CAPÍTULO 17. SON CUATRO

22K 1.6K 70
                                    


KIM

La doctora limpia el gel de mi estómago, yo bajo mi camisa mientras Dean me da su mano para que me ponga de pie.

—Los resultados no mienten, Kim. Todo luce muy bien en tus tres meses de embarazo.

—¿Está segura? —Pregunto con algo de temor.

—Kim, atendí todos tus embarazos. No te preocupes. Estás bien. Te recetaré algunas vitaminas, pero nada más.

—Está bien.

Dean agarra mi mano mientras caminamos hacia la doctora. Ella me estrecha la receta y nos despedimos.

—Esto está pasando, ¿eh? —admite Dean.

—Tampoco sé cómo actuar.

—Kim, creo y es hora de decirles a los chicos. Al menos Diego ya no me odia —ríe él.

—Bueno, es tu culpa por enseñarle a jugar futbol.

—No es mi culpa ser tan bueno en eso.

Golpeo su hombro—. Deja de ser un presumido.

—Lo intentaré. —Su boca presiona la mía y me abraza.

******

Digito algunas cosas mientras observo el pequeño eco que me han dado de mi bebé. Admito y ha sido difícil de asimila, pero ahora que lo tengo aquí me siento feliz y segura por su llegada.

Margaret ingresa a la oficina con un pequeño arreglo de frutas y chocolate.

—Mi hermano me ha contado todo. Felicidades, me alegra saber que mi sobrino está bien.

—Gracias —Las dos nos damos un abrazo y comemos un poco de fruta.

—¿Este es el eco? —pregunta ella al ver los documentos en el escritorio.

—Sí.

Margaret agarra el ultrasonido y lo mira feliz.

—No puedo creer que esté pasando de nuevo.

—Bueno, es mi cuarto hijo.

—Será hermosa, Kim. ¿Los niños ya lo saben?

—No, quizá me anime y se los diga en uno de estos días.

—Ohhh...

—Ay, qué lindo. Quiero estar ahí.

—Pues ya veremos cómo hacerlo, tengo miedo de cómo reaccionará. Es decir, Juaquín es un bebé, pero sus hermanos ya son grandes.

—Lo sé. Temo más de Diego.

—Diego es un tanto especial, pero es un gran niño. Estoy segura que con el tiempo comprenderá todo de mejor manera.

Dean golpea e ingresa. Camina hacia mí y coloca sus manos en mis hombros.

—¿Todo bien por aquí?

—Sí, solo hablamos del bebé —hablo viéndolo. Mi cuñada le estrecha el eco y Dean lo mira con ternura.

—Hora de comer, Kim.

—Pero acabo de comer fruta y chocolate.

—Eso no es comer. Vamos.

Virando los ojos me levanto y agarro su mano. A veces era increíble como era él.

******

Juaquín me entrega uno de sus juguetes sonriendo, luego camino hacia Dean y hace lo mismo, luego me señala.

—¡Mamá!

Los dos nos reímos y le pequeño bebé aplaude feliz y corre hacia sus hermanos.

—Mamá. ¿ya no hay más chocolate?

—Comiste mucho chocolate Joshua.

—¡Que injusto!

—Nada de eso. No más chocolate.

—¿Dean, vamos a salir a jugar el domingo?

—Claro que sí.

—¡Qué emocionante! —dice mi hijo mayor.

—Vengan. Debo decirles algo.

Mis hijos camina hacia mí y se sientan en mi delate, Dean se coloca a mi lado y sostiene mi mano. Mi vientre ya no estaba tan plano, cuatro meses y parecía ser que el o ella quería que le prestemos atención.

—¿Qué pasa mamá? —dice Joshua.

—Hay algo que debo decirles.

—¿Sobre Dean?

—No, no es sobre él. Es más bien sobre nosotros. Todos nosotros.

—Dean ya me hace un poco bien, mamá –añade Diego, ¡Que pensaban y sería!

—Bueno, tampoco es eso.

—Es algo que pasó, y bueno, ahora creo que oficialmente soy parte de ustedes —dice Dean.

—Estoy esperando un bebé.

Por un momento reina el silencio.

—¿Otro bebé? Pero ya somos demasiados, mamá.

Río ante el comentario de Joshua.

—No cabera aquí mamá, las habitaciones están llenas —añade Diego.

—¡Bebé! ¡Bebé! –chilla mi hijo menor.

—Eso no pasará. Todavía hay tiempo para pensar en ello, niños. Solo quiero que quieran al nuevo bebé.

—Yo si lo quiero, mamá.

—Yo también lo quiero —le sigue Diego.

Extiendo mis manos para recibir su abrazo, unas pequeñas lágrimas quieren salir de mí, solo que todos nos estancamos cuando escuchamos el llanto del más pequeño.

—Parece ser que olvidamos a alguien.

Dean agarra a mi bebé y lo abrazo un poco para calmar su puchero, yo extiendo mis brazos y lo acerco a mí.

—Todo bien cariñito mío.

Mis hijos mayores besan a su hermano.

—Mamá, ¿Quién es el papá?

—Creo que eso ya lo sabes, Diego.

—¡Súper! Eso significa que el bebé será un jugador de Futbol.

Dean se agacha para vernos y me sonríe.

—Bueno, no ha sido tan malo.

—Bienvenido a la familia —dice Joshua y reímos.

Bueno, al final, no era tan malo. Solo que definitivamente teníamos que mudarnos. Ya éramos más.

JEFE, QUÉDESE CON NOSOTROSWhere stories live. Discover now