Capitulo 21

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 El séptimo mes con la guardia, sucedió algo que sabía que era posible, aun así esperaba que no me ocurriera jamás. Un martes, lo recuerdo bien, fuimos asignados a patrullar Lewin. Dante estaba tras una pista y pasaríamos varios días en la zona, hasta obtener lo que nuestro teniente buscaba. Había transcurrido mucho tiempo desde la última vez que estuve en Lewin, el lugar donde nací y me crie, donde vivía mi familia, mis amigos y todo aquel con el que me había cruzado durante mi infancia.

Durante el camino observé por la ventana, me percaté que Lewin estaba bastante lejos del Instituto. Llegamos a las nueve y cuarto exactamente a la comisaria de Lewin, el lugar donde hace años me encerraron, el calabozo donde conocí a Dalia Raid antes de que ella cambiara mi vida.

No logré fijarme detenidamente, pero creí ver que quien nos recibía era el padre de Patricio Carson, era una posibilidad que me encontrara con él y eso no me emocionaba. Me detuve en el lugar en donde fue la pelea, podía recordar el sitio exacto en el que Patricio cayó. Cerraba los ojos y lo veía allí, tirado, sin comprender lo que pasaría después.

Dante, quien conocía mi historia, no tardó en notar lo extraña que me sentía por volver a Lewin, por estar nuevamente en esa comisaria. Recordar no era algo que hiciéramos en el instituto, mientras menos sabíamos de nuestra vida previa estaríamos mejor.

-¿Cómo estás? - me preguntó Dante cuando salíamos de la comisaria

-bien

-pero...

-pensé que nunca volvería. - admití - Creí que no tendría que pensar en ese día de nuevo. Sé que fue mi cumpleaños, y ni siquiera recuerdo la fecha

-es parte de nuestro entrenamiento suprimir recuerdos. En el caso de que te reencuentres con alguien...

-ya sé que no debo hablar con nadie - interrumpí

-no iba decir eso

-¿entonces?

-a veces, algunos tienen suerte de encontrar a sus parientes y los de este pelotón tenemos ciertos códigos

-no estas insinuando lo que creo, teniente

-te cubriremos si algo surge

-no tengo ni la más mínima intención de reencontrarme con mi familia, Dante, para mí la única vida que siempre he tenido es la del instituto

-por si cambias de opinión, la oferta seguirá en pie

Las horas pasaron y el destino perecía ensañarse conmigo. El calor húmedo de Lewin nos arropaba con incomodidad, mientras que las miradas de desagrado de los pobladores nos tentaban a no detener nuestro caminar acelerado. Cuando más nos adentrábamos en el corazón de Lewin, más personas nos demostraban su desprecio, miedo u hostilidad. Hubo quien corrió al vernos llegar, otros nos observaron con antipatía e incluso un par se animó a lanzar algún insulto inentendible antes de huir rogando no ser arrestados. La calle que menos nos agredió fue la del mercado, una bella y sucia zona minada de comerciantes que buscaban estafar a alguien que tratase de comprar frutas, verduras o cualquier tipo de mercancía inservible y decorativa. Fue en aquella pintoresca travesía en donde fui vista por la última persona que esperé volver a ver; Nélida Benítez, la amiga con la que pasé bromeando la noche de la fiesta que mis padres me hicieron por mi decimotercer cumpleaños.

No fui yo quien la vio, fue ella quien me reconoció. Nélida debería tener quince años, ella era un año menor que yo, por lo que aún no había sido reclutada. Al mirarla, no me di cuenta que se trataba de ella, cuando me arrimé a su puesto de venta de ropa en busca de revolucionarios escondidos por los locales. Nélida abrió sus ojos lo más grande que pudo debido a la sorpresa de toparse cara a cara conmigo.

NOTAS DE GUERRA - El nacimiento de la leyenda (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora