Atrapada

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Desde aquel ultimo encuentro, Kate presentaba ataques involuntarios de ansiedad y pánico; sabía que todo había cambiado dentro de ella desde sus dos últimos viajes, estaba convencida que tenía que volver, sin embargo su yo interno luchaba contra esa idea. 

Ya acababa el otoño, empezaba a sentirse el frío agrumador que acostumbraba a carcomer huesos así estuvieras abrigada. La brisa humada que no faltaba nunca en la Lima gris de aquel entonces. Kate sentía todo tal cual el clima... con frialdad. La monotonía era cada vez mayor, la ansiedad le consumía demasiado, tanto así que decidió parar con todo aquello. 

Durmió, descansó para viajar. Decidida a encontrarse con Paola, ya no aguantaba luchar más contra ella misma. Efectivamente, como era de esperarse, apareció en el universo de la deseable; esta vez era de noche. Frente a una catedral azul enorme marcaba la 1:38 am de aquel antiguo reloj que hacía un perfecto juego con la vieja estructura. 

Kate sentía el mismo frío que en su universo, sin embargo no estaba tan abrigada para la ocasión. Pensó que esta vez sería mucho más complicado encontrarse con Paola; caminó la plaza sin rumbo fijo, asustada para la oscuridad de la noche. Se topó con una banca y decidió que sería buena idea esperar hasta el amanecer. Kate era muy temerosa, tenía miedo de seguir caminando durante la noche.   

En la banca logró postrar su cuerpo en posición fetal tratando de evitar ser consumida por el frío;  un par de minutos más tarde, un anciano se le acercó y, al verle casi temblando del frío, le arropó con una cubierta. Kate inmediatamente se asustó de aquel gesto. El hombre se disculpó, dijo: Lo siento mi niña, no puede evitar verle pasar frío desde la ventana de mi casa, así que pensé ofrecerle una frasada.  - Muchas gracias. dijo la joven quien calmó un poco su miedo y pensó indudablemente arroparse. 

El anciano no podía marcharse sin antes hacerle una propuesta a Kate. Dijo:  Jovencita, está muy tarde para que este aquí sola; si gusta puede pasar a tomar un chocolate caliente; mi mujer prepara el mejor, se lo garantizo. Muchas gracias, aceptó. dijo Kate sin pensarlo tanto, su ingenuidad le dejaba creer en las personas desconocidas. Ella siempre creía que los seres humanos tienen buenas intenciones para con los demás. Ilusa. 

Estando dentro de la casa del anciano, Kate notó la presencia de la mujer en la cocina ya haciendo el chocolate; extrañada de eso, el abuelo le respondió: Mi esposa me dijo que tenía que hacerte pasar o de lo contrarío no entraría de nuevo, segura de sí misma empezó a hacer el chocolate. Por favor toma asiento, cuéntanos ¿qué tienen que hacer una señorita para estar sola en este frío tan incontrolable?. Kate obedeció, sentada en un cómodo sofá dijo: No soy de por aquí, solo buscaba a una amiga. ¿Quizás usted pueda ayudarme a encontrarle?. El anciano sorprendido de aquel interés que brotaba sobre la mirada de Kate, le contestó: Claro, este es un pueblo pequeño, dime de ¿quién se trata?. La joven comenzó a dar sus explicaciones ante la apariencia que no olvidaba de Paola; mientras notaba como el hombre cambiaba de estar muy animado a muy preocupado. 

¡Hablas de Paola!, respondió el anciano, - y creo que es muy mala idea que le busques a estas horas de la noche. finalizó preocupado mientras caminaba de un lado a otro. Kate detalló el gesto de preocupación del abuelo y preguntó ¿Quién es ella? y ¿por qué parece tenerle miedo?

A - Seré breve, jovencita. No sé que relación tiene una criatura como tú con esa pedante muchacha, pero aquí no se le tiene muy buen concepto, mucho menos por las noches. Te sugiero que vuelvas a casa y no le busques más. Es muy peligroso. 

Kate, sorprendida de aquella inesperada respuesta, intentó hacer más preguntas cuando de pronto fue interrumpida por la esposa del hombre, quien se acercaba al lugar con un par de tazas en la mano. Hola, querida. Dijo la mujer mientras le daba del chocolate. Agradecida, Kate asistió con la cabeza y tomó de su pocillo. Luego de unos cuantos minutos de silencio, el abuelo invitó a la joven a pasar la noche en aquel lugar y que al amanecer continuara su peligrosa búsqueda.

Tú tan Luna, yo tan LobaWhere stories live. Discover now