Kunikida Doppo

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En un día de descanso decidiste ir a ver a tu novio de lentes, aquel que llevaba siempre una libreta con sus ideales.

—¡Hola!—dijiste al llegar a la Agencia, saludando a todos como siempre sueles hacer.

—Hola—respondieron de vuelta.

—(T/n)-chan, tengo que decirte algo muy importante.

—¿Qué es Dazai-san?

—¿Desde cuándo tú y Kunikida-kun están saliendo?

—¿Eh? ¿Está permitido preguntarme eso?

—Nadie me lo negó. ¿Entonces?

—Hace más de siete meses, creo.

—Kunikida-kun, cuidala. No creo que llegues a tener otra novia tan linda en mucho tiempo.

—¿¡Hah!?—exclamó el rubio con un poco de carmín en las mejillas.

—Vamos, no tienes de qué molestarte Kunikida—te acercaste a él y comenzaste a darle un masaje en sus tensos hombros–¿Has tenido mucho trabajo? ¿Quieres que te ayude en algo? Sabes que siempre puedes contar conmigo.

—Haces mucho por mí que ya no sé si es bueno seguir haciéndolo.

—Te preocupas demasiado por eso.

—¿Hay algo que tú quieras hacer? Será un agradecimiento por haberme ayudado tanto en tan poco tiempo.

—¿Lo que sea?

—Sí, lo que sea.

—Entonces pídele que haga todo tu trabajo (T/n)-chan. Es muy bueno haciendo reportes. O también puedes pedirle ver sus ideales—te susurró Dazai.

—No haré eso.

—(T/n), pídele que te traiga dulces o que sea tu sirviente de una semana—aportó Ranpo.

—O tal vez una cita—dijo Naomi.

—Eso es buena idea—se pusieron de acuerdo Atsushi, Tanizaki y Kyouka.

—Ya sé—te decidiste dando un leve golpe a tu palma izquierda con tu puño derecho.

—¿Qué?—todos te prestaban atención para saber qué le pedirías al rubio.

—¿Me dejas hacerte una trenza?—sonreíste, tenías muchas ganas de peinar su cabello desde la primera vez que lo viste.

—¿Una trenza? Está bien, pero ¿no quieres algo más...?—el rubio no daba con tu respuesta, imaginó tantas cosas que no se esperó una tan simple.

—No, con eso estoy más que feliz.

—Debiste de aprovechar (T/n)-san. Kunikida no siempre se ofrece—Ranpo comentó aún comiendo sus dulces.

—Sí, (T/n). Debiste de pedirle sus ideales para que me dijeras qué hay en ellos—Dazai hizo un pequeño puchero. Parece que alguien quería molestar a Kunikida con sus "imposibles" ideales.

—De verdad que estoy bien con eso. ¿Puedo hacerlo mientras trabajas? Así no pierdes tiempo—comenzaste a sacar de tu bolso un pequeño cepillo y unas cuantas ligas para el cabello.

—E-emm. Claro, puedes empezar cuando quieras.

—Gracias Doppo—besaste su mejilla viendo como los colores se subían a su rostro.

Comenzaste a trenzarle el cabello. Era muy largo, demasiado, después de todo es muy alto.



—¡Listo! Me quedó muy bonita ¿verdad?—decías muy animada al pasar unos 30 minutos. Te encantó peinar el cabello de Kunikida.

—¡Wow! (T/n)-san eres soprendente. ¿Esa no es una trenza cualquiera, verdad?¿Es diferente a como son las normales?

—Sí, experimenté un poco porque vi esa trenza hace poco. Mi cabello no es tan largo como el de Kunikida así que quise probarlo.

—¡Te quedó muy linda!

Todos veían aquella trenza que con mucho esfuerzo hiciste, Kunikida ni siquiera dijo palabra hasta que regresaron a casa.

—Eres muy buena peinando.

—¿¡De verdad!? Gracias.

—Tal vez te deje peinarlo más a menudo.

—Si dices eso no me contendré y voy a querer hacerte un millón de peinados, ¿estás seguro?

—Si eso te hace feliz, yo estoy encantado.

Así fue que comenzaste a ir siempre a la Agencia a experimentar con el cabello de Kunikida. Parecía tu nueva muñeca de peinados.

Gotas de lluviaWhere stories live. Discover now