Capítulo 16

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-levántate, - me ordenó el defensa - lentamente
Hace unos segundos era yo quien tenía la ventaja, y ahora, era presa de un rifle de asalto con balas de goma y pintura que se paseaba por los contornos de mi rostro. ¿Por qué la chica sombra no se desmayó? La acababa de patear en la cara, se suponía que ya no era una amenaza.
Me puse de rodillas con las manos en la nuca. La arena había ensuciado lo poco que quedaba de blanco de mi uniforme. La chica sombra parada frente mío, con el Bo en manos y una cara de satisfacción tras haberme atrapado. El rifle seguía en pegado a la parte de atrás de mi cabeza.
-te cobraré ese golpe - masculló la chica sombra
Cabello castaño oscuro y ojos color ámbar, acompañados de una estructura envidiable. La había visto antes, pero su nombre no aparecía en mi memoria.
-¿Cómo es posible que estando dos a uno no pudieran con ella? - demandó el sujeto con el rifle en manos
-es hábil
-lo soy - pronuncié procurando iniciar conversación y así ganar tiempo
-cállate, roedor. Nadie pidió tu opinión. - renegó el defensa a mis espaldas - Te disparare, y créeme que las balas de goma duelen casi tanto como las reales
-¿Cómo es posible que estés tan seguro? ¿Alguna vez te dispararon?
-no la escuches, Doce, - sugirió la chica sombra - también habló sin sentido antes de atacarnos. Quizás, lo hace para distraernos
-esperen un segundo, ¿te llamas Doce? - inquirí burlonamente - ¡es lo más estúpido que he oído! ¿Qué demonios estabas pensando?
-te dije que te callaras - regañó golpeando mi cabeza con la punta del AF. Al contrario de sus pretensiones de silencio, yo estallé en carcajadas
-déjenme adivinar. Tú debes ser once, - bufoneé señalando a la chica sombra de la cual ya había ganado su odio - y el idiota desmayado es diez. ¿Todos en sombra son así de lentos o solo ustedes?
-voy a romperle la cara. - pidió la chica a su compañero, pero éste se negó - No voy a dejar que se burle de mí
-cualquiera con media neurona podría burlarse de ti, amiga
-me harté. Lo haré ahora - afirmó el sujeto del rifle jalando el gatillo
Sentí que el arma realizaba su proceso normal para despedir un proyectil, lo raro, fue que nada rebotó en mi cabeza, nada salió disparado. El sujeto del rifle quiso disparar unas tres veces más, ninguna sola bala de goma salió.
-no debería ayudarlos a dispararme, pero creo que lo hacen mal - cotorreé
-¿de dónde la tomaste? - recriminó la chica sombra a su compañero que levantó el rifle para revisarlo
-lo encontré mientras venía a socorrerlos
-¡eres un verdadero inútil! - lo insulté entre risas después de darme cuenta que aquel miembro del grupo sombra recogió mi rifle robado, el que no tenía carga alguna
-¿ahora por qué ríes? - criticó la chica sombra
-el rifle es mío, par de tontos, - revelé con arrogancia - me deshice del porqué estaba vacío, y éste pendejo lo agarró
Mis dos captores se regañaron mutuamente con la mirada, y yo tomé ese corto momento de incertidumbre para realizar un nuevo movimiento.
-con… conseguiré balas, Deysi - dijo el defensa
-tengo una mejor idea - insinuó la chica sombra moviendo el Bo en sus mano y lanzándolo como un golpe a mi cara
Reaccioné atrapando la punta del Bo con las manos. Aproveché el impulso y lo jalé para golpear al sujeto a mi espalda en el estómago con la el extremo de la vara. Deysi, la chica sombra, volvió a estirar el Bo en su dirección, lo solté y ella terminó sentada en la arena. Me levanté y al mismo tiempo remate a Doce con un rodillazo en la cara. Aún tenía a la molesta chica sombra despierta y lista para pelear.
-¿acaso no piensas desmayarte nunca? - demandé. Ella se puso de pie con evidente dolor tras el sentón - si quieres, puedo esperar a que deje de dolerte el trasero, princesa
-eres realmente molesta, ¿lo sabes? - me criticó desechando el Bo a un costado. Sacó el nunchaku de su cinturón y lo revoleo con gran destreza
-¿intentas impresionarme? Está bien, - di unos aplausos con las palmas - eres buena con eso. Tal vez, otro día te de algunos consejos, ahora, no tengo tiempo para perderlo contigo
-con lo arrogante que eres apostaría lo que sea a que eres un rojo
Rojo era un insulto oculto que los demás grupos usaban para referirse a los escorpiones. Durante años, los instructores se hastiaban con los sobrenombres chabacanos que los grupos se ponían entre sí, por lo que se negaron a seguir permitiendo ese comportamiento. Los alumnos se rebuscaron para continuar ofendiendo a sus pares, así nacieron los insultos ridículos tales como: rojos, cotorras, hormigas y suplentes. Cualquier manera de molestar al otro era mejor que nada. Decir rojo a un escorpión significaba faltar al respeto a su uniforme y a todo el legado del grupo, era lo peor que podías decir.
