Mi historia

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Alba (pvo)

Rota. Así es como me sentía después de darle todo a ella y quedarme yo sin nada.

La conocí hace ya dos años, llegó nueva al instituto, además venia de fuera, más específicamente de Pamplona. Al principio no la podía ni ver, siempre que pasaba por su lado me llamaba chiquitica, y dios, como odia que me llamara así, yo la miraba mal y seguía de largo, en un intento de ignorarla. Pero después de dos meses la cambiaron de sitio y la pusieron a mi lado, pensé que no me podía pasar nada peor, pero que equivocada estaba.

Empezamos a hablar, y me di cuenta de que no teníamos nada en común, pero no sé cómo, nos entendíamos perfectamente. Me volvió loca su acento y eso que odiaba todos los acentos fuertes, odiaba la gente creída y Natalia era la más creída, odiaba la gente que iba de malota y ella era la más malota, odiaba que me molestara con todo, odiaba que fumara porque yo odiaba el tabaco, odiaba que me pidiera hacerle cosquis, como ella le llamaba, odiaba que me llamara nena, odiaba pensar todo el día en ella, odiaba que mi estado de ánimo dependiera de ella, odiaba que me acariciara el muslo, odiaba estar completamente enamorada de Natalia.

Al quinto mes de conocerla, me di cuenta de que me gustaba, que me encantaba pasar tiempo con ella, que me mirara, que me abrazara y que me dijera al oído lo mucho que me quería. Yo estaba echa un lio, porque yo pensaba que era hetero, y creo que no hace falta decir que estaba más equivocada que ocho equivocadas, como ella decía.

Me propuso hacer un trato, que consistía en hacer todos los trabajos de curso juntas, y a mí me pareció perfecto, eso significaba que pasaría mucho más tiempo con ella, en horario trascolar. Así que lo hicimos. Todos los viernes quedábamos en su casa para hacer trabajos o los deberes, aunque siempre terminábamos molestándonos o contándonos cosas.

Un día me dijo que fuera el sábado a comer a su casa, que venía su familia de Pamplona y quería que yo los conociera, obviamente acepte, estaba muerta de nervios eso sí. El día paso increíble conecte muchísimo con su hermana Elena, y nos pasamos la tarde jugando a juegos de mesa.

Al cabo de unos días, pensé en que podía unirla a mi grupo de amigas, y así, saldríamos todas juntas. La idea me pareció genial y a ella también. Conectaron todas muchísimo, y yo no podía ser más feliz.

En diciembre, empecé a estar fatal, no desayunaba y dormía muy poco por lo nervios, estaba tan nerviosa por verla que no me entraba nada, me despertaba con dolor de barriga y hasta que no la veía no se me quitaba. Mis amigas, al ver lo mal que lo pasaba me dijeron que se lo tenía que contar, que así me quitaba de dudas, porque según ellas, veían comportamientos un poco extraños, y la verdad es que yo también veía como me miraba, pero siempre pensé que eran paranoias mías.

Un día, mis amigas hartas de verme en la mierda, me obligaron a contárselo, y eso hice. Me la lleve a una esquina del recreo y le conté todo, que llevaba 1 año detrás de ella, que nunca había sentido tanto por alguien y que cuando estaba con ella era un poco más feliz, también le dije que entendía que ella fuera hetero y que lo único que le pedía es que por favor no dejara de hablar conmigo y que las cosas no cambiaran. Natalia me abrazó y me dijo que no cambiaría nada.

No me dijo nada de que ella no sentía lo mismo o que sí, solo me abrazo y se fue. Pensé que dentro de lo malo por lo menos ya me lo había quitado de encima y que seguramente no cambiaría nada. Pero otra vez, que equivocada estaba

Al día siguiente ni me saludo, se sentó con Mikel un chico de la clase que sabía perfectamente que yo no lo podía ni ver, estuvo todo el rato abrazándole y tocándole el muslo, mientras de manera poco disimulada me miraba para comprobar que la estaba mirando.

One-shots AlbaliaWhere stories live. Discover now