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¿Qué hacía allí? ¡Por todos lo demonios! ¡¿qué tenía él que hacer allí?! mirándolo, mirándolo como si nada. Como si la habitación no estuviese destrozada, como si su presencia en el lugar fuera la cosa más común del mundo.

Acababa de despertar. Y lo primero que vio fue ese ente ajeno a su habitación.

Había escuchado su arrebato.

¡Por supuesto que lo había escuchado!. Lo sorprendente sería que nadie escuchara el tremendo bullicio que pudo armar por su propia cuenta.

Quizás el mundo entero se había enterado de su arrebato, aquello no importaba, pero ¿Por qué de entre todos los seres posibles era él?¿Por qué no había seguido de largo fingiendo no escucharlo?

Ahora ambos estaban incómodos —o al menos así lo sentía él— mirándose fijamente, esperando algo que les indicara como actuar,  bueno eso era lo que hacía Flug.

Black Hat simplemente lo evaluaba, como solía evaluar a todo mundo, pero con una pregunta diferente en mente. ¿En serio valía el riesgo?

Era Flug, por todos los demonios ¡Claro que valía el riesgo!

Era un empleado excelente. El único capaz de seguir su ritmo sin terminar con serios problemas mentales o muerto. El único cualificado, el que en su primera semana de trabajo había mejorado el negocio como no se hacía una idea. Era quien lidiaba con esos insoportables clientes con quienes nadie más podía, a veces incluso se hacía su amigo.

Si alguien en ese lugar valía el riesgo era él.

Lo valía porque era el único ser de entre toda la pútrida existencia que no despertaba un odio absoluto en sí, sólo simple y temporal repulsión, ¡y eso era un gran avance!. Nunca se lo decía, pero apreciaba ligeramente su presencia en la mansión. Con fines egoístas, claramente —o sería un pésimo villano— como que odiaba encargarse de algunas cosas por su cuenta o que su eficiencia lo hacía vanagloriarse internamente en su propia importancia.

Y pese a esa larga lista de porqués, que buscaba esclarecer lo importante que se había hecho aquel chico en la compañía y en su vida, lo segundo admitido a regañadientes por supuesto. Seguía ahí parado sin saber cómo iniciar la estúpida conversación que le debía, pues sus brillantes asesorías estaban fallando rotundamente.

Carraspeó ligeramente para comenzar a hablar, así no supiera bien lo que iba a decir. Black Hat no sabía como decirle a alguien que era valioso, su misión en la vida era en dirección opuesta.

— ¿Remodelando? — Casi quiso carcajearse de su propia fallida improvisación.

Antes de notarlo siquiera todo se había puesto incómodo. Pesando en el ambiente la falta de palabras adecuadas y de tacto en una situación así.

—Esto no es algo de qué preocuparse doctor, a veces todos necesitamos decargarnos de algún modo.

Eso había sonado mucho mejor. Lo notó porque la incomodidad había disminuido.

Se acercó poco a poco y dio con el lugar donde estaba el científico. Dudándolo por un momento, al final mandó la pulcritud de su traje al demonio y se sentó a su lado en el suelo.

— Las asesorías no están funcionando ¿no es así?

Bajo la bolsa Flug hizo una mueca de burlón lamento mientras negaba. Black Hat sólo pudo ver lo último.

— Yo... Usted ha sido muy amable conmigo. Pero no creo que pueda, e-este tema es muy... personal, y simplemente n-no puedo...

Su voz estaba ligeramente rasposa, tras el llanto y un inestable sueño era apenas lógico. Pero no quería darle importancia alguna, no cuando su jefe pese a la seriedad de siempre tenía cierto aire de comprensión, como si intentara entender lo que su situación significaba.

Over estimated - PaperHatWhere stories live. Discover now