-lamentaras eso, suplente
-¡ya cállate! - gritó comenzando su ataque con el arma ninja
La esquivé varias veces, bloqueé los golpes con el Kerambit que llevaba todo el tiempo desde que me introdujeron en el laberinto. Ella era realmente hábil, y yo no hubiera tenido grandes oportunidades de vencerla en una pelea justa, por suerte, la única regla en este juego era no matar. Yo no pensaba matarla, pero tampoco jugaría limpio.
Me agaché evitando el golpe del nunchaku y recogí un puño de arena del suelo, me volvía levantar hasta estar a su altura y, sostuve uno de los extremos del arma entre en brazo y el costado del torso. Dolió más de lo que esperaba. Pero el dolor ya se había convertido en parte de mi vida; durante los entrenamientos y practicas nadie nos regalaba nada, cada técnica que aprendí la gané con sudor y lágrimas, los mayores temores de cualquier ser humano eran nuestro día a día. Podía golpearme todo lo que ella quisiera, nada me distraería de mi objetivo, mi misión, salir del laberinto y ganar los juegos de Raid para el grupo escorpión.
Deysi se sorprendió ante mi agarre. Ella no podía creer que el golpe no me hiciera caer. Levanté la mano que contenía la arena, la orienté hacia sus ojos totalmente abiertos y soplé llenándole los globos oculares de suciedad, dejándola ciega.
-¡tramposa! - aulló furiosa, soltando el nunchaku y retrocediendo unos metros para limpiarse los ojos
No le regalé más tiempo, arremetí contra ella con una lluvia de golpes de puño. Dante opinaba que el boxeo no servía en el mundo real, pero si hubiera visto el knockout al que sometía a esta sombra se tragaría sus palabras. Al caer Deysi, di un suspiro al sentirme a salvo por un instante, terriblemente cansada, pero a salvo.
-mi cabeza… duele - se quejó Doce desde el suelo
-vuelve a dormir - le ordené tirando el nunchaku sobre él, dejándolo dormido y indefenso
Respiré profundo y corrí en la dirección en que debía estar la salida. Ya había alertado a demasiada gente que estaba rondando por la zona, debía apurarme a salir.
Avancé por el costado del camino, por los arbustos y ramas caídas, intentaba no ser vista con facilidad por los francotiradores del grupo águila, pero provocaba mucho ruido, tanto que si alguien no estaba lejos me oiría cómodamente. Cinco minutos después, me arrepentí de haber tomado ese camino.
Fui tacleada por el flanco derecho. Un defensa se aproximó con un potente arranque de fuerza sobre mí, lanzándome de nuevo al camino principal. Rodamos por la tierra luchando por controlar al otro sin éxito. Él era un hombre más alto que yo y poseía ciertamente mayor ímpetu. Gracias a que Dante, me obligó a reforzar mi Krav Maga, no fui derrotada.
Cuando el defensa se dio cuenta que no me sometería de esa manera, lanzó un golpe de puño a mi cara, lo esquivé y lo impulsé con las piernas puestas en su pecho. Me arrastré mientras él trataba de pisarme como si fuera un insecto con su bota izquierda. Alcancé a tomar la funda de madera de mi espalda y lo tanteé en las piernas, alejándole lo suficiente para ponerme de pie con la guardia en alto. Él se detuvo, colocando su cuerpo en una clásica postura de pelea de Silat. Lo examiné brevemente y descubrí el uniforme de color rojo. El defensa contra el que estaba peleando era miembro del grupo escorpión.
-creí que ya no vería roedores en esta zona. - mencionó mientras nos movíamos en círculo buscando una mejor posición para atacar - Te vengo siguiendo desde que derrotaste a las sombras hace rato
-y preferiste atacar a traición - insinué dado que me atropelló cuando no lo esperaba
-es obvio que eres talentosa o no hubieras llegado hasta aquí, y mucho menos habrías derrotado a esos miembros de sombra, todos eran de segundo, lo que me hace pensar que también tú. - explicaba de manera confiada - Como te defendiste con Krav Maga dudé por un segundo, quizás, eras un lobo. Pero ninguna hormiga tonta pelearía de esa manera. Estoy segura que eres un escorpión. Estoy más que seguro que eres Amanda, la protegida del Teniente Dante.
-¿algo de eso es importante? - cuestioné sin dejar que su charla me distrajera. Usé esa técnica con las sombras, no caería en mi propio juego.
-¿no me recuerdas, Amanda? Soy yo, Arnaldo
Lo reconocí antes que se descubriera solo. Arnaldo pertenecía al tercer año, pero al no ser tutor de ningún estudiante de primero, no ingresó a la guardia real, razón por la que pudo entrar al laberinto. Arnaldo era amigo de Daniel y, para mi desgracia, también de Flavio.
-¡felicidades! - respondí burlona - Ahora, ¿pelearemos o prefieres dejarme pasar sin que te lastime?
