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El helicóptero aterriza en la cima de unedificio con los primeros colores de la mañana. Mucha gente espera a que seabran las puertas, todos ellos aplaudiendo. Conocían el caso tan complicado queGustavo tenía entre manos. Cuando la puerta se abre y las dos mujeres quevienen en el helicóptero caminan hacia ellos, todos le abrazan una a una, másafectuosamente a la que estaba secuestrada que a la oficial, pues todos lospresentes conocen a Verónica. Bajan y en la calle los espera varios cochespoliciales. El frío es intenso y Ana titila y su mandíbula suena al chocardientes con dientes. Cuando llegan, increíblemente, el coronel ya los estabaesperando, ya que éste llegó por avión. A Ana, que no puede sostenerse en piedel cansancio y el sueño, la sientan en una silla de ruedas, sin importar lasangre de su ropaje que ensucia la silla. Al parecer, en el trayecto, lospuntos en su espalda aún se sanar se rompieron. Los puntos estaban mal puestosy la herida empezaba a tener signos de infección. Al entrar mucha genteaplaude. Al rato una antigua amiga se acerca corriendo y la saluda. Esa chicaera Sofía.

Yo viviré en tiWhere stories live. Discover now