Capítulo 25 - Tristeza y lágrimas

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P.O.V. Pablo

Llegamos al cementerio donde todo lo que veía era tristeza y lágrimas. Hacía frío, en mi opinión era el día de invierno más frío de lo que llevábamos de estación. María al ver la situación estaba dolida por dentro, mi alma se quiebra sólo con verla tan triste. Intenté no acercarme para no ser una molestia para los familiares, ya que aquí no soy nadie, sólo un acompañante de una amiga de la fallecida.
Me separé un poco de los familiares y amigos que habían llegado a la ceremonia y desde la distancia no quité la vista de María que estaba sola frente a la lápida de su amiga con un pequeño ramo de flores en la mano. No pude evitar llorar ante esa imagen, me dolía verle tan pálida y tan afectada.
Pasaba el tiempo y era hora de irse. Al verle tan sola decidí acercarme poco a poco a ella. Las personas pasaban por delante de mí como si yo no existiera, pasaban al lado mío como si yo no estuviera.

P.O.V. María

Saludaba triste a todos los que acudieron al funeral de Carla, a sus padres, a su hermano y hasta Jorge, su jefe, que había venido tras saber lo sucedido. Después de abrazar y saludar a todos los presentes que conocía, me acerqué sola a la lápida.
Estaba perdida en un mar de recuerdos cuando alguien posó su mano en mi espalda. Me giré rápidamente y fijé mis ojos llorosos en los de aquella persona, Andrés.

- Andrés...-dije abrazándole.

- Hola María...

- Me alegro de verte...

- Yo también a ti...

Nos separamos lentamente y me di la vuelta para seguir mirando la lápida, Andrés se puso a mi lado y nos quedamos en silencio. De pronto noté como alguien estaba detrás de mí.

- ¡Qué susto Pablo!-dije nada más verle.

- Lo siento, no quería asustarte, sólo quería saber si estabas bien...

- Hola, me llamo Andrés-dijo al lado mío ofreciéndole su mano a Pablo.

- Hola-dijo estrechándole la mano- Soy Pablo...

- Alborán, lo sé-le interrumpió Andrés- Eres el ídolo de mi hermana.

Los dos sonrieron y yo dejé el pequeño ramo junto a la lápida y miré al cielo con una lágrima en mi rostro, no tenía fuerzas para sonreír.

- Bueno... Es hora de irnos.-dije- Nos volveremos a ver, ¿no, Andrés?

- Claro, no lo dudes.

Desvié la mirada a Pablo y bajó la mirada.

- ¿Podemos irnos, Pablo? Por favor.

Él me miró y asintió, me despedí rápidamente de Andrés y miré por última vez la lápida de mi mejor amiga.

****

Nada más salir del cementerio, Pablo y yo decidimos sentarnos en uno de los bancos que hay frente a mi casa.

- No quiero verte así-oí que dijo Pablo entrelazando sus dedos con los míos.

Sentí un pequeño escalofrío recorrer mi cuerpo, tal vez por el frío o simplemente por sentir la pequeña caricia de Pablo.

- Lo siento, de verdad, pero no puedo... ¿Qué quieres que haga?- pregunté confusa.

- Sonreír, adoro tu sonrisa.

- Ahora mismo no puedo...

- Pues haré yo que lo hagas...

Pasó su brazo detrás de mis hombros y me acurruqué en él. Apoyé mi cabeza en su hombro y él me besó la frente.

- ¿Me prometes una cosa?-me preguntó.

- Lo que sea

- A partir de mañana llevarás siempre pintada en tus labios esa sonrisa que tanto me gusta...

Sonreí al oír sus palabras y le respondí.

- Está bien, lo intentaré...-sonreí otra vez.

Nunca Estarás Sola [Pablo Alborán]Where stories live. Discover now