CAPITULO 50: ENTRE EL VALOR Y EL MIEDO

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CAPITULO 50:
ENTRE EL VALOR Y EL MIEDO
Sesshomaru no podía creer lo que sus ojos veían, mas sin embargo no dijo nada, aceptó la proposición del doctor de cortar el cordón, lo mismo hizo con el segundo bebe.
-Son hermosos – Miró a Aome con ternura y le depositó un cálido beso en la frente. Ella lo miraba buscando algún signo de sorpresa, pero no encontró nada, Sesshomaru salió de la habitación y ella se quedó un poco desconcertada. Una enfermera le acercó a sus bebes para que los viera antes de llevárselos a los cuneros. Aome observo lo hermosos que eran, ahora sabía porque Sesshomaru había salido de la habitación: La niña era el vivo retrato de su padre

[...]

Caminaba por un pasillo algo desértico, su mente daba vueltas a lo que sus ojos habían presenciado; estaba claro que los bebes eran Taisho y solo había dos opciones: o eran hijos de Inu no o de Inuyasha.
Repaso con lentitud todo lo que Aome le había dicho, estaba claro que su padre nunca engañaría a Izayoi de eso estaba seguro, el único candidato era…Inuyasha. Ahora caía en la cuenta de muchas cosas que paso por alto, como el hecho de que ella nunca nombraba a Inuyasha o el rechazo hacia el cuándo la vio por primera vez después de tantos años.
«Éramos amigos de toda la vida » Si, su hermano era el padre de los bebes. Recordó las palabras de ella: Inuyasha la había engañado.
Cuando le conto sobre ello, no sabía el rostro de aquel hombre que la había lastimado, pero ahora que lo sabía, sintió todo su ser enfurecerse por lo que le había hecho. Su hermano había caído en lo más bajo y nunca se lo perdonaría

[...]

Aome despertó en la habitación del hospital. Estaba algo adolorida. Giro su cabeza a la derecha y se encontró con dos pequeños cuneros a su lado, sabía que eran sus hijos. Sonrío ante tan felicidad, más bien no cabía en su pecho lo dichosa que se sentía al ser madre. Los pequeños dormían. Trató de levantarse pero su herida se lo impedía.

-¿Cómo se encuentra la mamá más hermosa? – Sesshomaru entro a la habitación con un ramo de rosas rojas. A Aome le dio mucha ternura el gesto de él.

-Sesshomaru – Ella se incorporó lentamente – Buenos días.

-¿Cómo amaneciste?

-Adolorida.

Él le sonrió y le deposito un tierno beso en la frente. El joven de los ojos color ámbar se acercó a dónde se encontraban los bebes. Tomó primero al varón y lo puso cuidadosamente en los brazos de su madre. Enseguida regreso y tomó a la niña. El miraba a la pequeña con devoción, admirando cada una de sus facciones, memorizándose los gestos que la niña hacía. La pequeña abrió los ojos y admiro esos característicos ojos color ámbar de su familia, no había duda, los pequeños tenían su sangre. Acaricio con delicadeza la cabeza de la pequeña, mirando los cabellos platinados de ella. Aome miro ese gesto; Sesshomaru no era tonto y eso lo sabía ella, él se había dado cuenta del parentesco con los niños.

–Sesshomaru yo…

-Shh no es momento de fatigarte –Rozo los labios de ella, quien los acepto con un poco de culpa – Ya habrá momento de hablar.

Toda la mañana estuvo con ella y los pequeños. Todos sus amigos fueron a verla, inclusive Kaede quien no pudo evitar derramar algunas lágrimas al pensar que Sesshomaru había sido padre (por el parecido con los niños) inclusive el hombre de cabello platinado lo aceptaba dichoso.
Había pasado tres días desde que Aome había dado a luz. Ya había regresado a la casa de Sesshomaru quien  se desvivió en atenciones hacia ella. A pesar de que había descubierto la verdad de Aome, la seguía queriendo de igual manera, sus sentimiento no habían cambiado para mal, al contrario, ahora deseaba protegerla de todo ya que sabía que nada había sido su culpa.

-Ven, te tengo una sorpresa – Su voz firme había regresado, cualquiera que lo escuchara pensaría que estaba enfadado, pero Aome sabía que no era así, estaba acostumbrada a esa faceta de el – Cierra los ojos – Con cuidado la tomó de la mano y la llevó lentamente hasta una habitación – Ábrelos

Al entrar, Aome se quedó maravillada. La habitación estaba pintada de color crema con detalles en las paredes de madera. Dos cunas de color caoba se encontraban acomodadas a contra esquina una de otra, ambas cunas contaban con un pequeño buró a lado, Aome se dirigió y se encontró con que la ropa de los niños estaba guardada en sus respectivos lugares, además de que había mas de la cuenta. En las paredes había largas repisas las cuales estaban llenas de peluches y toda clase de juguetes de bebes. En medio de la habitación había una hermosa mecedora de madera. En sí, toda la habitación era hermosa, nunca se había imaginado que Sesshomaru preparara todo eso mientras ella no estaba, pero se sentía abrumada.

-La habitación es hermosa, pero no tenías que molestarte – Aome lo miro a los ojos, y pudo notar cierta alegría en la mirada dorada de él.

-No es molestia, deseaba poder darte un regalo, a ti y a los niños – Su voz era fría pero con un deje de calidez que solo ella podía notar

-Me has ayudado mucho y eso es más que un regalo de tu parte… -La chica iba a seguir replicando pero el atrapo su boca con sus labios, robándole así un beso que ella lentamente fue correspondiendo

-Es algo que quería hacer, por favor no lo rechaces – La chica no sabía si hablaba del beso o del regalo, le intrigaba preguntar – Tenemos un platica pendiente

-Esta bien, vamos a la habitación estaremos más cómodos – Aome comenzó a salir lentamente pero el chico de los ojos color ámbar la tomo delicadamente del brazo para detenerla.

-Pero no ahora

-Es lo que quiero hacer, es mejor ahora que estarlo postergarlo.

Él la miró bien y sabía que tenía razón, aparte de que no discutiría con ella por eso.
Salieron de la habitación, la cual ahora era de los niños, y se dirigieron a la de ella. No decían una sola palabra en el trayecto, querían guardarse las cosas que se querían decir para cuando llegara el momento de hacerlo. Al entrar, Sesshomaru cerró la puerta, puesto que no quería ser interrumpido por nadie. Ella se sentó lentamente en la cama, él la imito; el silencio era sepulcral, ninguno de los quería comenzar a decir algo y ni hablar de las evasivas miradas que se daban. Aome tomo un gran suspiro y se atrevió a hablar.

-Dime ¿Qué es lo que quieres saber? – Ella lo miro con aprensión, esperando a que él la mirara.

-No quiero que estés obligada a hacer esto – La tomó de las manos, Sesshomaru sentía que no era el momento de hablar de esas heridas que aún no sanaban en ella.

-Deseo hacerlo para cerrar ese capítulo en mi vida – Lo miró serio

-Nunca cerraras ese capítulo puesto que están los niños

-Lo sé, pero quiero cerrarlo lo más que pueda, dime Sesshomaru ¿Qué es lo que quieres saber? – El dio un gran suspiro antes de comenzar a hablar.

-¿porque no me contaste, desde antes, que era Inuyasha el hombre que te había hecho daño?

-Primero por coraje, tenía tanto enojo por él, que al verte, pensé que era igual, después por miedo, miedo de que me quitaras a los niños, miedo de que le hablaras a él y a mis padres y al final miedo porque me rechazaras…y aun lo sigo teniendo – Bajó la mirada apenada, él la tomo del mentón y lo alzó para que lo mirara.

-Nunca te alejaría de ellos y nunca te alejaría de mí

-Lo sé – ella le sonrió tímidamente 

Ella bajó la mirada apenada mientras él la tomaba de las manos. Ciertamente ambos querían disfrutar de ese pequeño lapso de tranquilidad la cual era muy placentero para ellos ¿Por qué no simplemente quedarse en ese instante? Un suspiro por parte de ambos, les hizo saber que los dos deseaban lo mismo.

-Perdonen pero estos muchachitos dicen que ya es la hora del desayuno – Kaede entro con ambos bebes en la habitación, Aome tomo al menor y Sesshomaru a la mayor – Dime niña ¿Qué nombre le pondrás a los niños?

-Seiya, el varón se llamara Seiya – El pequeño se removió un poco incomoda al no tener la atención de su madre, Aome sonrió al ver desesperación de su hijo por comer

-¿Y la niña? – Pregunto Kaede viendo como Sesshomaru acariciaba el rostro de la bebe

-Irasue – Sesshomaru giro la cabeza al momento de escuchar el nombre. Miraba con  incredulidad a la madre de la bebe que tenía en brazos

-Aome…-Musito apenas audiblemente.

La chica nombrada sonrió y asintió dulcemente, el hombre de cabello platinado no podía creer que Aome hubiera decidido eso; miro a la pequeña quien observaba con curiosidad a la persona que la tenía en brazos

–Mi pequeña Irasue

Muy buenas tardes, espero que les guste estos capitulos, son los últimos que me quedan de lo que tenía de mi reserva, así que ahora estoy escribiendo los siguientes. Perdonen si no les he contestado sus comentarios, tengo mala memoria en contestar mensajes siempre me pasa lo mismo.
He creado una página en facebook para estar más en contacto con ustedes, y subiré este novela y otras más ahí así que les dejo el link para que la sigan. Bueno espero que estén bien y les ando muchos saludos :)

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