Stigmatophilia - Dabi

Cinco

Ryoko vio como la pantalla de su celular le presentaba la dieciseisava llamada perdida de Dabi solo en ese día. Ella no había constatado sus llamadas o mensajes desde que tuvieron sexo.

Solo había sido sexo, sin sentido ni compromiso. Por eso debía alejarse de él o iba a terminar enamorándose.

Ryoko suspiró cansada, desde el segundo en que sus ojos osaron mirar a Dabi directamente en esa maldita estación de policía, supo que el le traería problemas.

Si pudiese ponerle un cartel en la frente sería uno enorme con la palabra "ALÉJATE" en mayúscula y color rojo para que así lo tomaran en serio.

El tenía todo lo que le atraía: piercings, tatuajes y cicatrices, sin contar que esa actitud coqueta y arrogante la hacía derretir en más de un sentido y todo lo que tenían en común.

Como si el destino se empeñara en ponerle todo difícil.

Le gustaba Dabi, y mucho. Demasiado.

Pero los chicos como el no se enamoraban de chicas como ella y ese era un problema muy grande, por eso debía evitarlo hasta que ese tonto enamoramiento del momento desapareciera.

Daría una vuelta para así despejar un poco su mente, pero al abrir la puerta Dabi estaba ahí, de pie frente a ella.

- ¿Dejarás de evitarme? - cuestionó molesto. La de ojos grises abrió la boca con sorpresa totalmente fingida.

- No te estoy evitando...

- Solo me sacas la vuelta.

- Es lo mismo. - bisbiseo con la cabeza gacha. Lo evitaba y el no era ningún idiota.

Ingreso sin permiso al hogar de Ryoko, invadiendo su espacio personal y poniéndola más nerviosa de lo que ya estaba. Solo podía pensar en su torso desnudo y sudado encima de ella mientras la embestía.

- Se lo qué pasa. - dijo como quien descubre el más grande secreto.

- No pasa nada, ya te lo dije.

- Te enamoraste de mi.

Dabi: 1. Ryoko: 0

- Ya quisieras chico grafiteado. - contraatacó rodando los ojos. Dabi se había acercado más a ella, quedando peligrosamente cerca de su rostro.

Ryoko tomó el cuello de Dabi para así volver nula la distancia entre sus labios, tenerlo cerca y no besarlo debía ser un crimen capital.

- No sabía que tenía esa valentía, pequeña Ryoko.

- Cállate y bésame.

Contestó.

Dabi la cargó mientras la besaba y agradecía a todos los dioses que esta vez ella llevara un vestido, al chico le encantaba besar los dulces labios de Ryoko y por poco le daba un infarto cuando ella dejó de contestarle los mensajes y llamadas.

No perdió el tiempo y amasaba sus muslos mientras la acariciaba por encima de esa molesta tela. Podía sentir la humedad.

- Veo que me extrañaste. - murmuró contra sus labios. Presionó la mojada tela haciéndola gemir.

- Cállate y hazme tuya, idiota.

Mordisqueó un poco la piel del cuello de la chica a la vez que hacía círculos en su clitoris.

- Haz sido mia desde el momento en que te miré.

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