Hoy

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Y hoy la vi.
No podía mirarla.
No resistía su mirada.
Y si me buscaba con la suya la evitaba.
Ella no entendía tal presencia, tan fuerte y poderosa.
Moría por poder observarla, mirar cada rasgo, cada tono de su piel, la forma de sus labios, el doblez de sus ojos, pero me negaba a hacerlo. Me negaba a amarla. Porque tal amor no era correspondido.
Y si tal ves me mirara quizás también lo haría.
Ignorar era lo mejor que yo hacía.
Ignoraba para que no se dieran cuenta.
¿Que estupidez no?
Pero esa es la verdad.
Y no podía cambiarla.
Quizás, tal vez, ella pudiera cambiar esa verdad.
Pero por ahora esto quedaría en la nada.
En mi nada.

PoesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora