II

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Seokjin se quedó mirando fijamente el libro entre sus manos. Era una introducción bastante audaz para un libro sobre hombres lobo, sobre todo porque estaba seguro de que el argumento del libro no era lo que se dice romántico. Al menos, no según su ficha bibliográfica.

Frunció el ceño, bien podía ser que se hubiera confundido de libro, no sería raro, últimamente leía cada libro sobre hombres lobo que podía encontrar, de hecho, ése era el último libro de la biblioteca sobre licántropos.
Y había revisado tantas fichas bibliográficas que no era para nada raro que ahora se confundiera en cuanto al argumento de cada libro que había caído en sus manos. Pero… cuando leía esa introducción, sentía como si le estuvieran hablando a él y sólo a él, era por eso que se sentía tan extraño. Le hacía pensar en una advertencia… se preguntó si esa era la intención del autor y volvió a tomar el libro, aún sin leerlo.

¿Por qué un libro de hombres lobo?, se estarán preguntando, sobre todo, estando los vampiros tan de moda.

Era sólo que había algo acerca de los
hombres lobo que le parecía tan irresistible. La idea de tener una sola pareja en la vida era tan romántica que Seokjin secretamente fantaseaba con tener la misma suerte, incluso con ser la pareja destinada de un licántropo.

—Como si eso pudiera sucederme a mí. —No la parte de los hombres lobo, por supuesto, pues él tenía la ligera sospecha de que podían existir, había demasiadas leyendas al respecto como para que no hubiera algo de verdad tras ellas. No, era la parte de tener una sola pareja para toda la vida lo que creía imposible para él. Se reprendió internamente por pensar de nuevo en esas cosas.

No es que le parecieran tonterías, para nada. Pero en su caso, el tener una pareja, una persona a quien amar por el resto de sus días era poco menos que imposible.
Oh, él podría plantarle cara a su padre y decirle que ya era mayor de edad y
no podía obligarle a casarse con la hija de alguno de sus amigos ex militares.
Pero estaba el hecho de que Kim Seokjin jamás había tenido el valor de enfrentar a su padre. Por eso había accedido a estudiar leyes en lugar de literatura, que era lo que realmente le gustaba, por eso había dejado de participar en competencias de esgrima y en su lugar practicaba lucha olímpica, deporte en el cual, por cierto, no era para nada bueno, en parte porque no soportaba los duros y extenuantes entrenamientos y en parte porque simplemente no amaba ese deporte, como amaba leer o montar a caballo…

Incluso había dejado de asistir con regularidad a sus clases de equitación, ya que su padre lo consideraba una pérdida de tiempo, aunque le permitía ir una vez al mes. La esgrima estaba fuera de discusión, en palabras de su padre: era para amanerados y él no tenía un amanerado por hijo.
Su hijo debía ser todo un hombre, él se encargaba de educarlo de esa forma, oh, sabía que Seokjin era menos masculino que la mayoría de los chicos de su edad, a pesar de todo el ejercicio que su padre lo obligaba a hacer, no lograba más que definir sus músculos, pero éstos no aumentaban de volumen. Era delgado por naturaleza, eso y su pasión por los libros enfermaban tanto a su padre que ya varias veces le había hecho desmayar del agotamiento con las
sesiones de natación en la piscina de su casa, donde no se le permitía usar los brazos para mantenerse a flote. Cuando lo castigaba, incluso le ataba las manos y lo dejaba hasta una hora pataleando para evitar hundirse en el agua.

Tal vez Hoseok, su mejor amigo a quien no había podido ver en semanas tenía razón, tal vez su padre lo único que quería era controlar cada maldito aspecto de su vida.

Y tal vez sería mejor para él seguir leyendo, antes de que su hora libre
terminara y tuviera que volver a clases.

El reino de los lobos; yoonjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora