Membalas Alexander┇(follame, Alexander)⇢Malec. (TERMINADA)

Capitulo 7 ♡

Alexander terminó el último trabajo que tenía del día, frotó sus sienes tratando de relajarse y se recostó en el respaldo de la cómoda silla, soltando un suspiro de cansancio. Estaba tan cansado que ni bien llegaría a su casa, traería a Magnus consigo y tomaría una siesta junto a él.

Sonrió cuando pensó en su niño, después de largas discusiones, besos por aquí, besos por allá, al final de todo el castaño lo había convencido de hacer esa loca aventura. No podía negar que era excitante pensar que en cualquier momento podrían ser descubiertos; igualmente seguía siendo cuidadoso cuando Ragnor se encontraba en la casa, tratando de no tocar al menor más de lo debido, pero se le seguía haciendo jodidamente difícil cuando el mocoso seguía paseándose por la casa casi desnudo. Habían estado durmiendo juntos los últimos dos días, nada había pasado entre ellos, Jos creía que era demasiado rápido aunque se muriera por follar al niño.

Magnus como siempre seguía tentándolo, poniendo a prueba a Lightwood cuánto podía resistirse sin tocarlo, pero él se seguía alabando a sí mismo por ser tan resistente, aunque eso no quería decir que después no se matara a pajas en el baño o en la ducha.

Hablando de duchas, recordó hoy en la mañana cuando Magnus había entrado al baño en el momento en que él se estaba duchando, por supuesto que el niño sabía que estaba ahí. Si bien la ducha tenía una cortina que no dejaba ver mucho del otro lado de la bañera, a él le encantaba torturarse, así que espiaba al pequeño por sobre la cortina. El castaño estaba percatado de la mirada del mayor, había puesto la tonta excusa de que tenía que cepillarse los dientes, así que había interrumpido la ducha de Lightwood usando solamente unas finas bragas, dejando muy poco a la imaginación. Después de que Magnus moviera sus caderas de un lado a otro innecesariamente cuando se cepillaba los dientes, salió de allí, y entonces Alexander ahí se dio su paja mañanera.

Tocaron la puerta, haciéndolo salir de su trance. Diciendo un "pase", vio cómo entraba a su oficina Ragnor,  sonriendo con los brazos abiertos.

"¡Adivina qué, Alecin!" Habló su amigo sin borrar la sonrisa de su cara. Alec frunció el ceño por el ridículo sobrenombre, hacía tanto que no lo llamaba así. Después de que Ragnor oyera a la madre de Alexander llamarlo así, había empezado a molestarlo por ello. Se anotó mentalmente que debería llamar a su madre más tarde.

"¿Ahora qué hiciste, pequeño bastardo?" Preguntó sin ánimos. Estaba seguro que el castaño con mechon verde le pediría algún favor.

"Verás; el otro día conocí a una chica en una fiesta" comenzó Ragnor, ignorando el anterior insulto. "¿Y qué crees? ¡Vendrá a casa esta noche!"

Sonrió hacia su amigo, uniendo sus manos por sobre la mesa. "Eso es genial, ya era hora" dijo irónico. Sabía que su amigo no era de esos tipos que
le gustara las relaciones serias, él era de una sola follada y ya.

"Hey, tú tampoco tienes a nadie" refunfuñó ofendido, acomodándose en una de las sillas que tenía el pelinegro en su oficina, cruzando las piernas después. Lightwood en ese momento quiso decirle que sí tenía a alguien, pero se lo tragó a sabiendas que su amigo le preguntaría de quién se trataba, y él aún no estaba listo para decirle que era su hermano. "Y por esa razón le he dicho que traiga a una amiga también" sonrió orgulloso, como si la idea fuera lo mejor que hubiese pensado.

Alexander tiró su cabeza hacia atrás, frotándose el rostro con sus manos por la frustración. "Ragnor, no" habló
tiempo después, acomodándose en la silla de nuevo. "Deja de querer hacerle de cupido y preocúpate por tu propia relación" bufó molesto.

Ni siquiera recordaba cuántas veces Ragnor había intentado emparejarlo con alguien, desde hombres, hasta mujeres. Y él seguía sin pareja. Lo ponía enfermo tener que rechazar a esas personas, tener que explicarles que él no buscaba ninguna relación por el momento. Muchas veces las personas se lo tomaban bien, otras por ejemplo, casi siempre mujeres; le insistían que sería bueno que se tomara el tiempo para conocerlas, pero él seguía negándose, entonces lo abofeteaban sin razón aparente.