-Flavio estaría feliz que te deje pasar, así él sería el que te rompería la cara. Pero, tal vez, el teniente Daniel me consiga un puesto en la guardia si te borro esa sonrisa.
-¿te han dicho que hablas mucho?
La lucha empezó y más temprano que tarde me vi superada por la experiencia de Arnaldo. En mi primer movimiento me arrancó la funda de las manos y la arrojó a un costado del camino, me atacó con golpes y patadas de las que apenas lograba bloquear la mitad. Él estaba solo un año más arriba que yo dentro del instituto, y aun así me sacaba amplia ventaja.
Seguimos la pelea. Por cada golpe que evitaba, recibía dos, en cada puño que lanzaba, apenas lo rozaba. Debía pensar en otra idea, alguna que me sacara de allí. Si seguía recibiendo aquel castigo no lo resistiría. Perdería.
En un momento perdí el equilibrio y Arnaldo me sostuvo de una pierna, me revoleó en el aire y me despidió en un lado del camino, mi espalda choco con el tronco de un árbol. Tenía el camino hacia la salida enfrente, pero él estaba en medio. Entreabrí los ojos y lo encontré riendo, burlándose de mí, disfrutando su precoz victoria.
-cuando te meta a la celda ganare el laberinto para el grupo escorpión, - celebró - seré el nuevo campeón, seré un héroe
-pensé que estaban empatados - pronuncié con el fin de que él continuara hablando, y así tener tiempo de recobrar un poco de oxígeno en los pulmones
-solo quedan dos roedores; tú y otro más. ¿Crees que no los atrapare a todos?
En lo que Arnaldo cotorreaba, divisé un par de piedras del tamaño de canicas. La idea de usar “la astucia de David” me seducía en el interior, pero era seguro que él estaría listo para enfrentarla, detendría las piedras. Esta era una técnica que se aprendía en el tercer año, y yo solo la conocía por insistencia de Dante.
La astucia de David; basada en la historia bíblica en donde el joven David, un israelita, venció a un soldado llamado Goliat, que lo superaba en tamaño, fuerza y experiencia, usando una honda y un piedra. La técnica que se enseñaba en Raid no requería una honda, solo la piedra, la cual era lanzada con fuerza y precisión con las manos, tratando de usar el movimiento del brazo como látigo. Bien realizada “la astucia de David” se podía lanzar una piedra con tanta eficiencia que las balas no serían necesarias. Era una técnica de improvisación.
-no serás tan tonta de lanzármelas, - dijo Arnaldo al ver que recogía las dos piedras en mis manos - he practicado la astucia de David cientos de veces, sé cómo esquivar las piedras
-¿estarás a la altura de tu bocota?
Corrí hasta él como si tratara de taclearlo. Arnaldo se hizo a un lado y me golpeó la espalda provocando que cayera del otro lado. Justo lo que quería. Ahora él estaba de mi lado y yo en el suyo. Al tener mi camino despejado, avancé a toda velocidad por el sendero, dejando atrás a Arnaldo, que se quedó inmóvil al percatarse que huía de él. Me persiguió, pero no lo dejé alcanzarme.
Corrí tan rápido como mis pies respondían, no miré atrás, no obstante, podía oír las pisadas y la respiración de Arnaldo atrás mío. Lo tuve en mi espalda por más de cien metros. Lo escuché tropezar y caer, se volvió a levantar maldiciendo y continuó su cacería. Tenía cada vez más terreno a mi favor, quizás, Arnaldo era más fuerte que yo, pero en el campo de la velocidad no me permitiría perder, yo era mejor, gané el circuito de obstáculos en las pruebas de ingreso y siempre fui más veloz que cualquiera que tratara vencerme. Este era mi plan f, explotaría mi talento.
-¡cobarde! - gruñó Arnaldo a lo lejos
Unos metros después nos percatamos de que balines de goma mezclados con pintura roja se estrellaban con el suelo. Curioseé de reojo y descubrí a un francotirador del grupo águila disparando desde un edificio a más de trescientos metros de nuestra ubicación. Me movía en zigzag al igual que mi perseguidor, el águila no logró darnos a ninguno desde lo lejos. Yo sabía que si una bala del águila me daba en alguna parte vital del cuerpo debía ir a la celda como prisionera del grupo águila. No solo no saldría del laberinto, le regalaría la victoria al grupo águila.
-¡águila bastardo! - insultó Arnaldo al ser golpeado en el pie por uno de los balines - Apuntale a ella, no a mí
Ya no tenía a Arnaldo tras de mí, él se quedó chillando por la herida del balín en su pie. Continúe mi huida mientras seguía esquivando balines. Me introduje bajo los árboles, saliendo de la vista del francotirador y permanecí en fuga. Cuando dejé de ver la pintura estrellarse en la arena, deduje que ya no me dispararían.
Me acerqué más a la salida, ya podía ver lo grande que era el cartel con los puntajes. Los números habían variado desde la última vez que lo vi.

NOTAS DE GUERRA - El nacimiento de la leyenda (TERMINADO)Where stories live. Discover now