31.

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Vive tu vida.

— Sí... No se ha levantado, no sé cuánto tiempo ha estado en el nido. No sé exactamente cuando lo hizo.

Jeno abrió un poco la puerta para mirar hacia la cama, al cuerpo hecho un ovillo bajo las sábanas.

— Está dormido ahora, estuvo llorando un buen rato hasta que durmió.

Habían pasado las horas, era casi la media tarde, Taeyong no había regresado y tampoco contestaba ninguna de las mínimo diez llamadas que le había dejado, ni había leído los mensajes.

Escuchó al médico suspirar.

¿Todavía no lo marcaste, Jeno?

— No — Dijo, bastante bajo.

¿Qué esperas?

Jeno no quería hablar, no quería hacerlo.

— No quiero marcarlo sin que él quiera — Dijo la primera excusa que se le pasó por la mente.

— Si te refieres al tema del amor, Jeno, eso puede esperar, pero la vida es algo más importante, chico — Habló el médico —. Ya tendrán tiempo para enamorarse, pero para eso Donghyuck tiene que sobrevivir, debes hacer el lazo.

Jeno negó, por más que el doctor no lo viera.

Sin querer decir nada, el joven alfa colgó, se giró a la puerta y la miró un momento antes de entrar al cuarto.

Se acercó a la cama, viendo el tranquilo vaivén de la respiración del omega.

Jeno apoyó una mano en el hombro del chico.

— Donghyuck... Despierta, tengo algo importante para decirte... — Jeno movió un poco su cuerpo, pero el chico no reaccionó —. Donghyuck... ¿Donghyuck?

Corrió las sábanas que lo cubrían, viendo lo tranquilo del rostro del omega al dormir, y como sus labios se moviendo un poco con su lenta respiración.

Jeno apoyó el dorso de su mano sobre la mejilla del omega, estaba muy frío.

Donghyuck ya no tenía rubor en el rostro, al contrario, su piel casi parecía papel, con oscuras y moradas ojeras bajo sus ojos, además de sus labios tenían un tono azulado.

El corazón de Jeno se aceleró por la preocupación, el chico se veía mucho peor que antes.

Subió a la cama, olvidándose en romper el nido,y como si Donghyuck hubiera sentido eso comenzó a negar con la cabeza, y su expresión tranquila cambió a una desesperada, aunque no tenía fuerza para abrir los ojos, sus pestañas se aleteaban, apretaba los ojos y apenas abría una rendija para ver, aunque no pudo mirar bien al castaño.

— Tranquilo, Donghyuck — Jeno lo tomó por los lados, apretandolo contra sí en un abrazo firme, aunque el omega se agitó para intentar liberarse.

— N-No... — Murmuró.

La mirada de Jeno fue hacia el cuello del omega, viendo su morena piel, imaginando una marca en su lugar correcto.

Sin su total consentimiento, sus manos fueron hacia el cuello de Donghyuck, el omega se sobresaltó, como si supiera lo que Jeno estaba pensando.

— No, no, no... — Pidió, apenas con un hilo de voz, sintió las lágrimas caer —. No serás mi alfa, mi lazo no es contigo, no...

Jeno se alejó para mirarlo.

— Yo tampoco quiero, Donghyuck — Murmuró.

— ¿Entonces por qué mierda lo haces? — Soltó, con sus ojos apenas abiertos.

Jeno se detuvo, y por un segundo admiró a aquel omega con todo su ser, aún estando tan débil y enfermo, Donghyuck mantenía su postura, y estaba dispuesto a pelear incluso sin poder moverse.

— ¿Sabes que estás muriendo, Donghyuck? — Dijo, casi en un susurro.

Donghyuck se congeló un momento, su labio inferior comenzó a temblar, negó suavemente.

— No voy a morir — Murmuró —, mi alfa no va a dejarme...

— ¿Tu alfa?

Donghyuck asintió, las lágrimas caían, aún así, sonrió.

Jeno recordó las conversaciones con Taeyong.

— Tu alfa... ¿Lee Mark?

Donghyuck volvió a asentir.

— Estuviste con él cuando te creíamos perdido, ¿Verdad?

Donghyuck asintió de nuevo.

— Él me cuidó — Murmuró —. Y me prometió que estaríamos juntos, así que vete.

Jeno suspiró.

— Donghyuck, tú... ¿Ves a Lee Mark por aquí?

— Él vendrá...

— Estás muriendo, Donghyuck, y yo puedo salvarte.

— No me estás salvando — Donghyuck hablaba con seguridad, a pesar de sonar débil —. Me estás condenando a vivir.

Jeno no pudo decir nada.

— Te estás condenando a vivir también — Agregó el omega —. ¿No puedes vivir por ti mismo? ¿Al menos en una vida? Por qué no pruebas vivir tu vida, Jeno...

El castaño no tenía palabras.

Los ojos de Donghyuck se cerraron, dejó de forcejear y Jeno recargó su liviano cuerpo sobre él.

La respiración del omega estaba agitada, casi como si hubiera corrido varios kilómetros, se había agotado en esa discusión.

— Déjame dormir — Murmuró el omega, en su pecho —. Y no hagas nada.

Jeno tardó un segundo en hacerle caso a Donghyuck, lo dejó en la cama, cubriéndolo con la sábanas y volviendo a acomodar torpemente el nido, salió del cuarto sintiéndose un poco mal.

Caminó por el pasillo, intentando borrar la idea de que Lee Donghyuck moriría por su culpa.

Escuchó la puerta de la entrada abrirse, y frunció el ceño.

Escuchó pasos apresurados y al llegar a las escaleras vio a tres personas en su sala.

— ¿Nana? — Murmuró, sintiendo su corazón agitarse al ver al pelirosa.

Los tres alzaron la vista hacia él, pero un llanto los hizo mirar más allá.

Un sollozo como el de un animal, viniendo desde detrás de la última puerta del pasillo.

— ¿Donghyuck?

Un intenso olor a café lo hizo voltear de nuevo, viendo al único de los tres que no conocía, un chico pelinegro y pálido, subiendo las escaleras rápidamente.

Su fuerte olor y el bajo gruñido del chico lo hizo apartarse del camino, pegando su espalda a la pared.

Al pasar a su lado, ahora captando el olor a pino, pareció golpearlo por su intensidad.

Vio a aquel alfa pelinegro entrar al cuarto de Donghyuck, cerrando la puerta rápidamente.

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