La teoría del gato.

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25.

"¡Música! Melancólico alimento para los que vivimos de amor".


En la sala de estar de la casa Potter, había una pequeña mesa y sobre ella un tablero de ajedrez. Hermione amaba ese juego, la estrategia siempre era su fuerte. Desafortunadamente nadie era un oponente tan hábil como ella, Harry apenas era decente y ya le había ganado tantas veces que ya no quería continuar humillándolo.

Lily y James se prepararon para ver partir de nuevo a su hijo. El tiempo había pasado rápidamente. Era una total sorpresa que Hermione quisiera ir con Harry, los señores Potter estaban aterrados con la idea, pero la castaña logro convencerlos, además de que contaba con todo el apoyo de su hijo y eso valía mucho. Después vino el drama de introducir a la castaña en Hogwarts.

Los únicos enterados del origen no mágico de Hermione solo eran la orden del fénix y Harry. La mentira continuaría su curso, por lo que, los padres Harry proveyeron de lo indispensable a la joven pareja de estudiantes de Hogwarts. Lily obsequio a la castaña una bolsa con un encantamiento de expansión y ella le devolvió su caja. Todos los artículos de la caja regresaron a su dueño excepto por la capa de invisibilidad, ya que, James creyó conveniente que Hermione la guardara, debido a que ella parecía la más responsable del dúo.

Hermione se sintió bien con los padres de su novio, los Potter eran buenas personas y se interesaban en ella. Sus padres jamás la habían tratado con tanto cariño y respeto, pero los extrañaba, al menos sabía que estaban a salvo, por esa razón se aventuró a lo desconocido con Harry. Quería protegerlos y también quería ayudar a su novio, que mejor manera que fingir su muerte.

― ¿Dónde están tus pertenecías? ―Preguntó Harry sacándola de sus pensamientos, pero sin asustarla.

―En tu dormitorio, lo tengo empacando en la bolsa que me regalo Lily Evans.

―Iré a buscarla ―la miró con una sonrisa y al verla tan seria agregó ― ¿Estás bien?

―Sí excelente ¿Por qué no debería estarlo?

―Bueno, solo estás sentada aquí, dejándote ir. ―Respondió respirando profundamente. ―Solo así.

―Hablare de ello cuando este realmente segura de decirlo o cuando sea... necesario. Ahora déjame sola.

Hermione estaba mirando al horizonte, no era muy extraño, ella a veces lo hacía, por otra parte, Harry se preguntó ¿Por qué respondía así? Haciendo una mueca como si esperara a que una bomba explotara. Harry le dio un beso en la frente y se dirigió a su habitación para terminar de empacar.

Hermione por otra parte, fue hacia su habitación en el primer piso casi junto a la cocina, entonces se encontró pensando en el mundo mágico. Ella era sin duda alguna, nacida de personas no mágicas y a la vez era tan fácil encajar con los magos, en ambos mundos se sentía perfecta.

Algunas cosas, al fin y al cabo, nunca cambiarían, alimentos Muggles que eran preparados con mucha dedicación por Lily, las reprimendas de una madre, el cariño de un hombre a su hijo, lo divertido de la vida, la diferencia de caracteres, el perdón, los sueños, la responsabilidad y el tener que levantarse cada mañana para hacer las cosas mejor.

Acerca del asunto de su muerte, pues no era fácil de explicar, sobre todo porque implicaba su complicidad con Mortifagos, no pensaría llamarlo de otra manera, una alianza con el enemigo no era para menos. Como última ventaja, después de correr las calles y barrios de Londres, había ganado unos segundos a solas con ellos prometiéndoles más de lo que se esperaban, tenía preparado un juego y debía empezar a mover sus piezas, porque alguien más había comenzado primero.

La magia, el mago y el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora