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MANUELA

—¡Atención a todos los presentes! —Empezó el coronel Gustavo Sosa—. ¡El operativo se ha adelantado! ¡Les doy cinco minutos para que arreglen el equipo! ¡Rehén y oficiales en riego! —Y, más bajo, viéndonos a Valentina, Andrea, los padres de Ana y a mí, dice—: Es hora de traerla a casa.

Todo lo que siguió fue un completo caos. Policías van y vienen mientras se ponen chalecos antibalas, uniformes y tomaban sus armas. Unos ya se colocaban sus cascos. Casi todo estaba listo. Salimos y en carro nos llevaron a todos a tomar varios helicópteros.
Cuando llegamos los tres estaban en posición en un valle lleno de vegetación. Quince policías estaban listos y se montaron en los dos helicópteros del lado derecho. En el izquierdo nos montamos todos y dos policías más. Nunca hemos montado en estas cosas, y el ascenso nos dio mucho miedo. Viento a ráfagas nos llegó mientras un policía cerraba la puerta. Cuando se alcanzó una buena altitud, vimos que los dos helicópteros donde estaban los quince policías se dirigían a la derecha y nosotros a la izquierda. La noche era cada vez más pesada y llena de nubes grises que presagian lluvia.
    —¿Adónde demonios nos llevas, oficial?
    La pregunta proviene del padre. La respuesta nos deja helados a todos por igual.
    —A un lugar seguro. Órdenes del coronel.

Yo viviré en tiWhere stories live. Discover now