Capítulo 44

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El ritmo en mi corazón se aceleraba a tal punto de poder sentir los constantes y fuertes latidos en mi pecho, la incertidumbre que tenía de no ver a Valtiel por ninguna parte me provocó un breve lapso de ansiedad que se iba convirtiendo en pánico debido al impacto  en mi sueño además de no poder encontrar a quien me acompañaba en la cama esa noche; me sentía vulnerable e inseguro.
 
—¡¿Valtiel?!—. Susurré desesperadamente.

No obtenía ninguna respuesta así que en un rápido movimiento me levanté de la cama para darle un vistazo al baño pero a pesar de la poca esperanza que tenía de encontrarlo ahí no fue así, caminé con cautela hasta poder llegar a la ventana y mirar la calle la cual se encontraba momentáneamente alumbrada con un poste de luz intermitente; fue ahí donde vi a Valtiel observando meticuloso cada rincón de la misma pero sin encontrar alguna respuesta a sus dudas. Me tranquilizó poder ver que se hallaba ahí pero me inquietó más el hecho de saber el porqué hacía aquello.

—Regresa a la cama—. Escuché su voz como un pensamiento mío.

Me sorprendí un poco ya que había olvidado lo que era escuchar una voz ajena a mí dentro de mi mente, dudé un poco en obedecerle pues quería saber lo que ocurría y si es que necesitaba ayuda. Me dispuse a observar con discreción para ver mejor el escenario pero Valtiel solo se limitaba a mirar lo que la luz del faro no podía iluminar, bastó un parpadeo que realicé para ver qué ya no se encontraba ahí sino de vuelta en mi cuarto, exactamente detrás mío.

—Te dije que te fueras a la cama—. Escuché de él.

Giré rápidamente para verlo y cuestionarlo del porqué hacía eso pero su expresión seria y los brazos cruzados solo me indicaron que no era el momento para decírselo.

—¿Por qué nunca me haces caso?—. Cuestionó con molestia.

—No es eso, es solo que tuve una pesadilla y al despertarme no te encontré junto a mi; quería saber dónde estabas—. Le dije con sumisión.

—No fue una pesadilla... Aamon estuvo aquí...fue por eso que salí para saber si estaba en los alrededores —. Comentó con algo de preocupación.

—E-Entonces eso quiere decir que... ¿Aamon nos está acechando?—. Comenté con temor.

—Me temo que sí, apenas logro reconocer su presencia; el idiota hizo algo para que no pueda localizarlo... pero no dejaré que te ponga un dedo encima—. Expresó esto último con firmeza.

—Creo que en todo caso me lo merecería, yo fui quién te invocó... —. Musité decaído.

Valtiel se acercó a mí tomando mi mano para poder sentarnos en la cama, me miraba con calidez.

—No te mereces eso, Jace, tal vez utilizaste el tablero pero quien decidió quedarse contigo fui yo —. Sonrió con amabilidad.

—Pero yo no quiero que te pase algo malo a ti —. Comenté preocupado mientras apretaba un poco su mano.

—Eso no sucederá, soy más fuerte que esa mierda —. Sonrió con entusiasmo.

—Promete que bajo ninguna circunstancia vas a dejar que te pase algo malo —. Levanté el meñique.

—¿Una promesa? Pfff no sabía que la gente seguía haciendo promesas —. Soltó un bufido.

—Prometelo —. Le insistí con una mirada rogante.

—Hmm está bien, lo prometo—. Dijo con resignación. —Pero entonces tú prometeme que estarás a mi lado para que nada malo me pase—.

—¡¿Qué?!—. Dije confundido.— ¿En qué puedo ayudarte yo? No tengo poderes ni nada de eso—.

En las garras del demonio (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora