Capítulo 14

2.1K 327 23
                                    

— ¿Hace mucho que conoce a mi papá?

— Años, preciosa, podría decirse que fui uno de sus primeros empleados.

— Oh, entonces usted debe ser alguien de mucha confianza para él.

— Claro que sí, y por favor, llámame Gabriel.

— Por supuesto.

Vuelvo a sonreírle a Gabriel Harrison, el administrador personal de Taylor mientras bailamos nuestra segunda canción de la noche. Jack no puede disimular su jodido mal humor, así que me giro para dejar de mirarlo.

— Gracias de nuevo Gabriel, nada de esto sería posible sin tu ayuda. Sé que papá es un poco protector con su dinero.

— ¿Protector? – se ríe – Tacaño, diría yo. Esta podrido en billetes, preciosa, él puede hacerte fiestas como estas y mucho más.

— Eso espero – la mano que tengo sobre su hombro se acerca para acariciar su cabello – Me encanta estar aquí con papá pero es su casa, no me sentiría cómoda en el futuro, cuando quiera tener compañía.

Sus ojos brillan y una pequeña sonrisa se estira en sus labios. Hombres. A veces son tan estúpidos.

— ¿Quieres dejar su casa?

— Eso me gustaría – le sonrío – Un departamento, mi propio espacio para tener privacidad.

— Puede arreglarse, preciosa – sus manos presionan levemente mi cadera – No será fácil, pero el viejo Taylor tiene el dinero para conseguirte algo a tu nivel.

— Sería fantástico Gabriel.

— ¿Me permite? – alguien nos interrumpe – Me gustaría bailar con la festejada.

Harrison mira a José de arriba a abajo, besa el dorso de mi mano y se aleja a paso tranquilo.

— Creo que le gustas – se ríe mientras me acerca para bailar.

— Esa es la idea, lo necesito para poder tocar la fortuna de Taylor.

— Tu abogado está furioso, ¿Él y tú...?

— No, yo no tengo compromisos con nadie, Jack lo sabe. Pero no hablemos de él, dime dónde está Taylor.

— En su mesa, con Elena Lincoln – lo veo cuando giramos en la pista.

— ¿Y Christian?

— No deja de mirarte, aunque creo que es mirada de furia.

— Me alegro – sonrío divertida – Le será difícil olvidarse de mi. Por cierto, ¿Has visto a mi ama de llaves? Rubia, delgada, debería llevar el vestido azul que encargué con el mío.

— No, nadie con esa descripción.

— Iré a buscarla. Gracias José.

Me alejo de él para ir entre los invitados buscando a la mujer del vestido azul de Neiman Marcus, pero no la veo. Voy hasta la mesa de papá para preguntarle.

— ¿Has visto a Gail? Se supone que estaría aquí – digo ignorando a la odiosa mujer de negro.

— Se fue a Portland, es su día libre.

— No, ella dijo que se quedaría. Debe estar aquí.

Lo ignoro para ir al interior de la casa, primero a la cocina, la sala y finalmente subo hasta la habitación de Gail. Todo luce arreglado, pero el vestido azul cuelga en el extremo junto a su clóset.

— ¡Maldito Imbécil! – gruño para mí misma – Estoy segura que Taylor tuvo algo que ver con esto.

Bajo de nuevo hasta la cocina para tomar un poco de agua, no puedo abusar del alcohol cuando aún necesito sacarles información.

Dejo el vaso sobre el fregadero antes de girarme para salir, pero topo de frente con un elegante traje sastre a la medida.

— Christian...

— Ana – sus brazos se estiran para atraparme contra la encimera – ¿Te alegra verme de nuevo?

Paso la lengua por mi labio inferior mientras me recompongo de la sorpresa. Él no deja de mirar mis labios.

— Claro que si, cariño – sonrío pero no lo toco – ¿Algo más que quieras demostrar?

— ¿Aquí? – eleva una de las comisuras de su boca – ¿Frente a todos?

— ¿Por qué no? ¿Tienes problemas para terminar? ¿Es eso?

Su ceño se frunce al instante, pero se acerca lentamente para acariciar mi mandíbula con su nariz. Sus labios tocan mi cuello con pequeños besos.

— Este vestido me encanta – susurra – Pero muestras demasiado con él.

Sus manos se aferran a mi cadera, tocando de nuevo el cierre del vestido. Christian mueve su mano izquierda por dentro de la abertura de mi pierna para acariciar mi muslo.

— Qué suave eres, ¿Toda tu piel es así de suave?

— Nunca lo sabrás...

— ¿No?

Me sujeta por la cintura para sentarme sobre la encimera, yo jadeo por la sorpresa. Se para entre mis piernas, lo más cerca que puede.

— Te ves tan jodidamente sexy.

Sus manos bajan de nuevo a mi cadera, siento su respiración caliente en mi cuello y sin pensarlo cierro los ojos. Lo dejo acercarse, siento sus manos en mis costados.

El sonido de un cierre me hace abrir los ojos y volteo a verlo. Desliza su mano por dentro del cierre abierto de mi vestido hasta mi trasero.

— No llevas ropa interior – jadea.

— Te lo dije – muerdo mi labio inferior – El vestido es la única prenda que llevo.

— Y es tan fácil de quitar... – desliza el cierre un poco más arriba.

— ¿Te gusta? ¿Te gusta lo que ves, cariño?

— Si – susurra besando mi cuello.

— Así sabes lo que perdiste... Cariño.

Pongo mis manos en su pecho para apartarlo y él me mira confundido. No, no caí en tus garras sucias. Respira agitado mientras bajo de la encimera con cuidado, subo de nuevo el cierre del vestido y palmeo su rostro.

— Tómate un momento para tranquilizarte Christian, de nuevo tienes el problemita en tus pantalones.

— ¿A dónde vas?

— A seguir bailando – arqueo mi ceja – Es mi fiesta.

— ¡No puedes andar por ahí así! Ve a vestirte correctamente.

— ¿Correctamente? ¿Quién eres, mi madre?

— Ponte la maldita ropa interior o te prohíbo salir de aquí.

— Tu no eres nadie para prohibirme algo – me río – Jodete Christian.

— ¡Ana!

Intenta detenerme, pero camino lo más rápido que las zapatillas me permiten hasta los brazos de Jack. Christian me mira furioso, así que arrastro a mi abogado hasta la pista.

— ¿De nuevo con Christian?

— Es mi juguete nuevo, es tan divertido hacerlo enojar.

— Lo provocas.

— Lo sé, tiene el ego herido. ¿Cuando transmitirá Kate lo del Hospital Infantil?

— Mañana en la mañana.

— Entonces que se prepare, que el orfanato haga una petición directa a Taylor en los medios.

— ¿Otra donación? Va a enfurecerse – se ríe.

— Estoy contando con eso. ¿Cuánto de su dinero puedo regalar antes de que le de otro infarto?

Vendetta: El Plan Perfecto (Versión Fanfic)Where stories live. Discover now