CAPITULO 52: COMO UN SUSPIRO, LA VIDA SIGUE PASANDO

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Miraba al horizonte en busca de la mirada de ella, una pequeña sonrisa era todo lo que necesitaba para que su día se iluminara, siempre había sabido que ella era su todo pero nunca pensó en admitirlo, pero en estos instantes podía gritar al mundo que era su todo. Suspirando, el ocaso estaba llegando a su fin dando paso a la hermosa penumbra de la noche, recostados sobre aquel frondoso árbol que había en aquel fantástico parque un poco alejado de todo. Mirándola directamente a los ojos y tomándola de la mano dispuesto a hacer la más grande pregunta que con tanto esmero había formulado y procesado en su mente. Tiempo atrás no habría podido hacerlo, es más no estaba en su mente "atarse" a alguien, no lo veía como su forma de vida; la vida da muchas vueltas y ahora más que nada sabía que solo con ella quería estar sin importar a las demás chicas que había a su alrededor.

- Llevamos años de conocernos ¿tal vez diez? No recuerdo – rió nerviosamente ante la mirada divertida de ella – Oficialmente dos, lo que quiero decir, eres un ser maravilloso, lleno de vida, estar contigo me complementa... - Suspiro cansadamente ante la falta de aire – Te amo, realmente te amo; conoces mis defectos y aun así me amas y has estado conmigo todos estos años; en estos momentos me siento más seguro de mí mismo de lo que he estado antes, por eso, amor mío – del bolsillo de su chaqueta sacó un pequeño anillo de compromiso que celosamente había guardado – ¿Te quisieras casar con este chico pervertido que tienes enfrente?

- Yo... - La voz de la chica se quebró y sus ojos de cristalizaron, sus manos temblaban y por primera vez contempló el amor puro que él le profesaba, realmente la quería y ella lo amaba más que a nada en el mundo, sabe sus mañas pero con el tiempo había confirmado que realmente uno cambia por las personas que uno ama en este mundo – Si acepto, acepto ser tu esposa

- Sango, me haces el hombre más feliz del mundo – Con un poco de torpeza deslizó el anillo por el dedo de su ahora prometida, la abrazo fugazmente y sin perder tiempo unió sus labios con los de ella, reafirmando así el amor que se tenían el uno al otro...

- Siento interrumpir – Una voz los saco de su ensueño, una chica alta y delgada se había presentado ante ellos, la mirada de Sango se tornó oscura al darse cuenta de quién se trataba, tenía años de no verla y a pesar del tiempo no había logrado perdonar lo que había hecho – Miroku, sé que eres el mejor amigo de Inuyasha – El nombrado solo la miró sin inmutarse ella comprendió el mensaje que el chico le había dado con la mirada – O lo eras, necesito de tu ayuda – Él la miró y se dio cuenta de la desesperación reflejada en su pálido rostro, sabía que no mentía sobre su pedido de ayuda.

- ¿Qué es lo que pasa Kikyo? – Ambos, Sango y Miroku se levantaron para quedar a la altura de la chica

- Inuyasha no aparece...

Desde las escaleras, Miroku pudo escuchar como golpeaban la puerta, su mente le decía que algo más había pasado para escuchar los desesperados sonidos que habian. Su cabeza se dirigió a mirar el rostro pálido de la chica y por primera vez vio reflejado el peso de la culpa de la chica quien sentía que el corazón se le desbocaba con cada paso que daba. Al llegar al departamento de Inuyasha se llevaron la gran sorpresa de ver a los padres del chico, los cuales eran los causantes de los incesantes golpes.

- Señora Taisho ¿Qué es lo que está pasando? – Miroku miró a la madre de su amigo, quien algunas lágrimas amenazaban con salir

- Mandó un correo a su padre diciendo que lo perdonara por todo lo que había hecho, no lo entendíamos hasta que comprendimos que era una despedida, era cierto que no lo veíamos a menudo pero manteníamos contacto con él por teléfono o correos, pero ahora... - Dejó la frase al aire, Miroku la miraba sin comprender, al igual que Kikyo, su boca se abrió para preguntar algo más pero fue interrumpido por las voces amortiguadas de varias personas.

Después de la TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora