Capítulo 23

764 97 29
                                    

-Tú friegas.

-Tú barres.

-Tú cocinas.

-Tú lavas los platos.

-Hacemos la compra juntos.

-Y pagamos gastos a medias.

-Tú limpiarás la mesa después de comer.

-Tú sacarás la basura.

-Promete ser agradable y no un refunfuñón.

-Y tú promete no espiarme en la cama de noche.

Aprieto mis labios y miro al techo. Me mezo en mis puntillas y él sonrió de medio lado.

Ruedo los ojos.

-Vale, puedes ser el mismo refunfuñón de siempre.

Me tiende la mano y miré su hermosa piel blanca.

-¿Lista para vivir con el diablo, Preston? - susurró.

Me mordí el labio inferior y le miré coqueta.

Le cogí la mano y ambos apretamos ligeramente.

-Es mi mejor amigo, Simons.

Entrecierra los ojos y le imito.

Voy a apartar la mano pero en el último momento me encuentro cayendo de espaldas en el sofá.

No sé ni cómo acabé ahí. Soplé sobre el pelo que cahía sobre mi cara y le miré con sorpresa en el rostro.

¿Cómo mierda sabia hacer llaves así?

-Te lo dije. La convivencia no será fácil- me guiñó un ojo.

Acto seguido vi su cuerpo serrano desaparecer por la puerta.








Una semana más tarde.

-¡QUE NO ME PISES LO FREGADO!

-¡JODER QUE SUSTO, NO HACE FALTA QUE GRITES, HAY VECINOS JODER!

-¡MUEVETE ANTES DE QUE ESOS TACONES TE HAGAN ACABAR DECAPITADA!

-¡LO SIENTO POR QUERER LUCIR HERMOSA!

De repente la fregona me apunta y su mirada amenazadora me hace retirarme de espaldas hacia mi habitación, sin dejar de mirarle.

Por si se le ocurría partir ese palo en mi cabeza.



-¡¿Pero de donde mierda sale todo esto?! - bramo.

Miro toda la mierda y el polvo que hay en el recogedor y cojo mi móvil al ver hasta algunos tornillos de coches.

Y no me cabe duda de quiénes son.

Tecleo su número móvil y espero de pie en el salón, con una mano en la cadera y sintiéndome como una madre.

-¿Qué quieres Preston? Estoy trabajando.

-Creo que deberías volver, porque te has dejado varios tornillos. ¿Estás bien? Vamos a probar, ¿me quieres?

-No me gustas, Preston.

-Que pena. Sigues siendo el mismo.

Y cuelgo.





Esnifo para después ronronear un gemido.

Entro y tiro mi bolso y me quito los dolorosos zapatos. Camino hacia la cocina y la imagen que tengo delante, incluso me emociona.

Un Riot en pijama negro y delantal, está moviendo algo en la sartén, que huele a gloria.

Camino hacia él y en silencio, paso mis manos por su cintura y apoyo mi cabeza en su espalda.

Se tensa. Eso lo tengo claro. Algo raro había pasado, pero intentó disimularlo. Intenté no preocuparme y quedarme con el hecho de que a lo mejor fue por la cicatriz que tiene en su espalda.

-¿Estás cansada? - murmuró.

-Chi- ronroneo.

Y su risa no cesó ni cuando estuvimos sentados cenando.

Fue el mejor alimento de todos.



-¿Estás rechazando un bote de Nutella?

Rueda los ojos y sigue empujando el carrito.

Camino hasta quedar en frente y pongo mis manos en él, impidiendo que siga avanzando.

-Estamos compartiendo gastos así que si no quiero algo, pues no se compra- hice morritos y él rodó los ojos- Apártese Preston, bastante que aguanto tu comportamiento infantil en casa como para aguantarlo aquí también.

Eso me molestó, y se lo demostré sacándole el dedo delante de una madre con su hija pequeña.

La hija se quedó mirando mi dedo y acto seguido miró su pequeña mano para hacer el mismo gesto.

AY VERGA.

La madre soltó una exclamación y le bajó la mano, alejandola de mí con una mirada asesina. Miré a Riot, quien se mordía la parte inferior del labio para no descojonarse de mí.

Definitivamente, tenía comportamiento infantil.






-Deja, yo te ayudo con la chaqueta.

Me la da con un guiño de ojo que me deja una sensación de hormigueo en el corazón.

Camina hacia el baño para darse una ducha y quitarse la suciedad de encima.

Hago una mueca cuando esnifo y noto una extraña colonia en él. Niega divertido con la cabeza cuando cojo un ambientador y empiezo a rociarlo por toda la casa.

-No entiendo tu estúpida manía de fumar tanto. Es algo gilipollas y eso te hace gilipollas a ti- ladro sin dejar de rociarlo- Al final y al cabo, matas por quien te está matando.

Mi último murmullo pareció significar algo para él. Porque se quedó en el umbral de la puerta del baño con el ceño fruncido y mirando el suelo.

Pero después, rápidamente se recompuso y entró al baño.





-Claro, estaremos encantados de cuidarla hasta que vengas- suelto pisándole el pie a Riot cuando iba a protestar, y cogí a la niña de cinco años en mis brazos- ¿Pero tu hijo está bien?

La mujer, mi vecina, concretamente, tenía los ojos llorosos y sus manos temblaban ligeramente.

Asintió.

-Tiene los nudillos manchados y destrozados, y el labio reventado. Pero eso es algo temporal y se curará, al final y al cabo... eso es lo que tiene estar enamorado- se encogió de hombros y tras darme de nuevo las gracias, se puso en camino al hospital donde estaba su hijo.

Al parecer se había metido en una pelea por su novia. Y estaba un poco grave.

Giré el cuello con los ojos empañados para mirar a mi hombre de novela, quien miraba a la niña con seriedad.

-Esa frase es una mierda- susurró antes de entrar.

Suspiro y le hago una mueca a la preciosidad que tengo entre manos.

-¿Has cenado ya preciosa? - asiente mirando mi barbilla, tímida- Bien, pues entonces veremos un rato la tele, ¿te parece bien?

Vuelve a asentir, y así pasamos una media hora, sentadas en el sofá y riendo y comentando los dibujos, mientras Riot estaba sentado en el sofá de la otra punta con el teléfono entre manos.

De vez en cuando notaba su mirada en mi, pero cuando le miraba la desviaba. Estaba serio y eso no me gustaba en él. Así que bajando a la oreja de la pequeña, le susurré algo.

-Dile que su sonrisa es la más hermosa del mundo.

La niña rió y se puso las manos en sus mejillas para bajar y caminar con lentitud hacia Riot.

Escaló hacia él sin que éste apartase su mirada de ella y puso sus labios en su oreja.

Y juro ésta noche ante Dios, que mataría para volver a sentir ésta sensación al ver su sonrisa.

EL ALIENTO DEL DIABLO✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora