepentida que estaba. Porque estaba claro que yo no iba a ir a por ella.

Después de una tarde intensa de estudio, decidí salir a darme una vuelta para despejarme un poco.

Di un paseo por el centro de Barcelona y cogí el metro para irme a ver tiendas de ropa para ver si me compraba algo que viera y que me gustara.

Me encontraba viendo los escaparates cuando de repente oí una voz que me resultó muy familiar.

-¡Tita Ana!

Noté los pequeños brazos de Leire rodearme la pierna. Bajé mi mirada y sonreí como una tonta al ver la carita de emoción que tenía.

-¡Leire, amor! - dije aupándola y abrazándola con cariño. - ¡Cuánto has crecido!

Ya hacía algunos meses que no la había visto, y para entonces ya había crecido un montón. Se notaba que en cuanto te descuidaras un poco, los niños ya eran auténticos adultos.

-¡Te he echado de menos! - dijo dándome un sonoro beso en la mejilla. - ¿Por qué no has venido a visitarme?

-Perdóname, amor, es que he estado muy ocupada.

-¿Prometes que a partir de ahora vendrás a verme más días? - preguntó haciendo un puchero.

-Lo prometo.

-Promesa de meñique. - dijo alzando su meñique.

Sonreí y junté nuestros meñiques. La pequeña me abrazó con fuerza, y yo no pude evitar comérmela a besos.

Pero caí en la cuenta de que Leire estaba sola. Miré por alrededor a ver si veía a Efren o a Inés, pero nada.

-Leire, amor, ¿con quién has venido? - dije poniéndola en el suelo y agachándome para ponerme a su altura.

La niña abrió su boca para decirme algo, pero no le dio tiempo a nada.

-¡Leire! Pero, ¿dónde te habías metido? Que sepas que está muy mal que te vayas sola por ahí... Hay gente muy mala en este mundo, cariño.

Sonreí cuando vi a Susana coger a Leire en brazos. Se notaba que se había llevado un buen susto al perder a su nieta de vista, que ni se enteró de que estaba enfrente suya.

Lo Haremos Bien | Wariam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora