Capitulo 31: Trelvator

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—¿Qué quieres? —pregunto impaciente.

—¿Qué estabas haciendo ahí? —El rostro de Jeonghan luce tenso, como si se estuviera imaginando lo peor.

—Si estabas tan preocupado por ello, ¿por qué no llamaste? —le replico.

Pone una mano en su cadera. 

—¿Vamos a hacernos preguntas entre sí toda la noche?

—No lo sé, ¿lo haremos? —Deslizo mi llave de plástico en la ranura, y mi puerta se abre—. Por todos los medios, por favor, entra y haz el resto de mi noche insoportable. No es que necesite dormir ni nada así.

Jeonghan me sisea y entra en la habitación. 

—Todo un listillo. —Una vez dentro, él enciende un cigarro y resopla el humo en pequeños anillos por encima de su cabeza.

Deslizo la puerta de la terraza, y Jeonghan se sienta en el sofá de dos plazas de cuero rojo.

—Esos cigarrillos parecen mágicamente deliciosos. ¿Te importa compartir?

Rebusca en su bolso el paquete y lo lanza en mi dirección. Saco uno y le pido el encendedor. Él lo arroja también.

—Así que vamos a terminar esto. ¿Cuál es tu problema, Entrepierna de Fuego? 

—Enciendo mi cigarrillo y me tumbo sobre la cama, cruzando mis zapatillas deportivas rojas a nivel del tobillo—. Tienes, obviamente, algo en el pecho, aparte de esos pectorales de silicona. 

—Mis chicos no son falsos, ni siquiera son grandes.

—Sí, nunca harías eso. De lo contrario todos caerían rendidos ante ti.

Él se endereza. 

—Yo no necesito atención.

—Por favor. Lo peor que te sucedió al morir fue dejar a tus novios atrás.

Una llama ardió muy brillante en sus ojos, mi sangre se volvió fría de repente. 

Cada músculo de su cuerpo está rígido, y su mandíbula tensada tan fuerte, que temo que podría morderse su propia lengua.

—Hansol Chwe, hay una cosa de la que nunca vamos a hablar de nuevo, y es esta: mi relación cuando estaba vivo. Pero voy a decirte esto ahora: Yo amé a mi prometido con una ferocidad que te atrevo a desafiar.

—Lo que tú digas. —Trato de seguirle el juego, pero hago una nota mental de no discutir lo del prometido de nuevo, para que no me estrangule mientras duermo. 

Tomo una calada de mi cigarrillo y miro a lo largo de mi cuerpo hasta él. Él está mirándome fijamente, así que le disparo mi mejor sonrisa come-mierda.

—Eres un cerdo. — Jeonghan arruga la nariz y hace ruidos roncos de cerdo. Todo en él es perfecto y reluciente, por lo que no puedo evitar reírme de cómo ya me he metido en su mente. Bien. Después de hacer que mis números de colección se tambalearan, se lo merece. Sin embargo, ya es tarde, estoy listo para golpear el saco. Y admito que estoy más allá de curioso por saber por qué está aquí, en la tierra, vigilando a Seungkwan.

—Basta ya —le digo—. Esto se está haciendo cansado. Empieza a hablar.

Jeonghan busca un lugar para botar la ceniza de su cigarrillo, y luego opta por el suelo. Genial.

—He venido a ver a Seungkwan —dice el—. Ya lo sabes. Lo que no sabes es por qué.

—No. Puedes parar justo ahí. —Me siento en la cama—. Yo no quiero saber. Tengo un trabajo que hacer, y tengo la intención de terminarlo. No tiene nada que ver con si quiero o no. Es su culo o el mío. Y ¿adivina qué? Elijo el mío. Así que decirme qué es lo que estoy destruyendo en el proceso no retrasará las cosas, ¿comprendes?

El Coleccionista - Verkwan (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora