Capítulo 21

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Capítulo dedicado a @Sandra0619

-Bonita cara. Aunque estaría mejor entre mis pidndjskskfk.

Su mano calló la palabra que podría haber provocado mi despido en el casino.

Me fulminó con la mirada y se quitó la capucha de su sudadera negra.

-Ya veo que vuelves a ser la misma de siempre- gruñó.

-Pero si te encanta- ronroneé.

Rodó los ojos y yo fui a quitarme el delantal.

Le hice una seña a Bianca de que saldría y ella me levantó el pulgar.

Me recogí el pelo en una coleta una vez que estuve en la calle y empecé a hacer estiramientos delante de él, para que viese que me tomaba en serio lo de salir a correr con él.

Recordé que habíamos intercambiado los números de teléfono hace tiempo.

-Te llamé ayer. ¿Porqué no lo cogiste? - dije mientras empezamos a trotar suavemente.

-Digamos que las conversaciones a las tres de la madrugada son peligrosas. Atrevidas. Irresponsables.- me miró de reojo mientras se ponía la capucha de nuevo- Y si a eso le unimos a Preston, digamos que sería una bomba de relojería.

Solté una carcajada que hizo que unos señores me mirasen con el ceño fruncido.

La verdad, aunque disfrutaba siendo su casi mejor amiga y molestándolo con mis comentarios, en el fondo sabía que él no sentiría nada por mi.

Podría ser mi hombre de novela, pero no se cómo pude pensar que tenía una oportunidad con él. Mírame... Es ridículo.

Y esa ideas empezaron a florecer cuando le vi girarse a mirarle el culo a otra chica que pasó trotando por nuestro lado.

A mí nunca me había mirado el culo. Y eso que hasta me bajaría los pantalones si me lo llegase a pedir.

-¿Podemos hacer un descanso ya? - jadeé desilusionada y agotada de repente.

Escuché su risa breve y me miró de reojo.

-¿Bromeas cierto? ¡No llevamos ni tres minutos corriendo!

Me sonrojé.

-Pff, pues claro que bromeaba- dije quitándole importancia.

Y maldije hasta al propio Usain Bolt. ¡¿Cómo aguantaba el jodío corriendo así si yo estaba que sacaba la lengua como los perros?!

Estuve suplicando media hora que por favor disminuyese el trote y él no me hacía caso.

Hasta que me dió por hacerle la zancadilla. Tropezó y su cuerpo chocó junto a su quejido contra el suelo.

Me paré y miré la calle vacía. Me senté a su lado, roja y jadeando. Dios, luciría horrible.

Él se tocó el hombro con un quejido.

-Maldita sea... Cómo te odio, Preston.

Alcé una ceja y le miré detenidamente.

-Pues tú no me gustas- dije seria.

Él dejó de hacer la mueca y levantó la cabeza del suelo para mirarme con el ceño fruncido.

-No mientas.

-Tú empezase primero.

Sus ojos chocaron contra los míos y estropeé el momento al guiñarle un ojo.

Se puso de pie.

¡NO SE PODÍA COQUETEAR CON ÉSTE CHICO!

-Podrías meterte con un entrenador personal en un gimnasio- suelta estirando los brazos una vez de pie- Te enseñaría mejor y en un mes serías toda una atleta.

Elevé una ceja, burlona.

-Si no eres tú, no me interesa- me encojo de hombros y saco el cronómetro.

-Haré como que no has dicho eso- dice quitándome el cronómetro de las manos- Vamos a contar las pulsaciones, a ver si has corrido bien o has estado pendiente de mi trasero. De nuevo.

Me mordí el interior de la mejilla para no reír y delatarme.

Me llevé dos dedos debajo de la mandíbula y cuando me indicó el tiempo de inicio, empecé a contar las pulsaciones.

Entonces mi mirada se desvió un momento a su figura y perdí hasta la cuenta. Sus labios se movían en silencio, pronunciando los números a medida que las pulsaciones latían.

-¿A qué velocidad late tu corazón? - le escuché preguntar.

-Depende de la distancia a la que estés de mí.

Su mirada subió lentamente a mi cara y hubo una expresión diferente ésta vez.

No sabía cómo descifrarlo, pero era algo diferente. Inspiró hondo y guardó el cronómetro para después decirme que se tenía que ir.

-Puedes caminar hasta tu coche, yo tengo varios coches que arreglar en el taller- dice volviendo a ponerse su capucha.

-¿No puedo ir a ayudarte? - Le suelto antes de que se ponga a correr de nuevo- Me gustaría que luego comprásemos comida y cenásemos los dos en mi apartamento.

Él eleva una ceja y se pone las manos en las caderas para después mirar al cielo.

Inspira hondo y cierra los ojos.

-Sé lo que intentas Preston y sea lo que sea que quieras lograr no...

-Ésta mierda sólo me afecta a mi. ¿Qué más te da? - él me mira, confuso- Soy aquí la que está hasta los huesos por ti. Tú en cambio no sientes nada así que mi presencia te es indiferente. Así que sólo estoy yo y el placer que me brindas cada vez que me permites estar a tu lado.

Su boca se abre y frunce el ceño.

Sonríe y se agarra el puente de su nariz. Por un momento creo que me va a mandar a la mierda. Pero me sorprendo cuando estira el brazo y me invita a pasar debajo de él.

-Nunca me cansaré de escucharte ser tan directa, Preston- murmura pasando su brazo por mis hombros.

Yo le pasé el brazo por la cintura y empezamos a caminar hacia su taller.

Él sin ser consciente de que mi corazón  iba a un millón por hora.

-¿Te gusto como amiga, Riot? - le pregunté de golpe.

No quería sentir que estoy estorbando y que se tiene que morder la lengua para mandarme a tomar por culo.

Inspira hondo y subo la cabeza para verle asentir.

La sonrisa no se me borró en todo el trayecto que hicimos hasta su taller.

Podría haberme enamorado de cualquier otro. Eso lo tenía claro. Pero lo difícil atrae. Lo complicado seduce. Y lo imposible enamora.

Y Riot Simons era todo eso a la vez. Era un exquisito y maravilloso manjar que dejaba babeando a la mayoría.

Yo entre ella.

EL ALIENTO DEL DIABLO✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora