VIII

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Yoongi tardó diez minutos en llegar a casa de su pareja, corriendo directo a la alberca.
Lo primero que vio fue a su chico, acurrucado en una toalla, visiblemente inconsciente sobre una banca. A salvo.

—Su alteza —saludó un centinela al verlo llegar. El padre de Seokjin era sostenido por dos de sus subordinados, impidiéndole escapar.

Se acercó a él, más enojado de lo que había estado en toda su vida.

—¡Malditos locos! —gritaba el hombre—. ¡Si no se largan ahora mismo llamaré a la policía!

Le estaba costando un mundo no partirle la cara y sabía que si los centinelas no lo habían molido ya a palos, era porque él lo había prohibido.

—Llama —susurró Yoongi, a centímetros de su cara—. Para que te arresten por abuso. La cara del hombre palideció visiblemente. Su mirada era la de un loco.  —Ahora escucha, humano —volvió a hablar el príncipe—. Nos dejarás llevarnos a Seokjin y no lo buscarás o mostraremos las evidencias que tenemos a la policía y pasarás un lindo tiempo en prisión.

Por un segundo, pareció que el hombre iba a protestar, pero cambió de idea, negando con la cabeza y soltando una escalofriante risa.

—Llévense al inútil y déjenme en paz.

El reino de los lobos; yoonjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora