Eres nuestro.

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Hola bebés <3 
Les tengo la continuación, en realidad ya casi terminamos esta historia :(
El capitulo que leerán creo que es el mas largo que eh hecho hasta el momento, traté de abarcar algunas cosas que me hacían falta mostrar. 
Espero que lo disfruten y muchísimas gracias por leer, por sus comentarios y su apoyo. <3 
No olviden comentar ni nada <3
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- ¿Cómo estuvo entonces el asunto? - preguntó Otabek a un muy cansado Yuuri; habían llamado a Yuuri en el juzgado dos días después y habían llegado a la culpabilidad de Alena, sin embargo, Victor estaba "dudoso" como explicó anteriormente el japonés.

-Quiero decir qué no saben si Victor es culpable o inocente respecto a lo del secuestro y esas cosas, se podría decir que está en un criterio medio. Tenemos que volver mañana para la decisión final, el juez mencionó que no podría dejar al pequeño con alguien capaz de ser tan manipulable como Victor- Contestó el japonés haciendo dudar más al kazajo, tal vez hubiese sido mejor haber ido.

-Criterio medio... - Susurró para él mismo.
En ese momento Yura comenzó a llorar, él ya estaba bastante grande y pronto cumpliría los dos años. Cabe destacar que el kazajo aún tenía pesadillas en donde el rubio lo detestaba a sobre manera por no ser su padre.
-Yo voy- habló el kazajo levantándose de la silla donde estaban sentados para ir a la cuna del pequeño. Al entrar lo primero que notó fue que el pequeño Yura claramente ya no era tan pequeño, ya casi estaba al ras de la cuna.
Otabek tomó aún en sus brazos al rubio, últimamente se despertaba diciendo en sus pocas palabras que había tenido un mal sueño.
-Hola Yura...- habló tenuemente el kazajo -¿Otro mal sueño?- el rubio asintió torpemente.
Otabek lo llevó a la habitación que compartía con Yuuri y lo sentó en sus piernas -¿Quieres decirme esta vez que soñaste, Yura?- el pequeño se tallaba sus ojitos todavía rojos por el anterior llanto ignorando la pregunta reciente del kazajo.

-Mamá...- dijo apenas audible para el kazajo minutos después –Do... tol...- terminó de tallarse los ojos para mirar al kazajo tiernamente esperando quizá una sabía respuesta o quizá que solo hubiese sido muy claro con su anterior explicación.
Pichit confesó hace unos días que cuando estaba a su cargo le hablaba todo el día al pequeño rubio para motivarlo a hablar a él ya que, según el mismo Pichit, Yura se veía antipático. Yuuri pensaba que Pichit estaba loco, pero fue la sorpresa de su vida al escuchar hablar un poco mas a su pequeño rubio.

-Ya veo, ¿Tienes miedo de que Yuuri esté en el doctor? - Yura asintió –No te preocupes, ¿Vale? Mira, hoy te daré permiso de dormir con nosotros para que te sientas más tranquilo-

-Si...- asintió el pequeño rubio librándose de los brazos del mayor, gateando hasta llegar a las almohadas y cubrirse con la sábana color azul que recubría la cama. Yura miró atentamente al kazajo e intentó palmear el espacio a lado suyo –Ven ven- intentó hablar Yuri más claramente.

Otabek sonrió y se puso de pie para quitarse la camiseta y entrar a la sabana que por el momento solo compartía con el rubio. No tardó mucho cuando entró Yuuri a la habitación y miró fijamente a Otabek para desviar su mirada a Yura quien se escondía en la sabana mientras lo miraba atentamente.

Yuuri comenzó a quitarse la corbata lentamente para desabrochar algunos botones superiores de su camisa
-Querido Beka, no te eh contado la noticia que tenía para hoy...- habló Yuuri un tanto alto para ser escuchado por el rubio -... olvidé decirte que Pichit le iba a regalar un enorme obsequio a Yura pero como no me ha hecho caso últimamente, le dije que se lo regalara a un niño bien portado...- acabó diciendo para ser interrumpido por un pequeño berrinche proveniente del rubio quien salía de su escondite.

-No, mamá no...- pronunciaba el pequeño rubio mientras se acumulaban lágrimas en sus ojos.

- ¡Ay Yuuri! ¿Desde cuándo estás aquí? - exclamó fingiendo sorpresa y fue acercándose al pequeño rubio gateando sobre la cama, esa suave cama que era testigo de varias noches de amor con el kazajo. Miró de reojo a su compañero quien tenía esa jodida sonrisa arrogante que últimamente lo caracterizaba mientras recargaba su cabeza sobre su mano.

Enamorado de un padre solteroWhere stories live. Discover now