Dementores

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27.

"Después de los cuarenta años la verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente para atrás".


Un poco de las circunstancias mágicas le habían enseñado a James Potter que, a pesar de haber sido educado en la magia y hechicería, tenía algunos problemas para hacer magia involuntaria cuando las cosas no eran las mejores del mundo. Quizá no era algo precisamente hereditario, Ron Weasey el mejor amigo de Harry se lo confirmaba. James recordó a los merodeadores, pues esas cosas solo podían suceder con sus amigos a la vista. Una clase de costumbres tan arraigadas como el tiempo que habían pasado juntos, tal vez, por ello no le sorprendía lo que ocurría. Harry miró a su amigo sin contener la risa.

―Harry James Potter ―su madre solo se atrevía a llamarlo por su nombre completo cuando la llevaban al límite o se molestaba ―deja de burlarte de Ron.

El pelo de Ron estaba en perfecta armonía con el enorme vientre de la calabaza, tanto que el tallo de la calabaza parecía que salía de su cabeza. Tras una disputa con Draco, el pelirrojo termino realizando magia accidental contra sí mismo, el rubio siempre lo sacaba de sus casillas. Ahora parecía una calabaza gigante. Y por supuesto no podía faltar la joya de la corona las risas de sus compañeros al verlo.

― ¿Dónde es la fiesta? ¿Y el resto de tu disfraz? ―Preguntó Padma Patil en tono de burla, mientras pasaba cerca de ellos.

―Bonito disfraz ―siguió su hermana gemela Parvati Patil con la misma diversión en sus palabras.

Ron las fulmino con la mirada, un día futuro, muy cercano estaría gratamente complacido de transformarlas en renacuajos.

―Hola Harry ―dijeron las gemelas Patil al mismo tiempo sonrojándose, ya que, el azabache era carismático y encantador.

―Hola ―contesto a regañadientes.

El azabache era la sensación en Hogwarts, una por ser el niño que vivió que ha decir verdad, tenía mayor significado, y otra por ser el jugador estrella de Quidditch del equipo de Gryffindor. Cada día que pasaba se iba haciendo un poco más famoso.

James deshechizo a Ron. Hermione corroboro, si se había generado un cambio significativo y si se había convertido al cien por ciento de nuevo en un humano, mago o lo que fuera. La eficiencia de James le valió un beso de su esposa que siempre era bien recibido y el agradecimiento del pelirrojo.

Los señores Potter se despidieron de su hijo, de Hermione y Ron. Regresaron a su auto con James tratando de consolar a Lily como cada inicio de clases.

Harry, tenemos que irnos, no podemos llegar tarde, el tren nos dejara ―afirmo Ron.

El pelirrojo se había vuelto un poco más responsable después de adquirir el puesto de prefecto.

― ¿Realmente tenemos que irnos? ―Preguntó Harry con voz entrecortada.

Hermione puso los ojos en blanco, en parte debido a su tonta pregunta y en parte debido a que habían llegado tarde.

―Creo que tenemos diez largos minutos ¿Por qué no le damos un buen uso? ―ironizó la castaña petulante y agrego. ―Contando cada segundo en orden acumulativo.

―Entiendo, no tienes que ser tan cruel.

Harry se tocó el pecho fingiendo tristeza.

Los tres abordaron el expreso, Hermione reviso cada rincón de los vagones como lo había hecho por fuera, los compartimentos eran amplios, fácilmente cabían cuatro personas. Los tres se pasearon por el pasillo principal hasta encontrar uno casi vacío. Una chica rubia con mirada soñadora iba sentada del lado de la ventana.

La magia, el mago y el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora