PRÓLOGO

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Su alma era demasiado profunda para se explorada por aquellos que sólo saben nadar sobre la superficie... O al menos eso creía.

Natalie Stark era una hermosa, rubia y dulce joven de 21 años que tenía sus días contados. Aunque quizá el verdadero amor podría hacer su magia antes de que el último aliento de vida abandonara su cuerpo. ¿Pero como saberlo? Nunca nadie la había amado ni siquiera su padre, Robert Stark. Su corazón escondía una gran pérdida, una inmensa soledad y un oscuro vacío que comenzaba a carcomer lentamente todo su ser.

Hace mucho la vida había dejado de tener color, aunque se tornaba en un sinfín de tonalidades grises algunas más oscuras que otras... Pero finalmente lúgubre.

Nada había sido tan doloroso como la muerte de su madre, el rechazo y abandono de su padre, la responsabilidad de tener que cuidar de sí misma, de una hermana menor y la culpa de no haber podido hacer y ser lo suficiente, de no haber podido detener el tiempo y encerrarse en él para no sentir... Nat estaba cansada de sí misma, de sentirse enferma y agotada y de todo lo que la había llevado a ser lo que era... Natalie Stark se consideraba una chica vacía... Parcialmente rota.

La vida había sido bastante injusta y había llegado a convertirse en una pesada rutina que la obligaba a respirar... Solo por que no había más opciones y porque ella estaba a su lado... Elizabeth... Su pequeña hermana menor, el único motivo por el que quizá valdría la pena luchar contra toda su oscuridad. Aunque algunas veces, ante el silencio ensordecedor de la noche, cuando todos dormían y el insomnio no le daba tregua... Llegaba a creer que ni siquiera eso la detendría, nada conseguiría retenerla... Necesitaba descansar un poco... Solo un poco.

Las drogas, el alcohol y los medicamentos la llevaban a perderse en sí misma... Las heridas, la cicatrices y todo el dolor, el odio, el rencor que sentía se habían vuelto parte de ella... Ocultándose durante el día, pero dejándose ver cuando nadie mas miraba... Que más daba... No podía perder más.

Lizzie había cumplido la mayoría de edad hace exactamente 1 mes y a pesar de que intentaron evadirlo, fue inevitable. La carta de su abuelo era contundente... El testamento de su madre sería leído en unos meses así se había estipulado antes de su repentina e inexplicable muerte.

"Las hermanas Stark deberán esperar hasta cumplir la mayoría de edad para que la última voluntad de la Señora Virginia Romanova de Stark sea finalmente dada a conocer, los bienes serán divididos y el futuro de ambas se verá dirigido a dónde corresponda".

Después de 15 años esas palabras aún retumbaban en su cabeza... ¿El futuro de ambas? Estaba claro que un maldito papel las haría volver a lo que alguna vez llamaron hogar, al lugar en el que alguna vez tuvieron una familia.

Con tan sólo 6 y 3 años de edad había sido la última vez que habían pisado tierras americanas y después de tanto tiempo lejos sus vidas se habían envuelto en un sin fin de sucesos desagradables, de internado en internado. El dinero jamás fue problema, nunca les faltó nada, pero la ausencia que se había incrustado en el pecho de ambas como una daga afilada era indescriptible... Al menos hasta que su abuelo Howard Stark intervino para hacer el único acto noble que nadie más se había atrevido hacer por ellas... Cediéndoles la autorización para abandonar el internado y vivir solas al cumplir 18 y 15 años... Comprometiéndose a vivir bajo su protección, seguir estudiando y reportarse al menos 1 vez al mes con él.

Ahora ambas debían dejar su vida en Londres, regresar a California y enfrentar los oscuros secretos de su pasado... A su padre, a la fortuita muerte de su madre, a la mujer que usurpaba la memoria de su madre Virginia y al bastardo al que no se molestaban en llamar hermano, a cada recuerdo triste.

🍷IN THE SHALLOW🍷Where stories live. Discover now