Capitulo 36

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El corazón de Cristian se estremeció al escuchar las palabras de Ana. La fuerza y los sentimientos que había en esas palabras, fue el detonante para que Cristian comprendiera algo. No solo era la primera noche como esposo, sino que también era la primera noche en que Ana se convertiría en la mujer de hombre en todos los sentidos y que el seria el mentor de ella en el ámbito sexual. No solo debía ser algo físico sino también algo emocional.

El sentimiento que se debían entregar en estas noches, era el complemento de los meses o años de confianza. El sexo sin sentimientos de por medio, era solamente una actividad física y si alguien no entendía esa diferencia, es porque pensaba con otra cosa y no con el corazón.

Ana dejo descansar una mano en el hombre de Cristian y la otra en su espalda. Esa mano, estaba jugando en ese lugar y estaba logrando que el cuerpo de Cristian se calentara un poco más, si es que se podía.

Con cuidado, Cristian llevo una de sus manos al centro del cuerpo de Ana. Primero, acaricia levemente su ombligo y siguió bajando hasta llegar al centro de su cuerpo. Al entrar en contacto con los labios vaginales, Ana se tensó. No fue porque lo encontrara malo, era que no estaba acostumbrada a que manos extrañas llegaran a ese lugar.

Para darle un poco de tranquilidad y que dejara de tensarse, beso sus labios y jugo con la lengua. Aun estando desnudos, habían una pequeña barrera. Intensifico el beso para hacer que Ana dejara de tensarse y cuando lo logro, llevo su mano nuevamente a los labios de su vagina.

Ana tenía la cabeza en cualquier lado menos, en lo que estaba pasando. Los labios de Cristian eran adictivos y deseaba que la siguiera besando. Solo cuando, termino el ataque de besos, se dio cuenta que estaba siendo penetrada por un dedo. La sensación era rara pero, no mala. Ana sabía que Cristian nunca le haría daño, menos en un momento como este.

Cuando el dedo de Cristian entro en Ana, tuvo que contener las ganas de entrar en ella. Si bien, estaba húmeda, no estaba preparado para soportarlo aun y eso demoraría unos minutos más. Al tener a Ana sentada en su regazo, la facilitaba excitarla. Tenía que por lo menos llevarla a un orgasmo antes de tener relaciones sexuales con ella. Eso, significaría que el canal por donde el pene debe de ingresar, estaría lubricado y el dolor sería menor, sino estuviera lista.

Al girar un poco la mano, su pulgar termino arriba de su clítoris. Este, era un punto muy sensible para las mujeres y ayudaba mucho a que las mujeres terminaras con un orgasmo alucinante y placentero. Y Cristian, necesitaba eso. La necesitaba sensible, deseosa y estimulada. Las cosas se debían hacer correctamente para que ambos terminaran satisfechos.

Acaricio esa pequeña protuberancia con cuidado. Eso hizo que un gemido ronco escapara de la boca de Ana, haciendo que Cristian se excitara aún más. Comenzó a trabajar con los dedos, sin darle tregua a Ana.

Ella, estaba perdida. Las sensaciones que estaba sintiendo, no se podían explicar con unas cuantas palabras. Los pechos los sentía pesados y sus pezones estaban duros y erectos. Por cada vez que Cristian sacaba y volvía ingresar su dedo, estos acariciaban el pecho que tenía adelante. Esto estaba llevando a que Ana no pueda pensar con claridad. Algo en ella se estaba encendiendo y tenía miedo de que terminara quemada y achicharrada.

-no sabes cómo me excitas Ana. Todo en ti, es tan puro y sincero, que estoy a punto de perder la cabeza por ti- dijo Cristian. Al darse cuenta que el cuerpo de Ana, está a punto de llegar, trabajo más rápido. Ana, se agarró de los hombros de Cristian cuando sintió que algo comenzaba a crecer en su vientre.

-dime que tengo que hacer. No sé qué hacer- dijo Ana. No sabía cómo proceder. Estaba perdida y no sabía que más hacer.

-solo déjate llevar, cariño. Córrete para mí- dijo Cristian con voz ronca en su oído. Eso detono algo en el cuerpo de Ana y este convulsionó de placer. Movimientos involuntarios salieron mientras sentía que su mente quedaba hecho agua. Sintió que las palabras habían hecho algo más, porque un pequeño chorro de placer surgió desde su punto más sensible y humedeció su sexo. Cristian sonrió.

Guardián de mi corazón: Christian y AnastasiaWhere stories live. Discover now