5. La oscuridad de un designio

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Pero ese instante sudoroso de nada,
acurrucado en la cueva del
destino
sin manos para decir nada.

Alejandra Pizarnik.

Asier observó su reloj

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Asier observó su reloj. tenía poco tiempo para abordar el tren que lo llevaría a Madrid.

«¡Mierda! ¡No llevaré!». Se quejó, luchando contra las personas que desembarcaban del vagón para él entrar.

Logrando su objetivo, se lanzó en uno de los asientos, con una sonrisa de satisfacción. Una vez al año tenía el priviligio de volver a ver a su hermano, así sea a escondidas de sus padres.

No solo le emocionaba volver a encontrarse con Francisco Javier, sino poderle dar la noticia de que el Solem lo había escogido como el Oráculo de su Clan. Estaba más que seguro que su hermanito "fliparía" con la noticia. También sabía que su padre tenía muchos contactos en la Coetum de su Clan, por lo que, de no saber nada, Francisco Javier le ayudaría a dar con el paredero del Primogénito de Ardere, porque era imposible que un Oráculo existiese sin un Primogénito.

Suspirando, recostó la cabeza en el vidrio. Había sido un día demasiado agitado para él, por lo que no vio mal tomar una siesta antes de desembarcar. Sincronizó su reloj, cruzó sus brazos y cerró sus ojos.

En un instante, su cuerpo se encontró sumergido en el más profundo sueño.

Todo era paz  a su alrededor.

Al principio no podía vislumbrar dónde se encontraba. A él llegaba el trinar de algunas aves, cuyo canto desconocía, el susurro de una fuerte brisa que se desplazaba a través de los árboles y el rumor lejano del mar.

Fue complicado para el joven saber si estaba en una selva o en alguna playa; sin embargo, pese a sus dudas, no sentía preocupación alguna.

El sol se mostraba cálido y amable. Se atrevió a cerrar sus ojos, ¡hacía tanto que no se sentía libre! No había en él nada que le mortificara, el pesar y el dolor se habían desvanecido.

Respiró profundo, abriendo sus ojos y extendió sus manos a ambos lados de su cuerpo. Se sentía vivo y completo.

Con el rostro dirigido hacia el cielo, recibió con agradecimiento los suaves rayos solares que bañaban su faz.

Mas, un parpadeo fue suficiente para perder el sosiego. Cuando sus ojos volvieron a abrirse, vio como la cola de un enorme animal terminaba de cruzar por debajo del sol.

No fue difícil para él reconocer aquella cola escamosa, semejante a la de un reptil. Como miembro de la Fraternitatem Solem estaba calificadopara idenificar no solo a los non desiderabilias, sino también a su líder, el Harusgradum.

Su corazón dio un vuelco en su pecho, haciendo que sus sentidos estuvieran alerta, pues si el demoníaco dragón comenzaba a engullir el Sol para luego venir a por él, entonces su vida acabaría en pocos días. Contrario a lo que esperaba, el mítico animal no regresó. En su lugar, la estrella matutina fue cegada por la luna en un eclipse total.

Las saetas del Tiempo - Horas [1er. Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora